EL PUEBLO YA NO CANTA A LA NAVIDAD.

 

 

 El villancico es un canto popular en total decadencia. Su origen en España y Portugal, se remonta a las cantigas. Se cantaban y bailaban en las fiestas de recolección agrícola por los habitantes de las villas, y de ahí su etimología. En Portugal, se llaman vilancetes.

 En otras épocas, en estos días resonarían los ecos de los cantos navideños; pero hoy, ya no resuenan, porque prácticamente no se canta. El villancico no fue en ningún caso un canto de navidad ni a la navidad. Fue, pura canción popular.

 Su letra, está compuesta en versos octosílabos o hexasílabos.

Son coplas con estrofas generalmente en forma de cuartetas, y estas estrofas están separadas entre sí, por un estribillo. Se cantaban y bailaban como anteriormente dije, en las fiestas de recolección de la cosecha. Más tarde, en el siglo XV, tomaron un sentido o giro religioso, y eran cantados en las iglesias en las fiestas de Navidad y Corpus Cristi. Los maestros de capilla y en general los demás organistas así como las corales polifónicas, incorporaron estas piezas musicales a sus repertorios y la liturgia se vio enriquecida por estos cantos.

 El renacimiento contribuyó grandemente a su difusión y relieve religioso y artístico.

 En Europa, resurgió con inusitada fuerza el villancico, que se fue haciendo exclusivamente canto navideño. Se cantaba en las iglesias y catedrales con dos corales polifónicas en distintas partes del templo, con acompañamiento de órgano, arpa y violón. Cuando se cantaban al unísono, a una sola voz, se acompañaban con una vihuela. La Vihuela fue sustituida por una guitarra de seis cuerdas a partir del siglo XVII. Pronto las orquestas sinfónicas, también los incluyeron en sus recitales, conciertos y en los momentos de cierta solemnidad, intervinieron en los actos litúrgicos. Músicos tan insignes como Juan de la Encina, Antonio Soler o el británico Benjamín Briten, lo escribo en español, compusieron villancicos para órgano que otros arreglistas orquestaron

 La reforma protestante, acogió e hizo suyos estos cantos con tal entusiasmo, que el propio Martín Lutero, compuso varios para la nueva iglesia cristiana. Pero no todo es oro lo que reluce, porque la rama protestante de Calvino, prohibió terminante y radicalmente lo que él consideraba una manifestación extemporánea. Oliver Cromwell, también prohibió cantar villancicos en La Gran Bretaña. Cuando murió Cromwell, Se restableció la libertad de cantar estas coplas en los templos británicos.

 Los villancicos fueron exportados a América Latina, donde tuvieron una extraordinaria proyección folklórica, y se difundieron por todo el continente americano. Los Negros o afroamericanos, han compuesto excelentes villancicos de bellísima factura musical, inspirados en el rico folklore africano.

 Hubo un largo período de sequía musical navideña, desde la segunda mitad del siglo XVIII, hasta últimos del siglo XIX y principios del XX. En el momento actual, volvemos a experimentar esa sequía musical, que ciertamente está en consonancia con las fiestas navideñas, que no sé si la transformación es tal, o es decadencia festiva y de costumbres.

 Hay un hecho evidente: El comercio impone su ley sin ningún límite, las comidas de empresa y los banquetes de amigos o con amigos son los que tienen preponderancia y en definitiva estas fiestas que ya pasaron y que aún podemos tocar con la mano, nada tienen que ver con las que yo viví cuando era un niño. No estoy diciendo que cualquier tiempo pasado fue mejor. Sí digo, que cuando la sociedad cambia costumbres, tradiciones, hábitos, suele hacerlo en pro de intereses estrictamente crematísticos. Viva el progreso, sí, pero que no muera lo artísticamente bueno. ¿Por qué no podemos hacerlo compatible?

 No quiero concluir, sin decir algo que me parece de suma importancia: Escudriñando documentación muy antigua, se descubre que en los siglos IX y X de nuestra era, en los coros de los monasterios cistercienses, se cantaban lo que se denominan SECUENCIAS DE NAVIDAD. Son piezas que bajo la forma de canto llano, aluden motivos relacionados con el nacimiento del Niño Dios. Desde mi punto de vista, estos cantos, no pueden ser considerados villancicos, porque ni proceden de las villas, ni tienen nada que ver con las cantigas que mencionábamos al inicio de este trabajo. Son muy pocas las bibliotecas que conservan estos archivos o pequeñas partituras de canto llano, pero alguna hay afortunadamente. Además, hay grabaciones discográficas, no de los cistercienses, evidentemente, pero sí de los monjes del monasterio de Santo Domingo de Silos. Estas grabaciones, están en el mercado.

 

Madrid, diciembre del año 2016.

 

Autor: Hilario Alonso Sáez-Bravo. Madrid, España.

hilario-conchi@hotmail.com

 

 

 

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