Día del padre, sin padre.

 

Recuerdo su olor a Lavanda que como familiar estela me anunciaba su presencia, después los pasos cansinos que me ratificaban su proximidad, llegaba y me saludaba con una cariñosa palmada o con una de esas frases que sólo entre nosotros cobraban sentido, porque se relacionaban con una anécdota específica o una ocurrencia nuestra de un momento muy familiar. Así; entre códigos personales y valores entendidos transcurrían nuestros días, descomponiendo las letras de canciones, modificando los nombres de algunas celebridades o parodiando pasajes concretos de películas o series televisivas; esa memoria afectiva por fortuna impide que se borre lo cotidiano de una vida, es el adhesivo emocional mediante el cual mantenemos con nosotros a aquellos ausentes que no queremos que se vayan del todo. Figuras emblemáticas, imperecederas, de recuerdos inmarcesibles, perduran tanto, como lo que dure nuestro último latido.

Por ello conmigo viajan más de 50 años de festejos del día del Padre atesorados de diversas formas, hago un ejercicio mental y recuerdo mis escritos y poemas dedicados a mi padre Don Félix Justiniano, cito de memoria un antiguo serventesio…Yo quiero en mi hogar a un hombre sabio/ a un anciano que venera el alma mía/ el corazón es su motor, la virtud es su guía/ y su ejemplo de amor ha sido mi astrolabio/ mi padre lleva el brillo del sol en la mirada/ y tiene la nobleza Señor, de tu nobleza/ es pobre, pero encierra en su pobreza/ la riqueza superior de un alma honrada…

Así ratificaba el amor por mi padre que había germinado en los primeros años de mi vida, aquellos en donde la presencia y la figura de autoridad de un padre como el mío era fundamental para mi crecimiento y mis convicciones.

….Jamás el llanto me muestra sus dolores/ siempre con recta y varonil constancia/ me habló del honor desde mi infancia/ y de su mano fui venciendo mis temores… estas sencillas rimas de mi edad adulta retratan con fidelidad, aquellos recuerdos de mi niñez que iban siendo registrados en la memoria de lo cotidiano, de aquello que transcurría sin que nos diéramos cuenta de su verdadera importancia, como si el tiempo de aquella época transcurriera más lento y nos dejara la sensación que las cosas permanecerían inmutables y nuestras amistades y seres queridos tendrían siempre la misma edad, los mismos gestos, el mismo cariño, pero sobre todo su sempiterna presencia. Aquel antiguo hogar que una vez tuve con mis padres, es un álbum fotográfico mental que se conforma con diversas estampas familiares que como postales antiguas va llenando sus hojas con aquellos recuerdos; mi padre afeitándose con aquel ritual del que no me perdía el más mínimo detalle, mi madre cocinando con carbón en su flamante fogón que mi padre le había hecho construir acorde a sus exigencias, el sonido de su bicicleta que dejaba de pedalear varios metros antes de llegar a la casa, escuchar reiteradamente aquel álbum de “La Música más hermosa del Mundo” 12 formidables discos de acetato de 33 rpm que fue mi boleto de entrada al maravilloso mundo de la música clásica o música culta como actualmente le llaman, los libros apilados de Enrique Jardiel Poncela y Mika Waltari, montones de novelas vaqueras que mi padre devoraba y luego yo vendía para irme a la matiné del domingo con mi hermana, mis idas a misa y al catecismo a la iglesia del Jesús y los sermones del Padre Serrato, las partidas de dominó, mis inicios en el ajedrez, su presencia en los partidos de básquet bol y fútbol donde participaba con mis amigos del colegio, mis pasos por las diferentes escuelas hasta llegar a la universidad. Mi boda con la extraordinaria mujer madre de 3 de mis hijos, el nacimiento de mis 4 aportaciones a la vida y su desarrollo hasta convertirnos en venerables abuelos y bisabuelos, etc. No existe una etapa en donde este personaje no tuviera una participación protagónica, no concibo un solo recuerdo donde no esté presente su cariñosa y paternal personalidad.

Es por ello que mi corazón sigue opreso, sigo triste sin ti Papá, con ese tipo de tristeza de la que pareciera que uno no se recupera jamás, supe que llegado el momento te extrañaría, pero no imaginaba la dificultad que representa ir recogiendo pedazos de mi entereza para volver armar una vida sin tu añorada compañía. Que duro es todo esto Félix Alonso o déjame decirte usando nuestros vocablos personales, vaya joda que me has acomodado con este viaje sin retorno. Sigo reprochándome cada momento que pospuse para irte a ver o llevarte conmigo a cualquier lado, siempre atrapado en la inercia de una vida de prioridades confundidas, hoy descubro lo que siempre supe, que las gentes y las actividades que atendí en vez de encontrarme contigo, aquí siguen con sus propias prioridades y en su propio mundo, igual que la pila de trabajo que también me sucederá en algún momento, pero tú ya no estás para escucharme tantas barbaridades que te comentaba y mis brazos ya no te hallan para sentir tu presencia y a través de ella tu cercanía, tus olores, tu fragilidad, lo incondicional de tu beso y la beatitud de tus bendiciones y consejos. Ahora me doy cuenta que cada momento de descuido hacia ti, lleva un sentimiento de culpa y de remordimiento, pedías tan poco Papá y ese poco te lo negaba por descuidado y mezquino, tu paciencia hacia mis tardanzas y ausencias, tu perdón anticipado por mis justificaciones, todo ello me hablaba de la generosidad y la nobleza de ese amor irreprochable que me brindaste tantos años y que no supe recompensar con reciprocidad, que terriblemente triste es no poder decirte tantas cosas que no te dije, tantas cartas escritas para que supieras de mis angustias y mis temores a los que he tenido que afrontar para sacarnos a todos adelante y que por pena no te entregué, todos los versos que te hice y no supiste de su existencia para que no me sintieras débil, ni vulnerable a la magia del amor de una mujer, al amor de mi madre que pese a todo nunca decayó un solo día, o al amor de mis raíces y de la familia de la que venimos mis hijos, tú y yo; me educaste para ser recio, osado, decidido, sin cabida para los sentimentalismos y yo me lo creí todo y ahora ya no puedo decirte que a veces me asaltaban las dudas ante los acertijos y pruebas que me planta el de arriba, que siempre me he sentido vulnerable ante la seguridad de mis hijos y la integridad de todos ellos, en especial de nuestra princesa Arantxa, 7 años dispersa de nuestros afectos y cuidados, fue duro Padre, durísimo, perdí la cuenta de las veces que la tentación de rendirme me asaltó en ese mar incertidumbres y temores, pero finalmente prevalecía ese amor a lo nuestro que también me inculcaste, y lo peor viejo querido es que ahora que tengo la lengua suelta ya no estás para escuchar mis cuitas y mis reflexiones. Ningún amor tan sincero y tan incondicional como el tuyo, nadie tan cercano a mí y tan dispuesto a cualquier cosa por darme el apoyo requerido, el consejo sabio, la palabra justa, el abrazo firme, el beso que decía más que todas tus palabras y tu mano que siempre hallé en la oscuridad de algunos momentos.

Aún me falta por aprender y caminos que recorrer, mi espíritu vuela con una sola ala, ando cojo del cuerpo y del alma, tu ausencia me mutila y tengo que aprender a moverme con mis prótesis espirituales, mi fe y mis convicciones, nuestro adiós no es definitivo, quiero pensar que así tiene que ser, tenemos que volver a reencontrarnos, ponernos al día y darte las mejores cuentas por mis actos, no puede ser de otra forma, nada de lo que he logrado tendría sentido si no volvemos a vernos padre querido. Sin ser el mejor de tus hijos, puedo afirmar que te he amado tanto como cualquiera de mis hermanos y me aprieta el alma tu ausencia física lo mismo que a ellos. Aquí seguimos todos, venerando tu recuerdo y recordándote cada quien a su manera, lo mío es anteponer a mis hijos a cualquier circunstancia, honrar y brindarles mi tributo y reconocimiento a mis difuntos, a mis muertos, a mis ausentes, continuar siendo el puente de comunicación con mis vivos que no alcanzaron a conocerlos y ser el eslabón que les permita el boleto al pasado reciente lleno de enseñanzas, consejos y experiencias que en lo personal a mí, me marcan el rumbo de la vida que he conocido y son la referencia de cada una de mis acciones y en todas ellas sigues presente, y ya en el tramo final de mi vida me concentro en darle sentido a mis días, a amar a quienes me han amado más allá de mis defectos y limitaciones y siguen a mi lado, a respetar a aquellos cuyas acciones me acreditaron además del respeto recíproco, las expresiones de simpatía y coincidencias mutuas, a retribuir sin miramientos la lealtad a mis amigos que también fueron tuyos y te extrañan lo mismo que yo, a diferenciar a quienes con su honestidad mostraron congruencia entre lo que me decían y actuaban en consecuencia, de aquellos y aquellas que cortos de mente supusieron manipular mi sentido común, mi inteligencia y peor aún mis convicciones, me he propuesto no abrigar rencores y olvidar agravios, reconocer mi deuda de gratitud con aquellas mujeres que en mi pasado compartieron en algún momento un tramo de su vida a mi lado, hasta que encontraron mejores oportunidades y mejores representantes de mi género. Quisiera decirte que al vislumbrar ya la otra orilla, revaloré el significado del tiempo y su trascendencia y me aparté de quienes ignorando su significado dilapidan la vida con espejismos e incongruencias, en la recta final Papá están y prevalecen conmigo quienes lo mismo que yo, no cambiaron afectos, conductas, lealtades, convicciones y principios, sin asomo de duda sé que aprobarías mis decisiones y aceptarías a las personas que se quedaron, y coincidiríamos en de quienes nos apartamos. Quizá seamos menos, pero estamos los que debemos continuar juntos la recta final. Mi vuelo ha iniciado el descenso y me siento preparado para tocar tierra, estoy razonablemente tranquilo, perfectamente consciente de mis circunstancias actuales y de la utopía del éxito, he elegido hacer felices a los míos y llenarlos de versos, cartas, recuerdos, y todo aquello que una en algún momento el mundo que conozco con lo inescrutable del tuyo. En nuestra lista soy el que sigue, Dios dirá cuándo, por ahora así nos comunicaremos, yo escribo tú escuchas, hasta el momento del abrazo definitivo, Te quiero.

 

Caribe Mexicano

Junio del 2015.

 

Autor: Félix Justiniano Ferráez. Chetumal, Quintana Roo. México.

fjf54@hotmail.com

 

 

 

Regresar.