MÉXICO: CINCO HÉROES COMUNISTAS

Primo Tapia, a 75 años de su asesinato

Con la promulgación de la Constitución de 1917, sin que estuviera alcanzada y consolidada la paz, sin la institucionalización del ejército y con la recurrencia frecuente de civiles y militares al uso de las armas para dirimir asuntos sociales y políticos, la revolución había concluido como guerra civil. Sin embargo, sus tareas y objetivos no se habían plasmado, estaban pendientes. Sería hasta el sexenio de Lázaro Cárdenas, debido al ascenso de la lucha social y al arribo de una corriente nacionalista avanzada en la dirección del Estado, cuando se cumplieran, en lo fundamental, dichas tareas y objetivos, aunque parcial y limitadamente ya antes en algunas regiones se habían dado significativos avances, como en la región de Zacapu, Michoacán, bajo la conducción de Primo Tapia en los años 20.

Nacido en 1885 en Naranja, hoy Naranja de Tapia, municipio de Zacapu, Michoacán, Primo Tapia organizó y condujo a la lucha en la década de los 20 a los indios purépechas por la expropiación y reparto de la hacienda de Cantabria, propiedad de unos latifundistas españoles e integrada con la desecada laguna de Zacapu y terrenos arrebatados a poblanos indígenas.

En 1900 Primo ingresó al Seminario de Erongarícuaro, donde aprendió latín y francés, al mismo tiempo que perfeccionó su castellano. En 1903 fue expulsado de ese centro religioso y entró a trabajar como jornalero en la hacienda de Cantabria.

De 1907 a 1919 Primo vivió en Estados Unidos, donde se afilió a los Industrial Workers of the World, se relacionó con las fuerzas de Ricardo Flores Magón y participó en huelgas, manifestaciones y mítines del movimiento obrero norteamericano. En tierras yanquis aprendió inglés y algunos rudimentos de italiano, alemán y ruso, a la vez que conoció las tradiciones y experiencias del movimiento socialista internacional.

De regreso a Naranja en 1920, Primo Tapia dio inicio al agrupamiento de los campesinos para obtener la tierra. Luego fue elegido delegado de los pueblos de Zacapu, Naranja, Tiríndaro y Tarejero. En 1921 se adhirió al Partido Comunista de México. Con Isaac Arriaga, Apolinar Martínez Múgica y otros cuadros de izquierda impulsó el movimiento agrario y sindical. En diciembre de 1922, al fundarse la Liga de Comunidades y Sindicatos Agraristas de la Región Michoacana, fue promovido como su primer secretario general. Junto con Úrsulo Galván y J. Guadalupe Rodríguez, Primo intervino en el proceso de organización del campesinado del país, que daría origen a fines de 1926 a la Liga Nacional Campesina. Dado que fue asesinado en abril de ese año, ya no pudo estar presente en la fundación de la LNC.

La lucha por la tierra en Michoacán cobró un elevado número de vidas. Cayeron agraristas, guardias blancas, soldados y varios latifundistas como resultado de los enfrentamientos, emboscadas y asaltos a domicilios particulares y sociales. De hecho, existió una guerra civil en una franja de la entidad.

A Primo Tapia, los terratenientes, los curas reaccionarios y el gobierno callista se la tenían sentenciada. El 26 de abril de 1926 fue aprehendido, siendo asesinado al otro día. Según un autor extranjero:

"Desde el momento de su captura, a Primo se le separó del resto del grupo. Le ataron fuertemente los brazos por la espalda y se le condujo con una soga alrededor del cuello, cuyo extremo sostenía un capitán a caballo. A medida que ascendían por el camino rocoso y arenoso, sus pies sufrieron cortaduras y sangraban. Por la noche, después de haber puesto en libertad al resto de los prisioneros, los soldados continuaron con su víctima adentrándose en la profundidad de la sierra ubicada al noroeste del valle de Zacapu...

" Llegaron a un pequeño poblado. La ejecución comenzó en la quietud de la noche en la sierra solitaria. Calentaron algunas bayonetas y lo marcaron. Le perforaron y mutilaron partes de su cuerpo. En algún momento durante la noche del 26 al 27 de abril de 1926 uno de ellos le dio un disparo en el corazón...".

El responsable de la muerte de Primo Tapia fue el presidente Plutarco Elías Calles, como lo demostró el mensaje número 425 del general Juan Espinosa y Córdoba, jefe de Operaciones Militares en el Estado de Michoacán:

"De acuerdo con las órdenes verbales que recibí de usted, se mandó perseguir bandolero Primo Tapia, que había cometido fechorías y asesinatos en pueblo de Torrajero, quien hizo resistencia como en otras ocasiones, resultando muerto, recogiéndosele el caballo que montaba, dos carabinas 44, ordenándose a capitán Tejeda que persiguiólo, ponga en libertad a individuos que lo acompañaban, por no resultarles responsabilidad".

A 75 años de su muerte, Primo Tapia sigue siendo uno de los líderes más populares en el movimiento campesino michoacano. En su honor se erigió un busto del querido dirigente purépecha en Naranja de Tapia, Michoacán, por decisión de los campesinos.

Unión, núm. 598, 11-V-01

El fusilamiento de J. Guadalupe Rodríguez

"...en el pronunciamiento del general Gonzalo Escobar organizó algunas fuerzas entre los agraristas para apoyar al gobierno pero en la gira que hizo por el Mezquital se apoderó de una partida de caballos que herró con el fierro de la hoz y el martillo y cometió algunos otros actos de indisciplina y pillaje que ameritaron su aprehensión y fusilamiento en mayo de 1929, ordenado por el jefe de Operaciones Militares del Estado, general Manuel Madinaveytia".

Desde el 14 de mayo de 1929, fecha del fusilamiento sin formación de causa de J. Guadalupe Rodríguez y Salvador Gómez, la explicación del crimen por parte de algunos historiadores está contenida en las tesis difundidas por Rouaix en el texto arriba citado. La verdad, pues, es menester exponerla.

1929 fue un año clave en la historia contemporánea de México. En él se concretaron la división de la Confederación Regional Obrera Mexicana en el Distrito Federal, el surgimiento de la Confederación Sindical Unitaria de México y los primeros pasos hacia la reorganización del movimiento obrero; se constituyó el partido oficial; fue derrotada la última asonada de importancia; fue dividida la Liga Nacional Campesina; se dio término a la rebelión cristera, y se sentaron las bases --en lo fundamental-- de la institucionalización del nuevo régimen político postrevolucionario.

El PCM, la LNC, el Bloque Obrero y Campesino Nacional y la Confederación Sindical Unitaria de México participaron activamente en la lucha para derrotar la asonada escobarista. En Durango, Coahuila, Veracruz y otros estados, los comunistas organizaron guerrillas y atacaron, siempre que pudieron, a los alzados derechistas. De acuerdo con A. Volski (Stanislav Pestkovski):

"Cuando en marzo de este año estalló la insurrección de los grandes terratenientes y de los generales contrarrevolucionarios contra el gobierno "radical" y los rebeldes se apoderaron al principio del estado de Durango, la Liga Campesina llamó al mismo tiempo que el Bloque Obrero y Campesino a la lucha contra la contrarrevolución. El camarada Rodríguez fue a Durango para organizar la sublevación de los campesinos contra los reaccionarios.

Constituyó un fuerte destacamento de campesinos que derrotó de manera decisiva numerosas bandas de guardias blancas, haciendo al mismo tiempo un rico botín de material de guerra. Por su resuelta acción facilitó la victoria de las tropas gubernamentales. En recompensa fue, una vez aplastado el golpe reaccionario, detenido por este mismo gobierno "revolucionario" por denuncia de los grandes terratenientes que se quejaban de sus "delitos". Se le acusó de "apropiación ilícita de armas". Es el primer caso en la historia de las guerras civiles mexicanas en que se ha dicho que las armas tomadas al enemigo en la lucha eran "apropiadas ilegalmente". El camarada Rodríguez fue al Consejo de Guerra y fue fusilado a pesar de sus méritos en la lucha contra los enemigos del gobierno".

En abril de 1929 fue detenido y luego liberado J. Guadalupe Rodríguez, con el pretexto de haber herrado algunas bestias, pero en realidad por el ajusticiamiento de varios cabecillas reaccionarios, la organización autónoma del campesinado y la oposición militante al desarme de los agraristas. El 29 de ese mes envió una carta al Partido Durangueño del Trabajo, donde decía:

"...solamente la reacción clerical y latifundista se asusta de nuestro distintivo comunista de la "hoz y el martillo" y nos combate con villanía y también los que diciéndose revolucionarios y liberales, que se han colado en nuestras filas, cubiertos como los lobos con la piel de oveja, para traicionarnos y colaborar con la reacción de todos los matices".

Alberto Terrones Benítez, gobernador provisional del estado de Durango, comunicaba al secretario de Gobernación el 9 de mayo:

Me he visto en el muy penoso caso de hacer desarmar a las fuerzas que tenían los ciudadanos Guadalupe Rodríguez, Joaquín Antuna y Sixto Fernández, por causa de la violación de los preceptos contenidos en la circular respectiva y en virtud de los desórdenes y atropellos cometidos por dichas fuerzas, así como por haber cometido la falta de desobediencia en la campaña que se lleva a cabo en contra de los rebeldes llamados "cristeros"...

"Mientras tanto, los señores Rodríguez, Antuna y Fernández, continúan detenidos...".

Vittorio Vidali señalaba críticamente en su autobiografía:

"...Y fue, por el contrario, la derrota la que costó la vida a mi amigo José Guadalupe Rodríguez, el valeroso dirigente campesino traicionado por su sectarismo. Llegaba hasta a hacer marcar a fuego con la hoz y el martillo los caballos de sus bandas, permitiendo así al ejército individualizarlo y golpearlo. Junto con David Alfaro Siqueiros, el gran pintor que vivía la revolución como una dimensión estética, fantástica, fui al estado de Jalisco para participar en la resistencia contra los generales rebeldes al gobierno. Esperaban guiar a los mineros a la insurrección...".

El asesinato de los dos dirigentes campesinos se cometió durante el maximato, cuando eran Presidente de la República Emilio Portes Gil, secretario de Guerra Plutarco Elías Calles y jefe de Operaciones Militares en el Estado de Durango Manuel Madinaveytia, por órdenes del jefe máximo.

En el parte rendido a Portes Gil, Madinaveytia precisaba:

"Permítome manifestar a usted que esta jefatura no ejerce represalias contra ningún elemento y menos procedió a la aprehensión de J. Guadalupe Rodríguez arbitrariamente. El citado individuo fue aprehendido por la Inspección General de Policía de esta ciudad, por haberse descubierto que estaba en convivencia con empleados del gobierno del estado, quienes robaban parque que el ya citado Rodríguez compraba, además de que se le comprobó que hacía labor subversiva y agitadora en contra de las instituciones constituidas, invitando para secundarlo a algunos jefes de las fuerzas agraristas. Por lo expuesto y por los antecedentes que de este individuo existen en esta Jefatura, y considerando que es un individuo peligroso para la paz pública, solicité del ciudadano general de división, secretario de Guerra y Marina, autorización para pasarlo por las armas, en unión de su cómplice Salvador Gómez, y proceder al desarme de la Defensa, cuyos jefes estaban de acuerdo con el citado Rodríguez, autorización que obtuve, según mensaje número 3204 de fecha 13 de los corrientes, recibido hoy a las 2:05, habiendo procedido a ejecutar desde luego al individuo de referencia...".

Por haber sido desaforado, Hernán Laborde no pudo decir el 27 de mayo en la Cámara de Diputados:

"...A mí se me echa de la Cámara por ser comunista y por militar en las filas del Bloque Obrero y Campesino. Los burgueses y pequeño burgueses enriquecidos que tienen en sus manos el poder, no ven con buenos ojos una lucha independiente de la clase trabajadora... Esto explica el asesinato de José Guadalupe Rodríguez en Durango...".

El fusilamiento de J. Guadalupe Rodríguez, que era miembro del Comité Central del Partido Comunista de México y tesorero de la LNC, repercutió negativamente en el movimiento campesino en forma directa e inmediata. Por esas fechas, dada la represión y la intervención oficiales, se escindió la Liga Nacional Campesina.

En el plano internacional, el fusilamiento de Rodríguez fue ampliamente repudiado. Los partidos comunistas y otras fuerzas de izquierda realizaron mítines y manifestaciones en Hamburgo, Berlín, París, Estocolmo, Buenos Aires y otras ciudades.

En el Congreso Constituyente de la Confederación Sindical Latinoamericana, celebrado en Montevideo, Uruguay, del 18 al 26 de mayo de 1929, se resolvió:

"1º Expresar a nombre de todas las organizaciones obreras y campesinas del continente, aquí representadas, su más enérgica protesta ante el vandálico asesinato de los abnegados militantes obreros y campesinos Guadalupe Rodríguez y Salvador Gómez".

El Comité Ejecutivo Internacional de la Internacional Comunista hizo, erróneamente por cierto, la siguiente caracterización:

"El asesinato de nuestros dos heroicos camaradas Rodríguez y Gómez, caídos bajo la metralla del pelotón de ejecución, y el cínico y desvergonzado terror desencadenado contra los obreros y campesinos mexicanos, acompañado de la disolución del Partido Comunista, de la prohibición de la prensa revolucionaria, obrera y campesina y de la detención de millares de militantes que sostienen una lucha consecuente contra el imperialismo desenmascara completamente al gobierno sedicente "revolucionario" de Portes Gil, Calles y consortes, y demuestra a todo el mundo que el gobierno mexicano se ha transformado en un gobierno abiertamente fascista y en un agente del imperialismo norteamericano".

J. Guadalupe Rodríguez permanece en la memoria de sectores de las masas, al llevar su nombre hoy día ejidos, centros de población y organizaciones populares; es más, en el histórico panteón de la Ciudad de Durango, por colecta pública, se le erigió y aún existe un robusto roble de mármol adornado con una estrella roja. Puede concluirse que su muerte no fue en vano.

En la política (suplemento de El Sol de México), núm. 16, 23-VIII-91. Posteriormente este artículo fue reproducido por El Sol de Durango.

Rubén Jaramillo, a treinta años de su asesinato

El 23 de mayo se cumplieron 30 años de uno de los acontecimientos más graves en la historia contemporánea de México: el asesinato de Rubén Jaramillo, su esposa Epifania Zúñiga Pifa (en avanzado estado de embarazo) y sus hijos Enrique, Filemón y Ricardo. Con la muerte del viejo dirigente zapatista, gestor agrario, guerrillero y militante revolucionario, el Partido Comunista Mexicano sumó a sus caídos un líder más de la talla de Primo Tapia y J. Guadalupe Rodríguez.

Los hechos de Xochicalco, en lo fundamental, están aclarados. El 23 de mayo de 1962, como a las dos y media de la tarde, se presentaron alrededor de 60 militares y civiles frente a la calle de Mina número 12, en Tlalquitenango, Morelos, domicilio de la familia Jaramillo. Heriberto Espinosa alias El Pintor, se introdujo a la casa y con violencia obligó a salir a Rubén, su esposa e hijos, quienes fueron secuestrados, al mismo tiempo que elementos del ejército y la policía sustraían los documentos agrarios en poder del jefe campesino morelense.

Dos horas más tarde, cerca de Xochicalco, los miembros de la familia Jaramillo fueron acribillados y rematados en la cabeza con el tiro de gracia. Las armas y municiones eran reglamentarias, esto es, de uso exclusivo del ejército y la Policía Judicial Federal.

Poco después de ser conocido el crimen, Gustavo Ortega Rojas, jefe de la policía del estado de Morelos, declaró que la Policía Judicial Federal le había solicitado ayuda, antes, para aprehender "unos individuos peligrosos"; posteriormente se retractó de esta declaración. Por su parte, la Procuraduría General de la República, en un comunicado público, señaló que Rubén Jaramillo era, de hecho, un delincuente común y que "se dedicaba a cometer atracos a los vacacionistas, a quienes atacaba en las carreteras cercanas a Tetecala, Mazatepec y Cacahuamilpa". Otras acusaciones gratuitas venían contenidas en el texto.

Los grandes periódicos nacionales --como ya había ocurrido en 1961-- iniciaron una amplia campaña de calumnias y denuestos en contra del líder campesino comunista; el que se llevó las palmas en la ofensiva amarillista fue el diario Excélsior, que en su editorial del 28 de mayo de 1962 afirmó:

"Rubén Jaramillo, el siniestro personaje, que por mucho tiempo mantuvo en zozobra una vasta región del estado de Morelos... Jaramillo era un delincuente contumaz que asesinaba, asaltaba y robaba; un señor de "horca y cuchillo" que extorsionaba y sometía a su capricho a los ricos y a los pobres de la región que asoló... Bien puede decirse que al asesinarlo le pagaron con su propia moneda; aunque quizás no quepa pensar lo mismo de sus parientes, de quienes, sin embargo, se dice que tampoco eran "blancas palomas"".

Las declaraciones oficiales en torno al asesinato fueron muy contradictorias. El Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, queriendo justificar la acción represiva, llegó a caracterizar a Jaramillo de "indisciplinado" y de ser un elemento que "creaba problemas". Otras dependencias tampoco se quedaron cortas en la serie de acusaciones macartistas en contra del mártir agrarista.

Algunos de los directamente involucrados en la matanza, como el capitán José Martínez y el renegado Heriberto Espinosa (El Pintor) fueron tratados en forma cruel y salvaje: murieron acribillados el 5 de septiembre de 1962 en el estado de Guerrero, tal vez con el objeto de quitar de en medio a testigos incómodos.

Las fuerzas democráticas y de izquierda elevaron su protesta. El PCM, el Partido Obrero-Campesino Mexicano, el Partido Popular Socialista, la Confederación de Jóvenes Mexicanos y la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, entre otras organizaciones, demandaron esclarecer el crimen, castigar a los culpables y resolver los problemas agrarios acumulados en Morelos. Incluso formaciones de derecha como el Partido Acción Nacional y la Unión Nacional Sinarquista manifestaron su repudio al homicidio colectivo.

Pero el caso se archivó y los culpables intelectuales de la matanza jamás fueron castigados. El asesinato quedó como un antecedente nefasto del trato que se daría, meses después, a los campesinos que fundaron y desarrollaron la Central Campesina Independiente, buscando dotarse de organizaciones propias, a su servicio y bajo su control.

El 25 de mayo de 1962 fue enterrado Rubén Jaramillo. Asistieron a su cortejo fúnebre más de 5 mil campesinos de los estados de Morelos, Puebla y Guerrero. Su entierro fue, pues, una manifestación más del evidente carácter político de su eliminación física.

La campaña propagandística desarrollada por los diarios de circulación nacional, a partir del 24 de mayo de 1962, que intentaba presentar a Rubén Jaramillo como un vulgar delincuente no obtuvo grandes éxitos, dado que la personalidad del dirigente campesino era bien conocida por las organizaciones sociales y políticas. Es más, su asesinato realzó su biografía política.

Desde su adolescencia, Rubén Jaramillo militó en las filas del movimiento zapatista, en el cual alcanzó el grado de capitán primero del Ejército Libertador del Sur a los 17 años de edad. Después de pacificarse, el jefe agrarista --como muchos otros combatientes-- guardó las armas "por si acaso".

Durante el período del caudillismo revolucionario, Rubén Jaramillo continuó mediante el trámite legal la lucha por los derechos e intereses del campesinado. Al ser lanzada la candidatura de Lázaro Cárdenas, el líder morelense la apoyó. Ya bajo el mandato del presidente michoacano, Jaramillo peleó por la creación de un ingenio azucarero en el distrito de Jojutla.

En la Sociedad Cooperativa Emiliano Zapata, Rubén Jaramillo desempeñó un importante papel de dirección, y al calor del enfrentamiento con la administración del ingenio Zacatepec y las autoridades del estado, en 1942, impulsó y concretó en los hechos la alianza obrero-campesina. El 9 de abril de ese año, estalló la huelga obrera con ocupación de fábrica y se dio la negativa de los campesinos a continuar el corte y el acarreo de caña. La represión del ejército quebró el movimiento huelguístico y los obreros y campesinos fueron derrotados.

La violencia oficial en contra de los trabajadores y la persecución en contra suya obligaron a Jaramillo a remontarse al monte, tomar las armas y organizar un grupo de autodefensa. El apoyo de la población a la guerrilla fue masivo, sin embargo, debido al aislamiento y el localismo del movimiento éste se fue consumiendo.

El abandono de la lucha armada condujo a Jaramillo a utilizar otros métodos, más adecuados a la nueva situación. Así, en 1944, fundó el Partido Agrario Obrero Morelense, que lo lanzó como candidato a la gubernatura del estado de Morelos. Según diversos autores, el caudillo agrarista "ganó con un margen muy amplio", empero el triunfo le fue otorgado al candidato del partido oficial.

En la administración ruizcortinista, el movimiento campesino de la tierra de Zapata fue agredido de manera intermitente; a los solicitantes de tierras y ejidatarios se les respondió con la represión policíaco-militar. En esas condiciones, Rubén Jaramillo volvió a tomar las armas, siendo objeto de persecución y hostigamiento por parte de "fuerzas mecanizadas y de caballería, apoyadas por artillería y aviación". El POCM --en las páginas de Noviembre-- justificó la lucha emprendida por Jaramillo y sus hombres.

Al ocupar la presidencia de la República Adolfo López Mateos, Jaramillo se pacificó, debido a las garantías ofrecidas por el gobierno. Reinició su quehacer político y social en las filas del PCM a través de otros métodos de lucha.

" En 1961, al frente de cinco mil campesinos sin tierra, dice Ramón Danzós Palomino, Rubén Jaramillo había ocupado los llanos de Michapa y El Guarín, en Morelos.

"El verdadero problema en esto consistía en que la Secretaría de Recursos Hidráulicos tenía listo un vasto proyecto para irrigar aquellas tierras con aguas del Alto Amacuzac y del San Jerónimo. Al realizarse el proyecto, las llanadas que ahora se encontraban incultas y tenían escaso valor alcanzarían un precio elevadísimo. De este modo la zona de Michapa y El Guarín, una vez concluida la obra, se convertiría en el granero del estado de Morelos y del Distrito Federal. Naturalmente, había mucha gente interesada en adueñarse de esas tierras: funcionarios públicos enriquecidos, políticos influyentes y neolatifundistas.

"Esto último fue el verdadero móvil de ese bestial asesinato de Rubén Jaramillo...".

A lo señalado por Danzós sólo habría que agregar: en 1962 maduraban las condiciones para crear una organización campesina fuera de las centrales oficialistas, con un programa avanzado y con una política independiente y combativa. Jaramillo no estaba al margen de dicho proceso, sino al contrario, estaba inmerso en él. Por ello, con justa razón, al igual que los líderes campesinos comunistas Antonio Silva y Antonio Herrera, debe ser considerado como un mártir de la CCI, la cual se constituiría en el mes de enero de 1963, como resultado de la convocatoria expedida en octubre de 1962 por diversas organizaciones, entre las que se hallaba la Federación Revolucionaria Campesina del Estado de Morelos "Rubén Jaramillo". Además, el héroe de Xochicalco, al final de su vida, militó en el seno del PCM y del Movimiento de Liberación Nacional.

En el congreso constituyente de la CCI, a pesar del proceso acelerado de proletarización de enormes masas de campesinos, el punto número 1 del temario era la reforma agraria integral y radical. Esto explica que en su Declaración de Principios planteara:

"La Central Campesina Independiente es la organización de masas de los campesinos mexicanos que se unen voluntariamente para defender mejor sus derechos; unión que nace y vive sobre la base de un programa revolucionario para la solución de sus problemas inmediatos y lograr finalmente, con su lucha organizada, la reforma radical que el pueblo de México necesita".

La nueva central fue objeto de inmediato, de represalias y persecución. En febrero de 1963 fue asesinado en Michoacán Luis Ortega Manríquez y, de manera similar, cayeron otros militantes ceceístas. La represión contra la CCI se combinó con la que se ejercía en contra del Frente Electoral del Pueblo.

En septiembre de 1964, Alfonso Garzón y Humberto Serrano dividieron a la CCI: las oficinas de la organización fueron asaltadas y tomadas, mas el golpe no fue lo suficientemente fuerte como para liquidar a la confederación campesina, propósito que perseguían los escisionistas.

En enero de 1965 se llevó a cabo el Primer Congreso Nacional Ordinario de la CCI, en el cual se dieron avances importantes en las concepciones programáticas y políticas, sobre todo en lo que se refiere al papel del proletariado agrícola. En los Estatutos se decía:

"...se funda la Central Campesina Independiente (CCI), como organización revolucionaria y de unidad combativa de los proletarios del campo y de todo el campesinado mexicano...

"...Son objetivos de la central: la defensa de los trabajadores agrícolas y forestales y de los campesinos mexicanos; la realización de la reforma agraria radical; la organización sindical de los obreros agrícolas y contribuir en las luchas democráticas de todo el pueblo por su completa liberación".

De haber vivido Jaramillo cuando se adoptaron estas resoluciones, con toda seguridad las hubiera aprobado.

El movimiento campesino mexicano, dirigido por la CCI, la Asociación Cívica Guerrerense y otras agrupaciones, dio peleas decisivas por el reparto de la tierra y otros objetivos. Pero, evidentemente, hubo un retraso en la comprensión del desarrollo capitalista en la agricultura y ello impidió por un largo período emprender la organización y movilización de la principal fuerza revolucionaria en el campo mexicano: el proletariado agrícola.

Buscando superar esa incomprensión, el Tercer Congreso Nacional Ordinario de la CCI, realizado del 14 al 16 de noviembre de 1975, acordó transformarse en Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos para expresar, incluso en el nombre, la realidad presente en el agro de nuestro país.

La lucha por organizar a los obreros agrícolas no ha sido ni es sencilla; graves obstáculos han tenido que vencer la CIOAC, la Coordinadora Nacional Plan de Ayala y otras organizaciones clasistas por crear y desarrollar los sindicatos de trabajadores asalariados del campo. En abril de 1979, la CIOAC llevó a efecto la asamblea constituyente del Sindicato Nacional de Obreros Agrícolas, mas las autoridades laborales, en abierta violación de la Constitución General de la República, negaron el registro al SNOA.

En las luchas recientes de los obreros agrícolas y campesinos en Sinaloa, Jalisco, Michoacán, Coahuila, Tamaulipas y otros estados está el mejor homenaje a la causa del mártir agrarista de Morelos. Paralelamente a las demandas y tareas de los ejidatarios, comuneros y parvifundistas, la sindicalización de los trabajadores agrícolas crece, el movimiento huelguístico se desarrolla a paso lento pero sostenido y los asalariados del agro, que antes planteaban sólo objetivos campesinos, en la actualidad tienden a poner en el centro las reivindicaciones y tareas laborales y sindicales.

Hoy, a 30 años del asesinato de Rubén Jaramillo, su esposa y sus hijos, su causa se abre paso en la confluencia orgánica de los campesinos y obreros agrícolas en pie de lucha. Su sacrificio no fue en vano y echó raíces profundas.

Legado Sindical, 3ª ép., núms. 5-6, mayo-junio de 1992

Joel Arriaga, héroe de la izquierda

El 20 de julio de 1972, ante el asesinato de uno de sus cuadros más queridos, el Presídium del Comité Central del PCM declaró:

"El camarada Joel Arriaga, destacado intelectual revolucionario, director de la Escuela Preparatoria de la Universidad Autónoma de Puebla, militante y dirigente del Partido Comunista en el estado de Puebla, ha sido vilmente asesinado. No cabe en este caso la lamentación sino la denuncia: cayó acribillado por los grupos fascistas que el régimen cobija bajo la impunidad en esa entidad y en el país".

El asesinato de Joel Arriaga se dio ese mismo día. Después de una reunión en la universidad, el compañero se dirigió con unos amigos a tomar un café en un restaurante. Los asesinos fascistas entraron y salieron del restaurante, en espera de la salida de Joel. Éste y Judith, su esposa, subieron a un auto, avanzaron unas cuadras, y, en un alto, un automóvil les cerró el paso, y se oyó en unos instantes una ráfaga de 11 disparos. Joel cayó muerto.

Judith salió a solicitar ayuda a unos policías que se encontraban cerca del lugar de los hechos, pero se negaron a perseguir a los criminales. Esto no era raro. El Estado, desde hacía tiempo, permitía la libre actividad de las organizaciones ultraderechistas.

El 21 de julio, en el paraninfo de la UAP, donde era velado, cientos y cientos de estudiantes, profesores, campesinos, obreros y gentes del pueblo le rindieron homenaje. Su popularidad y prestigio quedaron de manifiesto.

De distintas partes del país llegaron a Puebla delegaciones diversas a expresar sus sentimientos de pésame y solidaridad. Intervinieron varios oradores, entre ellos J. Encarnación Pérez, del Presídium del CC del PCM; Rafael Jacobo, secretario de Organización de la Central Campesina Independiente; el catedrático Enrique Cabrera (quien meses después también sería victimado); un líder de los estudiantes de la UAP; un representante de las autoridades universitarias; el licenciado Adán Nieto Castillo y Judith, la compañera del líder asesinado.

El 26 de julio, más de 12 mil personas protestaron por el asesinato de Joel Arriaga en una combativa manifestación, en la que participaron el Movimiento Revolucionario del Magisterio, el Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, la CCI, el Movimiento Sindical Ferrocarrilero, uniones de locatarios, pequeños comerciantes, colonos y choferes. Cientos de mantas y pancartas expresaban el repudio generalizado al nefasto crimen.

Semanas antes del asesinato las fuerzas fascistas de la entidad habían creado todo un clima de intimidación y amenazas. A Joel Arriaga, Enrique Cabrera, Luis Rivera Terrazas y otros dirigentes comunistas y de izquierda de la UAP se les amenazaba de muerte. La capital poblana se llenó de pintas y pegas anticomunistas y fascistoides. En El Heraldo de México, por otra parte, se descubrían planes y conjuras de los militantes del PCM y otras organizaciones democráticas y revolucionarias para desquiciar la tranquilidad de Puebla.

Joel Arriaga, destacado militante del Partido Comunista Mexicano, participó durante 15 años en el movimiento estudiantil y popular de Puebla y fue preso político algunos años en la Cárcel Preventiva de Lecumberri, el nefasto Palacio Negro. Al salir de la prisión, Joel se reincorporó a sus actividades partidistas.

El asesinato de Joel Arriaga formó parte de la cuota de sangre que el PCM tuvo que pagar en el proceso de democratización de la UAP. Otros militantes comunistas, como Enrique Cabrera, también pagarían con sus vidas la conquista de la democracia en la Universidad Autónoma de Puebla. Mas sus muertes no fueron en vano: la izquierda vio reconocidos sus derechos políticos y electorales, el régimen de partido de Estado fue eliminado y la sociedad mexicana, pese al triunfo de la derecha panista, está en pie de lucha por imponer un sistema político democrático que impida las corruptelas de los Fernández de Cevallos, los Lozano Gracia y el resto de políticos que imponen el tráfico de influencias.

Así Es, núm. 25, 23-29-VII-82, y Unión, núm. 635, 15-VII-02

Enrique Cabrera, caído en la lucha

El 20 de diciembre de 1972, fue muerto a tiros Enrique Cabrera Barroso, jefe del Departamento de Extensión Universitaria y Servicio Social de la Universidad Autónoma de Puebla y miembro del Comité Estatal del Partido Comunista Mexicano en esa entidad. Se sumaba, así, un caído más a la larga lista de revolucionarios asesinados durante el sexenio de Luis Echeverría.

Enrique Cabrera se incorporó a las filas del PCM en 1960. En agosto del año siguiente, al desatarse el movimiento estudiantil contra la reacción local y el clero político, el joven comunista fue encarcelado, y permaneció en prisión hasta septiembre de 1962.

En el curso de la lucha contra el rector José F. Garibay Ávalos, Enrique Cabrera fue detenido nuevamente. El 23 de julio de 1966, en una carta abierta explicaba cómo ocurrió su detención:

"El pasado 15 de julio a las ocho de la noche me encontraba en las calles de Poniente y 7 Norte, esperando un transporte del servicio urbano. Sorpresivamente me rodearon diez agentes de la policía judicial con pistola en mano y me indicaron que tenía que abordar una camioneta de la policía. Les exigí que me mostraran la orden de aprehensión o algún documento judicial que justificara la detención. Los polizontes respondieron que si no accedía a su arbitrario proceder abrirían fuego contra mí...".

El dirigente estudiantil, que estuvo recluido en un calabozo construido en tiempos de don Porfirio, fue sometido a proceso por los delitos de asociación delictuosa, ataques a las vías de comunicación, ataques a funcionarios públicos, vagancia y malvivencia, robo y fraude. Debido a este juicio estaría dos años en la cárcel.

Al ser liberado, Enrique fue obligado a salir del Estado. Sin embargo, al poco tiempo volvió y se incorporó a las luchas políticas y sociales de fines de los años 60 y principios de los años 70.

Los acontecimientos centrales que antecedieron al asesinato del militante comunista fueron: 20 de julio, muerte de Joel Arriaga; 14 de octubre, mitin de apoyo al gobernador Gonzalo Bautista O’Farrill; 18 de octubre, concentración anticomunista en el zócalo de Puebla; 9 de noviembre, la Guardia Unificadora Iberoamericana publica un desplegado en México en el que llama a "ajusticiar" comunistas; 18 de noviembre, detención corta de Enrique Cabrera y violento documento del llamado Comité Coordinador de la Ciudadanía Poblana, y 29 de noviembre, graves amenazas del gobernador contra los comunistas y la dirección universitaria.

En ese clima se cometió el crimen.

El 20 de diciembre, alrededor de las 10 de la noche, Cabrera Barroso bajó de un taxi frente a su hogar, sacó las llaves para abrir, y, cuando se disponía a entrar, tres sujetos lo agredieron por la espalda, cayó al suelo boca abajo y fue acribillado con 15 tiros de pistola 380 y 38. En ese momento llegaba su hermano menor, quien intentó correr tras de los asesinos, pero éstos iban bien custodiados y recibieron protección de otros pistoleros que dispararon desde unos terrenos baldíos, donde dejaron regados casquillos de M-1.

En México ocurrieron cambios radicales: el Partido Comunista llegó a convertirse en una fuerza muy importante en las universidades de Puebla, Guerrero y Sinaloa. Puede sostenerse que las cosas evolucionaron en un sentido no previsto por la izquierda política y el movimiento de reforma universitaria: la conquista de la administración central de algunas universidades. Nació lo que se conoció como Universidad Democrática, Crítica y Popular. En un texto, Alfonso Vélez Pliego escribía:

"...El 19 de septiembre de ese mismo año [1972], el Consejo Universitario nombra rector al químico [Sergio] Flores para el período 1972-1975. En esta ocasión, el nombramiento no recae en algún médico o abogado poblano de renombre sino en la persona de un profesor universitario originario de Gómez Palacio, Durango, que había cursado las carreras de física y química en la propia universidad. Tampoco se trata, en esta oportunidad, de un miembro del Partido Revolucionario Institucional o de un representante de los grupos conservadores, como lo habían sido hasta entonces la mayor parte de los rectores, sino de un militante del Partido Comunista Mexicano --forjado en las luchas del movimiento universitario democrático e identificado plenamente con sus aspiraciones y demandas--, hecho excepcional no sólo en la historia de la universidad poblana sino en la del conjunto de las universidades mexicanas.

El asesinato de Enrique, pues, se inscribía en ese contexto.

Las fuerzas democráticas y de izquierda protestaron por el proditorio crimen. El Presídium del Comité Central del PCM declaró:

"El asesinato del camarada Enrique Cabrera Barroso, es un crimen político cuya responsabilidad recae en el poder público --gobierno federal y estatal de Puebla-- por cuanto que a la luz del día fue preparado, igual que el del camarada Joel Arriaga, sin que las autoridades tomaran la más elemental medida para impedirlo. Es más; desde la tribuna pública el gobierno del estado profirió las más furibundas amenazas y ofreció encarcelar a los dirigentes y funcionarios de la Universidad Autónoma de Puebla entre quienes se contaba el camarada Cabrera".

UnomásUno, 20-XII-82

Por: Gerardo Peláez Ramos

gerardo_pelaez@hotmail.com

 

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