Tengo
mucho tiempo, me pongo a limpiar.
Esto
está que brilla, vaya aburrimiento.
Entro
a la cocina, cojo el delantal,
Voy a
la terraza y riego los tiestos.
Sale
el alguacil del Ayuntamiento,
La Paca,
la Trini, la Julia, el Anselmo,
se
encuentran, se ríen, ¡qué arreglados van!
Me he
vuelto cotilla por la soledad.
Abro
la nevera y cojo un pastel.
Me
siento muy sola, me quedo pensando.
Me
comería otro, me estoy engordando.
Los
hijos marcharon, dejaron el nido.
¿Él me
abandonó?, ¿se ha muerto?, ¿SE HA IDO?
Lo
examino todo, lo vuelvo a mirar,
Llorando
día y noche en mi soledad.
Una
buena amiga, un día me contó:
-"Chica,
no te apures, tienes solución
Mañana,
en mi casa, después de almorzar,
Con
CANAL-SUR-TELE, vas a conectar"
Poco
me esperaba lo que presencié:
Fulano,
Mengana, Paquita y Daniel,
Cuentan
sus historias, que vienen a ser,
Igual
que la mía, derecho y revés.
Cojo
el aparato, mi amiga me indica.
-"todo
está arreglado, ya tengo mi cita".
¡Mujer
atrevida! ¡Vaya sofocón!
Me tiemblan las piernas, late el corazón.
¿Qué
diré a mis hijos, a mi madre, al pueblo?
y vaya
usté a ver qué dice mi yerno.
Todos
lo sabrán, mañana no salgo ni a comprar el pan.
¡Peor
el remedio que la enfermedad!
Corriendo
los días, se me va pasando.
Entre
broma y veras, me voy conformando.
¿Limpieza
de cutis, me cortaré el pelo?,
Ensayo
posturas, me miro al espejo.
Tengo
que cuidar que tuerzo la boca.
Todos
me aconsejan, yo me vuelvo loca.
Y
llegado el día, el pueblo se vuelca.
Estoy
aturdida, ¡Señor, que vergüenza!
Ya
salto a las ondas, y el presentador,
¡Ay,
qué hombre tan grande, válgame el Señor!
Me vio
reflejada en el monitor:
¡Cómo
me ha dejado el maquillador!
Me han
hecho un peinado favorecedor
Y
sobre la frente me cae un mechón.
Los
ojos, la boca, todo muy realzado,
Y
apenas se nota que la tuerzo a un lado.
También
en la imagen se nota muy claro,
El
cordón de oro, a plazos comprado.
Pendientes, pulsera, la sortija a juego,
Y el
reloj moderno de diseño nuevo.
Me presenta
al público: -"se llama Leonor",
Y está
con nosotros, por si algún señor,
Entre
los cincuenta y sesenta y dos,
Que
sea cariñoso y conversador,
Que le
guste el campo, el viajar, el baile,
Que no
tenga cargas, ni sea bebedor,
Quisiera
aceptar su proposición.
Ahora,
Juan y Medio, el presentador,
Habla
de mi infancia, y mi adolescencia.
Me
pregunta cosas, se mete en materia.
Llegado
al casorio, hay mucho que hablar.
-"Cuando
conocí al que fue mi esposo,
La
misa, el rosario, hija de María,
Ese
era mi mundo, lo que conocía.
Yo era
una chiquilla, y él casi un mocoso.
Y no
lo encontraba nada sospechoso.
Siempre
le gustaba la luz apagá.
"Ven
por la vereda, que está más cerquita,
quítate
el abrigo, te vas a asfixiar
si te
doy un beso, no va a pasar ná.
Y dame
las manos, las tienes helás,
déjame
meterlas en este bolsillo,
y
verás que gusto te da el calorcillo.
Y
tenía razón, mis manos estaban en congelación.
"Ay,
Pepe, ¿qué es esto tan largo que tienes aquí?
Pa que
te calientes. Apriétalo así"
Juan
se vuelve al público, que ríe gozoso.
pero
no es pa tanto, porque en aquel tiempo,
le ha
pasao a muchas, lo tengo por cierto.
Después
del permiso, que pidió a mi padre,
ya
podía mi novio, venir por las tardes
Estaba
la abuela, sin pestañear,
sentá
en la camilla, no podías ni hablar.
Y me
amonestaba antes que viniera:
Cuidao
con la enagua, y las manos fuera.
A
pesar de eso, el mú aprovechao,
o me
daba un beso, o me hacía un morao.
Como
era mi abuela la que nos cuidaba,
y se
levantaba a la madrugá,
muchísimas
veces, daba cabezás.
Un
día, que la vimos adormilailla,
corriendo
nos fuimos tras de las casillas.
Pepe
me arrastraba, yo retrocedía.
Juan y
Medio dice, con su picardía:
-"¿Tú
no disfrutabas, es que no querías?"
-"Yo
estaba asustada, aquello dolía"
Ahora
Juan y Medio, consulta a la sala,
lo
hace sin palabras, solo con miradas.
En la
sala suenan murmullos sin cuento,
que no
dejan claro, si blanco, si negro.
-"A
los cuatro meses, aquello abultaba,
hubo
casamiento, la gente ya hablaba.
Como
fue de prisa, no teníamos nada,
gracias
que mi suegra nos prestó una cama,
y un
cuarto, que hizo, juntando las tablas.
Pero
si en la noche te extralimitabas...."
El
público, ahora, ríe a carcajadas.
-"Lo
que yo soñaba de color de rosa,
se
puso muy negro, después de la boda.
Vivir
con la suegra y con dos cuñaos,
que
aunque yo limpiaba, no tenían cuidao.
porque
ya en la puerta, había un empedrao,
por el
que a la cuadra, entraba el ganao.
Allí,
embarazada, mi paz añoraba.
¡Esto
no es aquello con que yo soñaba!
Pepe era
muy bueno. Todavía sumiso.
Con
una hipoteca, compramos un piso.
cuando
nació el niño, nos fuimos de allí.
Durante
algún tiempo me sentí feliz:
mi casa, mi Pepe, solitos al fin.
Y si
hay condiciones, el amor florece.
cinco hijos
nacieron de Leonor y Pepe.
Papillas.
Pañales. Se está resfriando.
Se le
cayó un diente. Otro ya está andando.
Por
amor a ellos, me fui descuidando,
y
cuando acordé, Pepe me engañaba con otra mujer.
Siempre
disgustado, se le vio cambiando.
Ya no
respetaba que estaba criando.
saliendo
y entrando si estaba fregando,
volviendo
a acostarse ya de madrugá.
Yo
quería dejarlo, me tenía cansá.
mandando,
exigiendo, no quería que hablara con la vecindad.
Él no
tenía amigos, ni fútbol, ni na,
y con
las vecinas, la tenía tomá:
Qué
vieja, qué fea, esa está chalá.
Le
pega a los niños, que no han hecho ná.
Tendría
que dejarlo, pero a estas alturas,
la
gente, mi madre, la vecina, el cura.
Y no
es eso solo, que está la hipoteca,
que a
nadie le deja levantar cabeza.
Le temía
al escándalo, tenía que aguantar.
Y
pensé dejarlo para más allá.
Hace
quince años, Pepe se me fue
No era
buen marido, pero pienso en él,
me
siento muy sola al atardecer
Lo que
estoy buscando, bien pudiera ser,
de
sesenta años, nada de beber,
que no
tenga hijos, fumar, un poquito,
mejor
que esté sano y tenga buen tipo.
Y no
dice más, porque ya el teléfono, empieza a sonar.
Juan y
Medio coge el auricular.
-"déjate
de nervios, la suerte está echá.
Una
voz potente lanza el altavoz:
-"Me
llamo Agapito, me gusta Leonor,
esta
es la razón porque llamo yo.
Juan y
Medio dice: -"pregunta, Leonor".
-"¡Buen
día, Agapito" y pienso en silencio:
-"¡Hijo
de mi arma, qué nombre te han puesto!"
quisiera
saber, tus años, tus gustos y cual es tu pueblo,
tus
hijos, tu casa, detalles sin cuento.
Mi
casa la tengo junto al mar azul,
ya
tengo sesenta, y me gustas tú.
Yo
sigo soltero, estoy pa estrenar.
Vivo
en mi cortijo, tengo un buen pasar,
dos
perros, tres gatos y mucho terreno para cosechar.
Si
algo no te gusta, no pases cuidao,
que
eso lo cambiamos como está mandao.
Y del
asuntillo, del baile y viajar,
pecata
minuta, que bailar ya sé.
Y nada
de INSERSO, que en Mercedes Benz,
nos
desplazaremos si te viene bien.
No
bebo, no fumo, mido uno noventa,
y aún con
la chaqueta, no llego ni a ochenta.
Leonor
le contesta con sonrisa abierta:
-"Pues
al parecer, vas que ni pintao.
-¡"Caramba,
Agapito, ¡cuánto me has gustao!
Cuando
nos veamos, podemos tratar
algún
detallillo, cosita de na".
Y es
que está pensando, que con ese nombre,
difícil
lo tiene para enamorar.
y
quizá por eso, estas alturas está pa estrenar.
Leonor
se levanta, y muy natural,
se
dirige al público, le hace callar.
-"¡Gracias
Juan y Medio,
porque
eres genial,
dando
a los mayores la felicidad!".
ARRAYÁN
(Seudónimo
de una "granaína" viejecita, que vive en Alicante)
Autora: Brígida Rivas Ordóñez. Alicante, España