Moda en el
lenguaje: ¡Qué grande eres!
Desde la atenta escucha de ciertos
programas, de radio principalmente, vengo observando una moda en la expresión
del lenguaje, que me parece reiterada y conduce a su empobrecimiento. Sobre
todo porque supone también un olvido, igualmente reiterado, de otros medios de
expresión que, a mi juicio, son considerados como faltos de vigor, de energía;
como si a la hora de hablar hubiese que servirse solamente de términos duros,
fuertes, grandes.
Mi afición por anotar y jugar con
las palabras, me pone tras la pista de esta moda, especialmente en programas
que llamamos del corazón, en los dirigidos expresamente a la juventud y también
en los deportivos, excluyendo aquí el empleo de su propio lenguaje y los
símiles de que los comentaristas y narradores se sirven para transmitir tales
informaciones.
Hay que echarle ganas a lo que se
dice, para que el oyente se entere bien e incluso tome partido por la causa que
sea. Y, a estos efectos, se trata de aumentar como sea la intensidad de las
palabras, independientemente de la entonación y el volumen con que se emitan.
Y así, se añaden prefijos como
Súper, antes muy apreciado por la gente joven, y Mega, que parece imponerse por
razón de su campo próximo a las nuevas tecnologías.
Lógicamente, también suelen usar
los sufijos habituales que siempre hemos llamado aumentativos. Otra cosa es
cómo los utilizan. Yo creo que el sufijo Ote lo prefieren en vocablos referidos
al aspecto físico de alguien; el sufijo On, habitualmente acentuado, afecta a
nombres de seres vivos y a determinados adjetivos; y el sufijo Azo se lo ponen
a palabras muy diversas, que seguramente no lo recibirán en el lenguaje
escrito.
Pongamos, por ejemplo, esas
despedidas tan frecuentes enviando un beso: Pues muy pocas veces se le añaden
diminutivos, salvo en el gusto femenino que más a menudo suele decir “Un
besito” o “un besico”. Lo habitual, hoy día, es que le añadan los sufijos antes
indicados para darle mayor fuerza y pasión a un solo beso.
Pero también le ponen un adjetivo,
por ejemplo, un beso grande, un beso fuerte, un beso gigante.
En el caso del abrazo, como no
queda bonito y resulta cacofónico añadirle el sufijo Azo, suelen hablar de un
Abrazote. Y si no, le califican con adjetivos similares al beso
Pues resulta que el sufijo Azo lo
lanzan a todas horas, más bien a cada segundo, llamándole Segundazo. Al momento
inolvidable, de esos tan abundantes, les llaman Momentazos. Todos los temas son
Temazos. Los amigos ya no son compañeros, sino Amigazos, tan próximos al sufijo
que nos enseñaron despectivo Acho. Los euros, ahora son Eurazos, pero sin
incrementar su valor. Un buen actor es un Actorazo, un artista es un Artistazo,
Un pelo estupendo de esos que anuncian los productos milagrosos es un Pelazo,
un tópico es ahora un Topicazo. Algún espectáculo difícil de tragar es un
Latazo, un asunto que a alguien le encomiendan por su complejidad es un
Marronazo, un gran disco de cualquier cantante es un Discazo; y si para el fin de
semana tienes un buen plan, ahora será un planazo. Y qué decir de un Pelotazo.
En un determinado momento, esto se aplicó a los productos de juegos y loterías.
En fin; una verdadera riada de aumentativos, que podrían sustituirse por nuevos
y más originales giros-.
Sí observo que este sufijo no debe
tener femenino, al menos en mis varias anotaciones al respecto no lo he
localizado; como el anterior Ote; yo creo que debe ser para que no pierda vigor
la palabra, o como también se destaca en estas audiciones, perdería músculo.
Pero cerca de la ciudad de Zaragoza, donde yo vivo, existe un pueblecito
llamado Mozota. Se trata de una localidad de 107 habitantes; su gentilicio es
mozotanos. Y en cuanto a Ote, pues tenemos combinaciones como Muchachote,
Chavalote, Grandote, Machote, menos prolífico y abundante que Azo, según creo.
Hemos apuntado algunos adjetivos
que califican a los vocablos de uso; pero tenemos otros, como Brutal, que es
muy empleado entre la audiencia juvenil para dar mayor expresividad. A propósito,
recuerdo un trocito de una canción titulada “Camino de la cama”, donde se dice:
“Oye, tronco, como ronco, volumen brutal”
En los ambientes deportivos se usa
Estratosférico para algo que quizá sea trivial, o cuando menos muy próximo al
suelo. Pero muchos son los ejemplos con el sufijo Azo: Jugadorazo, que parece
un trabalenguas, Plantillazo, Tarjetazo, Cabezazo, Zapatazo, Testarazo.
En cierto momento de una
transmisión futbolera, el narrador afirmó que alguien había metido un gol de un
fuerte testarazo; entonces, otro comentarista que lo había observado desde el
monitor, le corrigió advirtiéndole de que había tirado con el pie, luego no
podía ser un testarazo.
En otros contenidos se afirma de
algo que es Planetario para aumentar la dimensión de algún acontecimiento, aun
cuando no pase de ser uno de tantos eventos; pero estamos acostumbrados a un
sinfín de cumbres, de eventos históricos, de actuaciones míticas, que por ser
tan habituales pierden toda la fuerza y el interés. Lo mismo ocurre con la
relevancia que se le da a cualquier hecho insignificante, que pasa a ser vital,
decisivo, crucial.
Yo había escuchado en casa el
sufijo Ón en palabras como Pelotón, Turbión, Atracón… Hoy se habla de un
Subidón, de un Alegrón, de un calentón, de un arreón, de un corpachón, de un
vozarrón, y de un Bellezón, sin especificar si en este caso se trata de una
belleza masculina o femenina.
Si el estadio está lleno hasta la
bandera, registra un Entradón; si hay una concentración donde se bebe con
exceso tenemos un Botellón; si a alguien le cuesta mucho madrugar y se levanta
a horas en que todo el mundo está ya trabajando, le denominamos Camastrón.
Frecuentemente se antepone el
prefijo Súper a determinados adjetivos, y esto queda Superbién, o se está
Supercontento, o tal persona es Superagradable, superdivertida,
superinteresante.
Hay que emplear los superlativos,
y hablar de algo Paupérrimo, poner muchos Ísimos y desplazar el uso de Muy por
tener escasa fuerza. Y si no, digamos eso de las películas cuando se refieren
al personaje que hace de malo: Malo Malísimo.
Por fin, a aquél que en tiempos
aupábamos como Fenómeno, As, Figura, la Sensación, la Joya, hoy es muchas veces
el Crac. Una combinación de fonemas con cierta connotación de onomatopeya, como
queriendo imitar el crujido de algo que se pisa y se quiebra. No me encaja que
este palabro signifique que alguien es excepcional, Extraordinario, Colosal y
tanto sinónimos, con algo tan breve, frágil y quebradizo; pero acaban
imponiéndose tales términos.
Sí; termino abogando por utilizar
un mayor número de raíces y, por lo tanto, tratar de ser un poco menos
repetitivos en los usos del lenguaje. No obstante, no he querido hacer ninguna
crítica, sino destacar uno de tantos aspectos que se han puesto de moda y que
serán reemplazados por otros, cuando corresponda al devenir de la palabra o de
la historia.
Autor: Antonio Martín Figueroa.
Zaragoza, España.