El caudillo ausente
Texto leído el 28 de noviembre de 2015 en un
desayuno-homenaje que su viuda Patricia Palma organizó para cerca de 200
invitados en Chetumal, Quintana Roo. México.
A dos
años de la ausencia física del profesor Artemio Kaamal Hernández, las preguntas
siguen siendo las mismas: ¿Por qué el destino vino a truncar tan pronto la vida
de un hombre que había hecho un apostolado del servicio a sus semejantes; que
había emprendido un largo y azaroso peregrinar por el viejo Mayab, llevando su
reclamo permanente y exigiendo la reivindicación de los de su sangre? ¿Por qué
así de prematura su partida, cuando su tarea más loable y trascendente en este
mundo ya rendía buenos frutos y le merecía el respeto y el reconocimiento por
los poderosos?
¿Por qué, el padre
Tiempo no le permitió realizar sus más caros sueños ni consolidar sus más
elevados proyectos; o tan siquiera, encontrar y preparar a quienes habrían de
continuar la magna obra? Fueron siete años, --de 2006 a 2013-- durante los
cuales KUXA’ANO’ON, A. C. el Foro permanente sobre política indígena trabajó
incansablemente en busca de su propia historia y la valoración y defensa de su
idioma; exigiendo también, el reconocimiento para sus caudillos, sus ritos y
ceremonias, así como el respeto a sus tradiciones y costumbres.
Kuxa’ano’on, que
significa ‘Vivimos’ bien puede ubicarse en el otoño de nuestra moderna
cronología, porque fue el 8 de octubre la fecha señalada para dar inicio, año
con año, a la larga jornada en favor de la identidad y la cultura étnica de los
pueblos de América. Una fecha de gran significado para el Quintana Roo actual,
por ser el punto de partida hacia la soberanía estatal y la culminación del
periodo de 150 años del federalismo mexicano.
Kuxa’ano’on,
‘Vivimos’ se dejó escuchar entonces, cada vez con mayor fuerza y por un
creciente número de ciudadanos, a lo largo de diez días desde Chetumal hasta
Villahermosa, Tabasco, en sendos actos realizados en plazas, escuelas, recintos
municipales, universidades, teatros y cementerios de Felipe Carrillo Puerto,
José María Morelos, Tihosuco, Tepich, Tulum, Valladolid, Tixkakalkupul,
Chichimilá, Sotuta, Kisteil, Yaxkabá, Ticul, Maní, Tzucacab, Peto, Muna,
Mérida, Tenabo, Champotón, Centla, Tacotalpa y Villahermosa.
“El pensamiento
indígena actual, con todo y sus divergencias, tiene un valor propio que se
manifiesta a veces en forma sutil, pero perseverante en el plano social,
cultural, político y económico; donde no busca tratos preferenciales, (pero
que) sustenta desde hace más de 500 años una igualdad de oportunidades”
precisaba Artemio Kaamal en el punto II de su manifiesto a las culturas
contemporáneas y en su mensaje solidario con las organizaciones hermanas de las
Américas.
Vivimos, debe ser
escuchado en la actualidad, con el mensaje subliminal que indudablemente
contiene, porque el otoño peninsular también involucra la gesta del 12 de
octubre, del cual los mayas, al igual que otras etnias, artistas, intelectuales
y revisionistas de la historia sostienen la tesis “de que la invasión
occidental vino a destruir la armonía de nuestros pueblos... pero nos motivan a
demandar que se respete nuestro proyecto de una nacionalidad pluriétnica y
multicultural”.
En cuanto a la
naturaleza profunda del foro permanente, este también debe estar inspirado en
el significado del mes Zeec del calendario maya, cuyo inicio corresponde al 4
de octubre. Era tiempo en que no derramaban sangre, los dioses venerados eran
los cuatro bacabs, especialmente Honil. Ofrecían a los bacabs platos con
figuras de miel y los mayas bebían un vino llamado balché, el cual se procesaba
de la corteza de un árbol de ese nombre y los apicultores regalaban miel en
abundancia,
Kuxa’ano’on ahora
está en sueños, en la orfandad total. Las jornadas de desagravio cesaron y aún
sus aportes materiales van desapareciendo. ¿Dónde están los bustos de bronce de
Cecilio Chi, Jacinto Pat y Manuel Antonio Ay, sustraídos durante la
remodelación de la avenida Héroes? ¿Dónde, las ceibas plantadas en espacios
públicos, como la del Congreso del Estado, en el lugar ahora ocupado por la
“cápsula del tiempo”? ¿O es que, un soberbio ejemplar del árbol sagrado de los
mayas –como pudo llegar a serlo--, plantado en medio de un bello y significativo
ritual, no es merecedor de un espacio digno, y nada podía decirle a la
posteridad, como sí lo hará, supuestamente, un mensaje político?
Artemio Kaamal
Hernández falleció hoy hace dos años, pero antes que él ya habían dejado la
vida terrenal otros compañeros de la misma lucha: Adolfo Cab Poot, Genaro Poot,
Luis Serrano Trujillo y Clemente Orozco Romero; un dolor acumulado que sin duda
influyó en la temprana muerte del caudillo. “Artemio empezó a morir cuando
murió cada uno de sus amigos” Así expresa su dolor Patricia Palma Olvera, quien
siempre caminó a su lado, compartiendo con él triunfos y adversidades.
Otra pregunta sin
respuesta: ¿Quién habrá de continuar la titánica tarea que se había echado a
cuestas el caudillo ausente? Es ahí donde surgen los dilemas del destino y
donde los sentimientos humanos se cruzan y confunden. Empero, Artemio Kaamal
debe ser recordado, así con la pena que nos deja su partida, como también con
el optimismo y esperanza intrínsecos en su mensaje y sus actos. Son tantos los ejemplos
que nos deja, que necesariamente alguien podrá retomarlos ahora mismo o en el
futuro.
El moderno caudillo
de los mayas ha muerto, pero sigue viviendo en la memoria de quienes lo
conocimos más de cerca, y para dar testimonio de ello nos hemos reunido esta
mañana. Asimismo, y paralelo a una convivencia de índole espiritual, ésta es
una gran oportunidad para conocer más acerca del amigo que partió; de su perfil
humano, proyectos, motivaciones personales y sus sueños por realizar.
Por ejemplo: Artemio
tenía el deseo de realizar un viaje al centro-este de los Estados Unidos. Le
surgió, viendo una serie de fotografías de un partido de béisbol en el parque
de los Cachorros de Chicago. Cierto, era aficionado a este deporte, pero
también quería recorrer las grandes praderas arrebatadas a los cherokis, los
delawares y los mohicanos… hallar en algún museo la razón por la que un país
cuya Constitución proclamaba enfáticamente la igualdad y el derecho a la
libertad, decidiera arrancar a los nativos de sus tierras ancestrales para
confinarlos en reducidas parcelas denominadas reservas indias. Llevando en su
sangre maya el espíritu de los hijos del tiempo y los hombres del maíz, le
fascinaba el ritual que las tribus de Norteamérica celebraban antes de iniciar
una nueva cosecha, llamada “La Fiesta del maíz Verde”, en la que todo era
renovado: Los viejos cacharros, la limpieza de la ciudad y el fuego sagrado del
templo, donde reposaban los huesos de los reyes-sacerdotes. Para Artemio las
similitudes con aquellos pueblos primitivos –que conoció a través de la lectura
del libro “los Pieles Rojas”--, eran muy obvias.
Otro viaje que ya
contemplaba, era al pueblo de Cherán, en el corazón de la meseta purépecha, en
Michoacán. “Quiero aprender de esa etnia admirable, en una visita guiada por un
conocedor de su historia” solía decir poco antes de su muerte.
Cherán es un
pintoresco poblado, casi perdido entre montañas que durante la prehistoria
fueron volcanes. Sus hermosos bosques de coníferas habían sido talados por
años, ante la complicidad de las autoridades y la impotencia de los vecinos;
hasta que una noche de abril de 2011, un grupo de mujeres encendió fogatas,
levantó barricadas y ‘se armó’ de piedras para perseguir a los intrusos. Más de
una resultó lastimada, pero lograron que los esposos y los hijos por fin
asumieran su responsabilidad.
Hubo enfrentamientos
y bajas en los dos bandos: “Esa noche el pueblo se organizó por barrios, y alzó
barricadas y fogatas en las calles para impedir el regreso de los grupos
armados. Ningún partido nos apoyó y por eso dijimos: ‘En Cherán ni un partido
más’ porque sabíamos del mal que nos habían hecho, y todos fueron proscritos
por considerarlos nocivos y divisionistas. La última en intentar algo, fue Rosa
María Molina, candidata a diputada por el PRI-Verde, pero fue detenida e
invitada a retirarse para no ser encarcelada.
Cuatro años después
los cambios han sido radicales: Cherán se gobierna ahora de acuerdo a sus usos
y costumbres. La Asamblea General es la máxima autoridad, seguida del Consejo
mayor y otros, todos electos ‘a mano alzada’ y sin que al pueblo le cuesten un
solo peso. Tales logros, han sido sancionados por la SCJN y Cherán proclama que
su comunidad ha vivido cuatro años sin partidos, sin gobierno, sin corrupción
ni violencia. Entre tanto los niños están dedicados a estudiar, a reforestar
sus bosques, a la música y el teatro, ¿Por qué los mayas no harían algo
semejante? Se preguntó alguna vez Artemio Kaamal.
Otro sueño no
realizado del profesor Artemio, fue el de erigir un nuevo busto y honrar la
memoria de Marcos Canul, el férreo defensor del territorio maya contra las
ambiciones colonialistas de la corona británica.
¿Y habiendo quedado
tantos proyectos ambiciosos sin concluir en la vida de Artemio Kaamal, podría
considerarse ésta como feliz? Sí, definitivamente. He aquí una bella analogía,
escrita unos 400 años a. C. por Herodoto, el padre de la Historia.
En aquel tiempo, el
poeta, legislador y estadista Solón, uno de los siete sabios de Grecia,
visitaba Lidia, cuyo rey era Creso, célebre por su gran poder y opulencia. El
soberano alojó al viajero en su palacio durante varios días, dando orden a sus
servidores que le mostraran sus tesoros y todo lo que había ahí de grande y
precioso. Cuando lo consideró oportuno, y luego de elogiar su sabiduría le
preguntó: ¿Has visto alguna vez al hombre más feliz de todos?
--Sí señor, he visto
a Telo el ateniense.
Creso, que se
consideraba a sí mismo como el más bienaventurado, quedó admirado con la
respuesta del sabio y quiso saber la razón. Este se la dio en forma detallada,
Hela aquí sintetizada:
Tenía una patria
feliz… hijos bellos y buenos… una fortuna razonable… y le sobrevino la muerte
más brillante ayudando a derrotar a los enemigos. Le dieron sepultura pública
tributándole grandes honores.
Creso insistió,
aspirando al menos al segundo premio, pero una nueva respuesta tampoco le
favoreció: “Un hombre, por ser muy rico, no es más feliz que otro que tiene la
subsistencia diaria, si la fortuna no le concede, gozando todos sus bienes,
terminar bien la vida. Debemos ver siempre el final en todo asunto”. Disgustado
el monarca, despidió a Solón de mala manera.
El término de una
vida nunca dejará de ser triste. Pero si ésta rindió buenos frutos y concluyó
entregada al servicio de sus semejantes, ha sido, entonces, la existencia de un
hombre que con sus actos supo hallar el don de la felicidad. Así deberá ser
recordado el profesor Artemio, el último caudillo, legislador, poeta e
incansable luchador de los derechos indígenas.
Autor: Francisco
Bautista Pérez. Chetumal, Quintana Roo, México.
Historiador
del Estado.