Los perros guía cambian la vida
de quienes los tienen.
Muchas veces
los usuarios de perros guía y quienes se desplazan con un bastón, discuten
porque una herramienta proporciona mayor rendimiento y comodidad que la otra.
En ésta oportunidad, quisiera dejar de lado la polémica para
adentrarnos en otros tópicos propios de quien ya decidió ser usuario de un
lazarillo.
En primer lugar, hay que pensar que va a llegar a casa un
nuevo integrante que en las condiciones deseadas, permanecerá por cerca de 12
años en casa muchos de ellos en forma activa y luego como jubilado.
Después hay que buscarle su espacio físico donde se le
colocará la cama que junto con el alimento, peines, cepillos, pastas,
recipientes para comer y beber, vacunas y visitas al veterinario, constituirán
parte de un presupuesto a tomar en cuenta.
Ya los sábados, domingos y feriados de quedarse más tarde en
la cama se acabaron, ahora habrá quien demande de su tiempo para que lo
acompañe a evacuar y comer no importa que llueva y truene, luego si quiere,
puede volver a la cama.
Su ropa no se escapará de sus pelos ni usted de escuchar
alguna queja en el bus o taxi por la presencia de su amigo peludo.
Si se enferma, además de llevarlo al médico, tendrá que
volver al uso del bastón y cargar una preocupación por su salud quebrantada.
¿Porqué tomarse esas molestias?
A partir del tercer día en la escuela llegará a su vida un
fiel amigo que lo acompañará 24 horas.
Siempre le demostrará amor, cuidará de usted para que no se
golpee y su presencia hará que niños, jóvenes y adultos quieran acercársele y
usted será felicitado, envidiado, admirado y visto con simpatía al tener como
compañero al mejor amigo del hombre.
No resistirá las ganas de hablarle, abrazarle, protegerle y
amarle cada momento de su existencia.
Cuando le salve de situaciones muy difíciles para una
persona ciega, agradecerá a la vida y escuela la oportunidad que le dieron de
ser el afortunado dueño de un perro guía.
Pasarán los años y cuando llegue el momento de la despedida,
lo hará con tristeza y gratitud y mantendrá en el recuerdo, a ése ser que
dedicó su vida a la noble tarea de amarle y cuidarle.
Autor: Roberto Sancho Álvarez. San José, Costa
Rica.