AB LIBITUM” –a su manera-

 

¿A la manera de quién…?; resulta que estaba pensando, pues esto de pensar es una forma de existir, “cogito, ergo sum”, según el genial René, sí Descartes, una de los creadores de la ciencia moderna y del pensamiento racionalista de la contemporaneidad. De repente se me viene a la mente la figura de ciertos personajes más o menos actuales, fémina administradora que fue de la “cosa pública”, ni más ni menos que ministra del gobierno de España, ahí es nada. Veo claramente “sus maneras”, las maneritas que lo mismo zarandeaba el diccionario de la Real Academia Española, que empujaba la Constitución del setenta y ocho. La dicha ministra era una chica liberada, rompedora, reformista o más bien revolucionaria. Los participios, al parecer, son una chorrada, despierta ella, dicharachera, simpaticona, se atranca y se desatranca, ¡qué más da!, porque el desparpajo es lo fundamental en esta era de la mediocridad y de la indigencia intelectual en la que estamos instalados. Muchos tuvimos la oportunidad de verla y oírla en memorable comparecencia ante los medios. Fue entonces cuando volvió a cocear al DRAE, al tiempo que se cargaba materialmente la pretensión de inocencia cuando propuso quitar a los varones, acusados de maltrato, la posible custodia de sus hijos, sin sentencia previa ni nada por el estilo. Es decir, aquello de primero disparo y luego pregunto, porque, ¿qué pasa si son declarados inocentes…?

Hace pocas fechas saltó la polémica en un centro educativo. La mayoría de las madres y de los padres protestaban por la orden de retirar los crucifijos de las aulas, y todo debido a la denuncia de un solo señor. Como “hay gente pa to…”, que diría aquél, aparece alguien defendiendo la medida bajo el argumento de que somos un “estado laico”, cosa que no es verdad, pues la constitución habla de estado aconfesional y, por lo tanto, “es preciso eliminar de los centros pagados con dinero público, determinados objetos no aceptados por otros”. Sin embargo, la pretendida lógica argumental de semejantes aseveraciones choca con otras argumentaciones superiores. ¿A dónde podríamos llegar por ese camino…? Es evidente que a la desnaturalización de una sociedad que, como la española y occidental, tienen un firme basamento cristiano.

Recuerdo lo ocurrido a Santiago, aquel revolucionario extremista y radical, educado en la fe cristiana, cuando, ante tamañas propuestas, llegó a la conclusión de que, si había que eliminar los crucifijos de las escuelas para no herir ciertas sensibilidades, de la misma manera sería preciso derribar templos, catedrales, obras de arte que pregonan sus orígenes en lugares públicos, así como prohibir toques de campanas y procesiones…. Está claro que el amigo Santiago se asustó…. No es para menos.

Y estas “cosillas” de nada, esas “maneritas”, son con las que se pretende distraer al personal de la gravísima crisis económica que azota a España mucho más gravemente que a la mayoría de los países occidentales, precisamente porque aquí el gobierno se dedicó a marear la perdiz, primero negando todo y, más adelante, mirando hacia el lado opuesto. Con esas “maneritas” hubo un presidente hazmerreír de los dirigentes mundiales, el peso internacional de España fue de lo más liviano que se despacha porque aquel Gobierno no supo administrar la bonanza económica y mucho menos paliar la crisis con medidas adecuadas.

Por último, dichas maneras, las maneritas, han logrado exacerbar al nacionalismo más rancio que ya no disimula sus propósitos. Mal otoño el que veremos tras la pausa veraniega y más con los actuales resultados electorales, locales y autonómicos, por ahora. No sólo mueren las hojas, nuestra sociedad está muy, pero que muy enferma.

 

Autor: José Mª Dabrio Pérez. Huelva, Andalucía, España.

 

jmdabrio@gmail.com

 

 

 

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