Alma de Vendimia.

 

Brama la tierra cuando el viento seco la socava.

Brama ardiente y casi fundida, cuando el Zonda embravecido

la revuelve cual maldición turbia y polvorienta, acabándola,

con sus ráfagas malignas que no debieron haber nacido.

Las rocas, los pedregullos y los yuyos salvajes

Se arrastran como reptiles sumisos al infortunio.

En remolinos oscuros se pierden elementos de lo natural,

Ni se quiera pensar, lo que el hombre ilusionado pretendió sembrar.

 

Cada año la esperanza se renueva, y en cada racimo ilusiona un brillo.

Pero a veces el viento arrasa los anhelos que quedaron tras el granizo,

Capaz antes, de voltear el joven brote al suelo yermo

cada hilera verde del campo, custodiada por los olivos soldados,

en verdes esquinas de viñas en primos retoños,

impulsan con ardor al gaucho, al labrador, al labriego,

sus voluntades alegres de recomenzar otra cosecha….

allá… por un marzo o abril ardientes,

y hacerse así… del fruto pendiente.

 

Granos oscuros y lustrosos, se abigarran en los tachos amontonados,

Con la alegría de un vino nuevo, joven y coloreado,

con la jugosa calma sedienta del que la cosecha.

 

No siempre el campo amanece reverdecido…

ni es seguridad los racimos brillando al sol sus granos nacidos.

Ocasiones macabras en el piso desbaratados los han dejado,

destrozados por aquél maligno que azuza

furtivo y repentino, en las noches de improviso.

 

También el ladrón de la tormenta bravía,

con su fango incontrolable, ha desbordado los ríos con su fusta.

 

El labriego sabe que cada año, debe fortalecer su esperanza,

y entregar regando con su sangre la tierra árida,

completar con sudor por el febo quemante a la tierra que ara.

No pasan por su mente laboriosa, imaginaciones de venganzas

Para él es ser simple y honesto y el trabajar es cuestión justa.

Debe solo soportar los embates y jamás elucubrar deseos ni alabanzas.

Solo soñar cada año con tejer nuevas hileras y enramadas,

de vides pródigas, crujientes de pleno dulzor.

Cada cosecha, cada vendimia nueva en pleno fulgor,

Abrirá al campo para que el canto y la danza, renueven en ritmo laborioso,

la cosecha fructífera y en ritmo glorioso.

Donde cada racimo, cada hoja, cada fruto lleve en sus jugos,

la sangre, el sudor y la vital fuerza,

del labriego que no supo de lujos, bellas casonas, fuentes de aguas transparentes,

tampoco de bodegas modernas ni estibas de robles finas.

Solo la entrega del alma labriega, vertida en cada botella.

 

Renovados los trabajos que con el sol ardiendo en los cielos,

harán cada año nacer al vino nuevo y sabroso.

Quedando en todas las mentes de VENDIMIA NUEVA,

La imagen clara y flotante:

que la alegría hacendosa de cosechar… ¡satisfaga y alcance!

©2017-Renée Escape-

 

Autora: Dra. Renée Adriana Escape. Mendoza, Argentina

rene.escape@gmail.com

 

 

 

Regresar.