Pegueros y Esperanza.

+ La virtud: Ser para trascender

+ El don: ver con el corazón

+ La tarea: Salvemos Temaca

 

 En el corazón de los Altos de Jalisco, hacia la mitad del trayecto entre Guadalajara y San Juan de los Lagos, hay un pueblo llamado Pegueros, cuyos orígenes se remontan a la medianía del siglo XVIII. Posee el encanto y la serenidad que distingue a las poblaciones alteñas y es, de todas ellas, la que probablemente más ha respetado el tiempo, tanto en su configuración urbana, como en la naturaleza profunda de su gente.

 Si hoy mismo, el viajero llega hasta Pegueros, procedente del Valle de Guadalupe, lo hará extasiado por la belleza de la pradera cubierta de girasoles rosados y flanqueado por las colinas reverdecidas; a su izquierda, el Garabato y el Cerro Gordo, y a la derecha por la barranca y el cerro de La Meza. “Los campos están muy verdes, las cañas ya están espigando y el aire se respira limpio y fresco”, tal como reporta Pablo González Gutiérrez en un e-mail, este miércoles 16. Si viene de Tepatitlán, verá de repente, bajando por la curva de la Ceja, una imagen entrañable e imborrable que siempre se lleva en la mente y en el corazón: la visión panorámica del pueblo, con las emblemáticas torres de la iglesia del Sagrado Corazón. Justo ahí, en el cruce de caminos que todo peguerense conoció desde la infancia, y al que habrá de volver, una y otra vez, mientras continúe girando su rueda del destino.

 ¡Pegueros! En un principio, un mesón de adobe levantado a la vera del arroyo para el reposo del viajero; hoy –a casi tres siglos--, una cena-baile de gala en un hotel de postín y un banquete campestre en un parque de la ciudad de Los Angeles, celebrando el 34 aniversario del Club Pegueros, esa ejemplar institución que ha sabido trascender en el tiempo y la distancia, para dar a su tierra natal todo lo que por sí sola nunca hubiera logrado (1), y que tan bien expresado aparece en su lema: Ser para trascender.

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 Existen dos sitios -podría decirse que perdidos-, en la gigantesca ciudad de México, que por sí solos no tendrían nada de particular, salvo que lo que ahí se hace, quienes lo realizan y para quien va dirigido, los convierte en dos puntos dignos de admiración. Desde ahí se hace el bien a los semejantes, sin importar las propias limitaciones, ni el tiempo que haya que robar al descanso para cumplir con el objetivo.

 Uno de estos se halla en Tlalnepantla: concretamente en el estudio de Bulmaro Landa, un médico de profesión que además se ha impuesto una tarea ardua y no siempre reconocida, como editor de la revista “Esperanza” que, aparte de estar escrita para personas carentes de la vista, buena parte de sus colaboradores también son ciegos o débiles visuales. Esperanza puede leerse en Internet en su edición trimestral (2) y está formada con artículos, poemas y demás trabajos literarios de escritores mexicanos y diversos países.

 El otro punto, se encuentra en la esquina de Motolinía y Tacuba, frente al Metro Allende, donde todas las tardes los paseantes se detienen para escuchar música viva, interpretada por una banda y vocalistas carentes de la vista. Hay en el ambiente una alegría que contagia y tal vez, en el interior de algunos de los oyentes, un sentimiento de solidaridad hacia los esforzados filarmónicos que se ganan la vida de una manera muy digna. Si además, se trata de un día en que toca actuar al conjunto de los Hunos (3), entonces se podrá conocer su lema y estar de acuerdo con él, es decir que la gente de buena voluntad puede fácilmente “ver con el corazón”.

 

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 Sobre el corredor de Los Altos, una vez pasado Tepatitlán, Pegueros y el Valle de Guadalupe, hay una intersección que permite apartarse de la carretera 80 que conduce a Jalostotitlán y tomar la 207, que en menos de una hora lleva al viajero a Cañadas de Obregón y luego a Temaca, como sus habitantes llaman de cariño a Temacapulín, otro pueblo encantador a orillas del río Verde, con balneario de aguas termales y cascada incluida. O un pueblo de historia y resistencia, como ahora es conocido mundialmente.

 Temacapulín es un pueblo de 1,400 años de antigüedad y, por su belleza, historia y riqueza cultural fue denominado como el 5° Pueblo mágico, Vive Jalisco. Está a 1,640 msnm; a poco más de 100 kilómetros de Guadalajara; su tranquilidad es insuperable y su gastronomía tiene toda la calidad de la región alteña… simplemente es el lugar perfecto para el descanso y el sitio ideal para restañar el propio espíritu de los estragos que pueda haberle causado el estilo moderno de vida.

 Pero Temacapulín está amenazado de muerte desde el 2009, cuando el gobierno federal decidió construir la presa el Zapotillo y sepultar al pueblo bajo el embalse. Todo para resolver el abastecimiento de agua a León, en el estado de Guanajuato y otras poblaciones de Los Altos. Los más viejos lugareños han hecho desde entonces una resistencia férrea y han logrado contener o aplazar los planes oficiales (4) con la ayuda moral de activistas de Brasil, Canadá, Colombia y otros países, incluso de México, pese a que aquí los medios no sean todo lo solidarios que es de desear. Empero, hay un grito de dolor y desesperación que cada vez se oye más fuerte y más lejos: Salvemos Temaca.

 

Notas:

(1)   Con certeza nunca se ha informado sobre el número de peguerenses, o descendientes de éstos, que habitan en la región de Los Angeles y otras ciudades de los Estados Unidos, pero se estima que la cifra es considerable. Se sabe, en cambio, que el censo de 2010 registró un total de 4,063 habitantes en Pegueros, que conserva la categoría como delegación del municipio de Tepatitlán. Por otra parte, muchos de los servicios con que cuenta la población –escuelas, ambulancia, asistencia social, etcétera, se obtuvieron con aportaciones del Club Pegueros, Inc. que trabaja incansablemente para obtener ingresos con tal fin. Justo este sábado 19 de septiembre tendrá lugar la cena-baile de gala, con la coronación de reina y princesa, la edición de la revista oficial, el día de campo y demás actividades que generan buena parte de los ingresos de la institución. Los peguerenses de California han llegado a ser y han sabido trascender.

(2)   Este mes de octubre la revista Esperanza cumple 13 años de editarse puntualmente a través de Internet. Para leer esta o cualquiera de las ediciones anteriores, favor de ir la http://revistaesperanza.com/

(3)   Pero esto sería tan solo un principio, porque en la misma red pueden hallarse otras muy gratas sorpresas, como por ejemplo: Aviación sin barreras, que desde Quito, Ecuador, publican día con día Inés Briceño y Luis Eduardo Cueva Serrano. En esta página puede verse lo mismo el comentario de un libro, que notas de actualidad, poemas de grandes autores y las experiencias del propio Luis, como tripulante de un helicóptero. Otra forma, muy sugestiva, de ver con el corazón.

(4)   Alfonso Iñiguez Pérez, quien es delegado municipal de Temaca, es uno de estos valientes defensores de la tierra de sus antepasados, de quienes tiene referencia hasta cinco generaciones en línea directa. Es, también, el contacto idóneo para conocer sobre la situación actual del pueblo y su problemática. Frecuentemente es requerido en la caseta telefónica del lugar: (200) 124-7623, para atender llamadas de México o del extranjero. (Al redactor le dedicó más de una hora, por lo que ahora le expresa su agradecimiento). Otra forma de conocer a fondo la realidad, es la de acudir al buscador de Google, donde se halla un gran número de videos e información de gran calidad.

Pegueros, Esperanza y Temaca, son tres temas que, hasta hoy, nunca tuvieron relación alguna, pero que por alguna razón poderosa ocupan el pensamiento del reportero; sin duda que, por su naturaleza, detrás de estos hay instituciones con gente de buena voluntad que lucha por la justicia. Ojalá que en un futuro no lejano puedan comunicarse y unir esfuerzos para bien de todos. Tal vez alguna forma de hermanamiento. Para tal fin, queda disponible el correo bautistaperezf@yahoo.com.mx

 

Y como una forma de difusión y reconocimiento, aquí se comparte el trabajo escrito para la revista del Club Pegueros, que salió a la luz el sábado 19 en Los Ángeles, California: el Nuevo Pegueros, enclavado en el Primer Mundo… muy a pesar de míster Trompo.

 15 SEP 2015.

 

 

¿A dónde se han ido?

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Una tarde de verano, ni tarde ni muy temprano, la gente va relajada; pone fin a su jornada. El sol se había retirado, como era lo acostumbrado; ya llamaban al rosario, en lo alto del campanario. La gente iba o venía, a según le convenía, y en un rincón de la plaza, dos tipos de buena traza charlaban con emoción, sin pausas y con fruición.

Uno era un hombre mayor otro, bastante menor, ambos -eso sí-, muy alteños, nada tenían de abajeños. Llevaban horas charlando, preguntando y contestando. El chico le preguntaba y el grande le contestaba. Cuénteme usted de Pegueros, en tiempos de los arrieros... mejor desde sus principios, cuando ni había municipios. ¿Cómo fue que se formó? ¿Quién y cuándo lo fundó? ¡Ay! mi querido mozuelo: tan sólo había un arroyuelo que era bello… cristalino, transparente, opalino. Cruzaba el valle, apacible, atractivo, irresistible, engalanando con flores de delicados colores: ¡Qué bellos los girasoles rosados y tornasoles! ¡Qué ricos los jaltomates, las tunas, los costomates! ¡Qué ricura de quelites; qué dulzura de mezquites! Hongos pa’ las quesadillas, de maíz blanco las tortillas; y aromas del toronjil; de toronjilillo cerril.

Eso y más fue lo que hallaron los primeros que llegaron; uno fue Diego Peguero, indiscutido pionero. Luego fue don Juan Robledo --como roble y como bledo-- Otro, don Miguel González, --en los tiempos de Acahuales--. (Nada que ver con González lanzador de los Orioles). González (y) de Hermosillo, ¡ponte muy abusadillo! Fue en diecisiete cuarenta, ten aquello muy en cuenta. Es fácil que te confundan los apellidos que abundan. --Don Elpidio ya lo dijo y no es ningún acertijo--, “que siendo buenos cristianos se casan primos hermanos”.

Aquello de “pegaderos” ¿fueron hechos verdaderos? Son ocurrencias, mi amigo de las que no hubo testigo; fonética, en todo caso; nada, pues, para el parnaso.

Y nuestra gente, buen hombre: ¿Hubo alguna de renombre? ¡Huy… sí que se te ve lo nuevo! ¡Por supuesto que los hubo! No fue uno, fueron cientos, lo digo sin aspavientos. Cuénteme de todos ellos, de sus recuerdos más bellos. Con mucho gusto lo haría, aunque tiempo faltaría; no es cosa de una jornada, ni de aquí a la madrugada. Dos siglos, ya casi tres, son mucha historia ¿no crees?

Ya culminaba el rosario, iba avanzando el horario; ahora seguía la misa no había, pues, tanta prisa porque la charla seguía entre el chaval y su guía: el chico le preguntaba y el mayor le contestaba.

¿Quién fue don José Homobono? Cuéntemelo usted, patrono. ¿Fue tan ilustre en verdad, con causa y sin salvedad? Merced Anaya y Gutiérrez, que consiguió gloria y prez, como obispo en Sinaloa --para él, vaya una loa--. Nativo de La Campana, una hacienda muy cercana a la Venta de Peguero, ¿Cómo la ve compañero? Siendo obispo mexicano hizo un viaje al Vaticano; cien días duró aquel periplo el último año del siglo; eran tiempos de León Trece, de la iglesia gran maese: ideó agenda e itinerario para el concilio plenario.

 Y el “señor cura” Guzmán, ¿Por qué compró aquel imán… para qué tal artefacto… qué necesidad de facto? Un dinamo y su motor mercó el cura emprendedor encargándole a Vicente que produjera corriente. Fue así que la luz se hizo, lo que a todos satisfizo. ¿Había luz desde endenantes? ¿Qué no fue Jesús Cervantes…? Aquello fue el treinta y siete; esto en el cincuenta y siete. Los señorones de Tepa --aunque de la misma cepa--, en sus cuentas discrepaban; nueve y cinco mil cobraban. Fue entonces que don Jesús sintió un arrebato plus sacó de la faltriquera su ya famosa chequera ¿A nombre de quien el cheque? Dejemos de hacerle al peque. De modo que la chequera cobró fama dondequiera, y es por mayoría de votos: la más rápida de Los Altos.

El señor cura Munguía… ¿cumplió su papel de guía? Cuentan que era muy estricto y al trabajo muy adicto… De Atemajac, procedente, llegó el 40 del XX, sumando más de tres lustros a su vida, entre nosotros. Tendió el puente de dos arcos de piedra y finos estucos; hizo remozar las torres, de blanquecinos enjarres; hacía del pozo una fiesta --con ribetes de una gesta-- el pueblo ahí congregado, limpiaba con sumo agrado. Doce fueron sus hermanos los últimos dos, gemelos, otro de ellos, Marcelino –que pintando era tan fino--, fue pianista y profesor… y admirador de Leonor, hasta llevarla al altar: fue una familia ejemplar.

Y de Paco el de Leonor, ¿Qué me cuenta, mi señor? Era un chamaco muy listo, como muy pocos he visto. Primero fue al seminario, luego cambió de escenario, aterrizando en Vietnam, en la guerra del tío Sam. A su regreso escribió, de cuantos horrores vio: “Un mexicano en Vietnam”. Ahora vive en Coyoacán.

El reloj seguía avanzando y el muchacho preguntando. Tú no tienes llenadera, esa es cosa verdadera. Te haré mi mejor propuesta, muy práctica y muy honesta: Lee en la revista Pegueros mil artículos señeros, en textos muy acuciosos, bien sea amenos o curiosos. Son treinta y una editadas –de muy lujosas tiradas--, forman una enciclopedia con calidad multimedia. Lee la revista muchacho. Te fascinará, ¡a lo macho!

Y mientras tanto, chamaco, ¿no quieres echarte un taco, de carnaza o al pastor? ¿De Preciado o de Serratos? A falta de un buen atole, o un gran plato de pozole --¡Oh! mi cena favorita--, Carmela la de Tachita en vida lo hacía tan bueno, ¡Dios tenga en su santo seno!

Como era el sábado quince de agosto de dos mil quince, el pueblo tenía de visita: a la Virgen de la Ermita. Platiquemos algo más, pedía el chamaco locuaz: ¿Por tantos hijos ausentes, sienten pena los presentes? ¿Por todos los emigrados se sienten acongojados? ¡Por supuesto que es sentido, cada hijo que ha partido! Si no vuelve, duele aquí… duele a todos, ¡más a mí! Oprimido el corazón y con suprema emoción, hablaba el hombre mayor, con aires de gran señor. Me duele verlos partir; saber que van a sufrir… luego me siento halagado al saber que allá han triunfado. ¿Y adónde, pues, se han ido? Por lo que tengo entendido, ya no se van a pizcar o al seminario a estudiar. En esto te doy la razón: ahora hay más preparación y, por supuesto, talento. Dos ejemplos te adelanto: Elizabeth… Miguel Angel, estrellas de alto nivel. Dos chicos aquí forjados con valores inculcados, al estilo de Los Altos, ávidos de grandes saltos. En Telemundo triunfa ella como refulgente estrella de historias del corazón, o, guau, de la desazón. En tanto, Miguel González, el pitcher de los Orioles, tira y tira serpentinas en las ligas más catrinas. Este año lleva ganados nueve contra ocho perdidos; ya se despachó a los Yankees recetándoles diez ponches. Y por tales diversiones, gana más de tres millones.

 A la hora de la despedida –tiempo, pues, de la dormida--: ¡Fue un gran placer conocerlo! Dijo, sincero, el mozuelo, y enseguida preguntó: ¿Quién es usted, caballero, que tanto quiere a Pegueros? ¿A quién debo agradecer, que me comparta el saber? No es cosa de tutelares que en un futuro extrañares. Es naturaleza profunda… en todo mi ser abunda. Como bien debes saber, has de SER PARA TRASCENDER. Nunca olvides nuestro encuentro; en mi vivirás muy dentro. Del tiempo somos viajeros… Yo soy el mismo Pegueros.

 

Autor: Francisco Bautista Pérez. Chetumal, Quintana Roo, México.

Historiador del Estado de Quintana Roo.

bautistaperezf@yahoo.com.mx

 

 

 

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