PECADOS Y SERPIENTES

 

Ninguna foto eterniza

los minutos más dulces y prohibidos

que prohibidas mujeres

tatuaron en mi cuerpo

y me abrigan contra las tempestades,

cuando el verdor se agota

 y me hunden sus gorriones.

 

En ninguna película,

flota el océano de mi infancia

con sus buques volando sobre los eucaliptos.

Ningún set reproduce la ternura,

pecados y serpientes

que vuelvo música,

esta desolación no confesada.

 

Tal vez no rasgue un solo oboe,

un leal espejo

que traduzca mis redes

 y ascienda hasta el pasado,

pero comprendo al fin el laberinto,

sus pedregales borro

y me sumo al azar que nace con la aurora.

 

 

 

ALUCINANTES MUROS

 

Entre mi padre y yo está la guerra,

aunque a veces las balas sean este silencio,

un silencio que hiere

y levanta arrecifes con dragones,

mentiras herrumbrosas, alucinantes muros.

 

Cuando mis armas eran la inocencia,

año tras año fui

enumerando su demonios

hasta armarle una cruz para cada arponazo.

 

Ahora que la inocencia es un remo invisible,

descubro en mí demonios de mi padre

y la guerra renace como un lobo

que ha visto entre sus uñas

dos sables siempre grises condenados a muerte.

 

Autor: Agustín Labrada Aguilera. Chetumal, Quintana Roo. México.

agustinlabrada@hotmail.com

 

 

 

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