El zenith: Un
crucero Inolvidable. Los invito a
acompañarme por una semana a navegar sobre
Un crucero Mágico en el que iremos
al Caribe para disfrutar de las comodidades del buque y los atractivos de Aruba,
Santa Marta y Cartagena en Colombia y Colón en PANAMÁ
A las 7 de la mañana abordamos uno
de los 28 buses que nos dejarían en Puerto Limón donde el Zenith, un buque con
capacidad para más de 2000 personas nos esperaba.
Desplegué mi bastón para pasar la
plataforma que me conduciría del muelle a la embarcación donde cerca de 600
trabajadores se esmerarían para que los 1700 turistas de Costa Rica nos
sintiéramos felices esas 7 noches en que permaneceríamos en alta mar.
La publicidad de la empresa afirmaba
que: “El Zenith es modernidad, diversión,
aventura y una gastronomía de primera, son las principales características de
este crucero que operamos bajo la bandera de Croisières de France. Es una de las
obras maestras de la navegación en buques de pasajeros, por su comodidad y su
diseño elegante y estilizado. En él encontrarás todo un mundo de diversión,
placer y entretenimiento especialmente creado para ti, con actividades para
todos los gustos y edades, mientras recorres los distintos destinos del
Caribe.”.
Nuestro
dormitorio en el sexto nivel, nos recibió con el equipaje en la puerta,
ingresamos para encontrarnos con unas instalaciones para cuatro personas (dos
camas y un camarote plegado a la pared).
Un
televisor, aire acondicionado, teléfono, ducha con agua caliente, lavamanos e
inodoro.
Caja de
seguridad, mesas de noche con muchas gavetas y un cómodo lugar donde guardar la
ropa eso sí, era recomendable cerrar bien todas las puertas y gavetas para que
no se abrieran con el movimiento del zenith.
En el
recorrido por los diversos niveles, encontramos bares, piscinas, yacusis,
biblioteca, discoteca, sala de teatro, restaurantes, tiendas, salas de espera,
espá donde una joven de Letonia me ofreció un masaje gratuito de espalda.
Me senté
en la silla especial y pronto la rubia aplicaba aceites y conocimiento para mi
deleite.
El casino
merece un comentario aparte pues nunca había estado en uno de ellos y por eso,
ingresamos y pronto supe que dos máquinas, eran muy accesibles para las
personas ciegas.
Se trata
de la traga monedas, aquí es muy sencillo, se introduce la moneda en la ranura,
se baja una palanca, si la moneda mueve a sus predecesoras, éstas caerán para
que las recojas, de lo contrario, se sumará al puño existente.
La otra,
se inserta la moneda en la ranura, hay cinco teclas dispuestas en forma
horizontal, cada una indica la cantidad de dinero que queremos apostar de la
moneda que introdujimos.
La
pulsamos y la máquina emite ruidos que nos permite saber si ganamos porque hace
sonidos constantes o perdimos porque éstos se acallan muy rápido.
Desayuno
con el plato típico costarricense (Gayo pinto) tortillas, pan, huevos, jugos…
Almuerzo
y una cena a la carta.
Cerca de
6000 platos diarios para los turistas y 50000platos a la semana para todos.
Los
camareros y encargados del bar, eran de lugares tan diferentes como la isla de
Mauricia en África, Guatemala o Finlandia.
Por la
noche a las 8, actividad artística, teatro, música, danza, humor….
Una
noche, el anfitrión preguntó si había una pareja de luna de miel, les pidió que
pasaran al frente, el cantante y animador les ofreció dos sillas donde se
sentaron.
El joven
debía dirigirle unas palabras a su amada y así lo hizo.
Luego les
indicó que irían a Europa, se volvían a ver incrédulos, que sería a Venecia.
Dijo que
el premio no esperaría mucho que sería de inmediato.
Se
apagaron las luces, apareció en la gran pantalla Venecia, Enrique puso en
marcha la música de la canción O Sole Mío interpretada en vivo por zicke
Rodríguez.
Los
jóvenes molestos, abandonaron su sitio de honor pero el resto disfrutamos de
ése viaje imaginario a la ciudad romántica por antonomasia.
Otra
noche, el actor, invitó a una señora de unos 70 años a que pasara al escenario,
interpretaba una canción romántica y la señora hacía que se desmayaba entre sus
brazos… aplausos para todos.
Los
espectáculos eran muy visuales, recorrido por el cine, la historia y el arte
contado desde la música, danza, ballet, coreografías, en las imágenes proyectadas…
En Aruba,
tuvimos algunas horas para recorrer sus playas, centros comerciales y pequeños
quioscos con diversas artesanías.
Una hora
más tarde de lo señalado, el buque partía hacia Santa Marta.
Algunos
pasajeros comentaban que cinco turistas no llegaron a tiempo y el capitán no
pudo darles más horas de espera.
En Santa
Marta, los grupos viajaban en excursiones pagadas de previo o bien lo hacían
por su cuenta, pudiendo visitar la catedral, bares, restaurantes, el parque de
los novios o el palacio municipal.
Al día
siguiente, Cartagena nos recibió con su museo del oro, el palacio de la
inquisición, las murallas de la ciudad sobre las cuales caminamos y me detenía
a tocar los cañones. ”Soy estudiante de turismo e historia” nos dijo un joven,
nos brindó una breve reseña y nos ofreció artesanía local.
Otros
peleaban pues se acercaban a los turistas, decían el mismo discurso y exigían
un pago por su información.
Vimos
pasar la cazadora con música en vivo pero el recorrido era de cuatro horas y el
tiempo no era tan benevolente con nosotros por lo que desistimos de hacerlo.
Unos
amigos que se conocieron en los bares del crucero, tomaban Águila o alguna otra
bebida cuando uno de ellos se percató que ya no tenía tiempo ni dinero para
quedarse.
Les
invitó a regresar pero los otros no hicieron caso.
Con los
pocos pesos que tenía en el bolsillo, tomó un taxi y pidió al conductor que lo
llevara de prisa al muelle.
Pagó,
bajó, sólo para comprobar que estaba en el desembarcadero industrial y no en el
de los cruceros.
Sin
dudarlo, emprendió una loca carrera para llegar cuando ya estaban recogiendo la
plataforma para zarpar.
Le
preguntaron cual de los tres nombres que aparecían como faltantes era el suyo
por lo que presumió que sus dos compañeros no llegaron a tiempo.
El
sábado, llegamos a Colón Panamá, ahí era posible desplazarse A LA ZONA LIBRE
PERO COMO ES EL DÍA EN QUE CIERRAN, SOLO ENCONTRAMOS UNOS CUANTOS
establecimientos abiertos, si se quería mayor variedad, era posible viajar en
excursión o contratar taxis para ir a los centros comerciales o al canal de
Panamá.
El
domingo atracamos en Puerto Limón y los buses luego de pasar por aduanas, nos
dejaron en San José donde cada uno regresó a su hogar.
Autor: Roberto Sancho
Álvarez. San José, Costa Rica.