Batalla
jurídico-política en el Caribe colombiano.
Antes de exponer mis
consideraciones, Me gustaría sentar una premisa:
Mis opiniones sobre el tema a tratar, no son
opiniones profesionales, y por tanto están desprovistas de autoridad, por lo que
no pretenden sentar ninguna cátedra. Son puras reflexiones y observaciones
personalísimas y subjetivísimas. Y dicho esto, paso a relatar un hecho, y a
exponer mis puntos de vista.
Se sabe que el mar Caribe en general y el
Caribe colombiano en particular, es un cementerio de buques españoles, hundidos
por la piratería británica. Yo diría que es un cementerio de barcos, de
mercancía y de restos humanos. El mar por ahora, parece que lo aguanta todo.
Desde 1982, el gobierno colombiano viene
tratando o negociando con una compañía norteamericana cazatesoros marinos, las
condiciones económicas de reparto y de todo orden, por los rescates de los
respectivos naufragios ocurridos en sus aguas jurisdiccionales y territoriales.
Si no estoy mal informado, el gobierno colombiano estableció que cobraría a la
compañía cazatesoros un cincuenta por ciento de la mercancía rescatada; pero
creo que otro presidente colombiano dijo que sería el cinco por ciento, y aquí,
me pierdo; porque no sé si cobraría Colombia el cinco por ciento, o sería la
empresa norteamericana la que cobraría ese porcentaje. En todo caso, voy a
pasar a los hechos más recientes, que es realmente lo que importa, y que son el
objeto fundamental de este artículo:
Al parecer, se han localizado en el Caribe
colombiano, y más concretamente, frente a las costas de Cartagena de Indias,
los restos de un galeón español, llamado San José, que hundió una cañonera
británica, en la primavera de 1708. Es decir, hace justamente 307 años. No
sabemos, yo al menos no sé, las condiciones actuales del buque ni de su
cargamento. Puede que el barco se halle en perfecto estado de conservación, lo
cual dudo muy y mucho, lo que se fabricaba entonces nada tiene que ver con lo
que se construye hoy, puede que el tiempo, la erosión y la salitre, haya
surtido su efecto y se encuentre en no se sabe qué grado de deterioro. En
cualquier caso, dicen las noticias que hasta mí han llegado, que iba cargado de
monedas o lingotes, yo tengo la sensación que sería de esto último, de oro y
plata y de esmeraldas, que son piedras preciosísimas. La mercancía procedía de
Perú, e hizo escala en Panamá. El destino era el puerto español de Cádiz. Y la
disputa está servida. Llevaba el barco además una carta humana de 600
pasajeros; pero a efectos económicos e incluso jurídicos, eso, seguro que es lo
que menos importa. Creo que El Perú era un virreinato español; pero dirán que
eso ya pasó a la historia, que los españoles fueron unos esquilmadores,
imperialistas, colonialistas y tiranos, y que eso es mercancía robada. No
obstante, y lo que a mí me importa a efectos de este pequeño trabajo, es que se
entabla una batalla jurídico-política entre Colombia, España, la compañía
norteamericana cazatesoros, y puede que quieran intervenir Panamá, donde el
buque hizo escala y Perú, país de procedencia del buque y de la mercancía que
cargaba. El presidente de Colombia Don Juan Manuel Santos, ya se ha apresurado
a decir, Que todo lo que se localice y se rescate del caso que nos ocupa, es
única y exclusivamente patrimonio colombiano. Entiendo yo, que las autoridades
españolas, sin que sirva de precedente y hasta el momento, están guardando un
prudentísimo silencio y me consta que el asunto se está llevando con absoluta
discreción y mesura. Se barajan varias cifras con respecto al valor de la
mercancía que puede hallarse en el galeón. Aquí se habla de un montante de
cinco mil millones de dólares USA, lo que equivale a más de cuatromil
quinientos millones de euros. Pero las noticias que me llegan a mí de las
Américas, hablan de hasta diecisiete mil millones de dólares. ¡Mucho es eso!
¿No?
Cuando hace más de cincuenta años, yo
estudiaba derecho político y administrativo para unas oposiciones, a las que
por supuesto me presenté, con cierto éxito, me enseñaron, no sé si mal o bien,
Que las embajadas, consulados, oficinas diplomáticas, aviones y barcos de los
distintos países del mundo, se consideraban a efectos jurídicos y políticos,
prolongación de los países a los que representaban y abanderaban y que por
tanto, gozaban de los beneficios de la extraterritorialidad. Las actuales
relaciones hispano colombianas, son muy buenas. La colonia colombiana en España
es muy numerosa y los intereses españoles en Colombia, también lo son. El
momento, es extremadamente difícil, y hay que esperar, que ambos países lleguen
a un acuerdo que satisfaga plenamente el deseo de los dos.
Hay algo, a lo que me cuesta trabajo dar
crédito: Después de trescientos siete años del suceso, ha aparecido familia de
algún náufrago que podría personarse en el más que posible litigio. Si esto es
así y el presunto familiar litigante obtiene algún éxito, ¿Quién le tendría que
indemnizar? ¿El Estado Español?
Madrid, enero del 2016.
Autor:
Hilario Alonso Sáez-Bravo. Madrid, España.