Integración escolar de los niños ciegos.

 

El tema que tratamos, no está, ni mucho menos, exento de dificultad para poder ser debidamente analizado y emitir una opinión que satisfaga a las personas que me lean. Estando la ceguera dentro de una problemática complejísima, desde cualquier punto de vista o aspecto que se la contemple, La educación, enseñanza, formación e instrucción de los ciegos, no es tarea fácil.

 Partimos de las siguientes premisas: Hay dos corrientes de pensamiento totalmente distintas y diametralmente opuestas: Unos, sostienen la idea de una enseñanza especializada y personalizada, adecuándola a la situación y circunstancias del niño ciego en cada caso, es decir, del niño ciego de que se trate. Más adelante, especificaremos estas circunstancias. La otra corriente ideológica, entiende que los niños ciegos, deben integrarse desde el momento de su escolarización, en escuelas normales y ordinarias, con niños no ciegos. Hay que decir, que esta corriente de pensamiento, es la mayoritaria.

 Partiendo de estos dos presupuestos, permítaseme una exposición de motivos y un análisis de los mismos. Quiero indicar la dificultad del análisis y su improbable objetividad, porque el autor de este trabajo es ciego, y él va a apelar inevitablemente a su experiencia personal, que va a contar y mucho, a la hora de opinar.

 Si nos atenemos a una de las definiciones del diccionario de la RAE, el verbo integrar, significa “formar parte de un todo”. En este sentido, podemos decir sin ningún miedo, que los ciegos por el hecho de haber nacido, formamos parte de la especie humana; somos parte de un todo social, de un todo humano y en definitiva de un todo cósmico. La cuestión es, cómo nos insertamos, cómo nos ajustamos, de acuerdo como se dice ahora, a las circunstancias que implican nuestra diversidad funcional

 Lo primero que tenemos que indicar, es que la ceguera tiene muchas causas que deben tenerse en cuenta a la hora de encuadrar al niño en el lugar desde donde hay que partir para su correcta educación y formación. En segundo lugar, digo que me refiero única y exclusivamente a los niños ciegos totales o como mucho, a aquellos que tienen un resto visual tan mínimo, que dicho resto no les permite ver lo elementalmente indispensable para seguir una clase en la que se expongan gráficos o similares. Incluso dentro de los niños ciegos, los hay que no ven nada y que no han visto o no recuerdan haber visto nunca, Los hay que han perdido recientemente la vista, otros tienen un resto visual ínfimo, otros ven luz, pero nada más, etc., lo que complica extraordinariamente el problema. Y ahora ya, sin más dilación, si ustedes me lo permiten, yo voy a contar mi experiencia personal:

 Soy ciego de nacimiento. Nací en un pueblito próximo a Madrid. Cuando tenía seis años, mis padres me ingresaron en la escuela de mi pueblo,o mejor que me ingresaron diré que comencé a asistir a la escuela de mi pueblo, que entonces era una escuela unitaria, y yo era el único alumno ciego. Asistía como un alumno oyente, porque la maestra no sabía braille y desconocía las técnicas más elementales para la enseñanza de los niños ciegos. Estuve en esa escuela durante dos años, hasta que ingresé, ahora está dicho con toda propiedad, en el colegio de ciegos. Allí, sí aprendí braille y cómo era un 5, un 2, en fin, a conocer, cómo eran los números que mis amigos de la escuela normal, ordinaria, dibujaban o pintaban en el encerado, en la pizarra. ¡Tranquilos! No se me enfaden los integracionistas, porque hablamos casi de la prehistoria. Y ya, cuando te adentras en la enseñanza de grado medio o en la enseñanza de grado superior, Naturalmente asistes a clase en aulas donde hay gente de todo tipo, clase y condición social, no ciega, ¡indiscutiblemente! ¡La vida es así! ¡Tiene que ser así! Pero, estamos hablando de la educación y enseñanza integrada de niños ciegos

 En España, la práctica totalidad de los ciegos, reciben educación y enseñanza en escuelas normales u ordinarias. Habría que preguntar a quien nos lo pueda decir, que cómo les va. No cabe la menor duda, que la integración de los ciegos en escuelas normales, es un ideal. Ahora bien, yo pregunto: ¿Todos los niños ciegos pueden integrarse? ¿Cuál es el precio de la integración?

 Hace varios meses, coincidí en una reunión con ciegos universitarios, y pude constatar que no sabían operar aritméticamente si no era con una calculadora. Se me dirá que en el momento presente, todo el mundo opera del mismo modo. Eso es así, pero a mí no me vale. Nosotros los ciegos tenemos que reconocer que nuestros niños son verbalistas. Eso quiere decir, que su cultura de objetos, de formas es escasa. Nuestra cultura es auditiva. Al menos debiera ser táctil, pero no tocamos, y sí oímos. Las máquinas nos leen y nos hablan y nosotros escuchamos lo que nos dicen; no leemos propiamente dicho. Cuando el señor Hollande, presidente de Francia o la señora Merkel primera ministra de Alemania hablan en televisión, en la pantalla, figura escrito lo que dicen, pero ya no se traduce, por lo que los ciegos, no nos enteramos a no ser que sepamos francés o alemán. ¿Qué sucede cuando en clase se pone un vídeo o se escribe en la pizarra? ¿Cómo se entera el niño ciego que asiste a esa clase? Cuando un tema se trata a través de diapositivas, ¿Cómo se explica esto al niño ciego? ¿Quién se lo explica? Y cuando en el recreo se juega al fútbol, ¿Cómo participa el niño ciego?

 Y esto, en el mejor de los casos, porque yo hablo de niños ciegos, y nada más. Pero los niños ciegos con otras deficiencias o trastornos asociados, ¿Cómo lo hacemos?

 Pienso que la integración es un ideal, y que todo es posible en función de la capacidad del individuo de que se trate. Es absolutamente imprescindible, que si queremos integrar en la escuela a nuestros niños ciegos, a los que se puedan integrar, tendremos que darles el apoyo necesario y suficiente para que puedan saber lo que se muestra mediante vídeos, diapositivas, pizarras, organigramas, diagramas, etc. Etc... Para ello, personas especializadas tendrán que acudir periódicamente a las escuelas donde la presencia de un niño ciego lo requiera, y hacer que ese niño siga plenamente el programa. Esto, no es fácil, pero sí es posible. La enseñanza integrada es mucho más barata que la enseñanza especializada. Acerquémosla, todo lo que sea posible, pero sin quimeras, delirios ni utopías.

Madrid, 7 de marzo del 2016

 

Autor: Hilario Alonso Sáez-Bravo. Madrid, España.

hilario-conchi@hotmail.com

 

 

 

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