Los mundos de
María.
¡María!!
¡María!.- ¿En que mundo
estás?
¡Siempre ausente!
¡Siempre en la luna de
Valencia!
¡No se que le pasa, no se en
que mundo vive!
Todo esto es lo común en la vida
de María, sus padres, su maestra, en los momentos que menos ella lo espera es
cuando oye esos llamados que algunas veces la sobresaltan, la sorprenden, y no
entiende la razón de las preguntas.
No se atreve a preguntar
cuantos mundos tienen ellos, cuantos mundos existen, a cuantos se puede entrar
y cuando se puede salir, quien sabe cuales serían las respuestas, parece que
los mundos son muy distintos, pero…entonces como puede ella hacer para no
confundir aquellos de los que ellos hablan con los que ella vive, siempre pensó
que todos vivíamos en el mismo mundo.
¿Donde está la luna de
Valencia?
Con sus nueve años María no
comprende a los mayores.
Al amanecer de cada día, le
parece que el mundo de todos es el de ella, comparten el desayuno, se asignan
las tareas, ella corre , va y viene; dicen que ella es buena, que es guapa, y
eso es bueno pues en el lenguaje de sus mayores significa fortaleza, tesón, y
que acompaña en los mayores esfuerzos, pues se dice que es fuerte, que puede,
que es sanita, y que corre muy rápido.
Nunca dice que está cansada,
parece que ese mundo es el que comparten y en ese mundo no escucha los fuertes
llamados ni aquellas preguntas sobre lo de los mundos, ni de la luna.
Dicen que habla sola, ha
oído decir que eso es malo, pero, ¿como puede decirles que no está sola?
¿Que haces ahí sentada sola?
¿Que miras a lo lejos?
Tienes que trenzar las
crines de caballo, ¡ya sabes que es la época de las perdices!
Ella no quiere hacerlo, pero
dicen: María los hace muy bien y rápido, tiene los dedos finos y las trenzas ni
se ven, son las mejores trampas las que ella trenza.
En el atardecer regresarán
felices con muchas perdices en un cesto, las recogerán del lugar donde se
pusieron las trampas que con las finas trenzas de crines hizo María, las perdices
están muertas, las despluman, las limpian y luego a prepararlas, todas en
escabeche, pues es como las piden los clientes, su madre es una muy buena
cocinera y las prepara para esas familias de la ciudad, que siempre compran
todo en la granja de sus padres, allí donde María vive y es feliz.
Si, María es feliz, ese es
uno de los mundos donde hay que trabajar y cumplir, el trabajo es sano, es
bueno, pero ella no quiere que las perdices mueran, dicen que no se cazan en
todas las épocas, que se deben cuidar, ella cree que se deben cuidar siempre,
pero el mundo dice que hay épocas.
En el mundo de María eso no
es verdad.
El diario vivir le muestra a
María el amor, el mundo natural, la vida desde lo mas pequeño a lo mas grande,
todo es libertad, el sol naciente le quita el frío en invierno, ese invierno
que acuna las ramas sin hojas para que duerman felices para despertar en
primavera con vestidos nuevos, con aromas y colores en sus flores, que luego
serán frutos coloridos y dulces, en esa primavera las madres tendrán nuevamente
hijos pequeños, el sol amigo le muestra antes de retirarse al mundo de los
sueños sus hermosos colores en el cielo, es cuando María dice que quiere saber
pintar como Dios pinta el cielo con los rayos del sol.
Luego en la noche estrellada,
ella quiere tener una en sus manos, por eso se queda quieta, con las manitos
hacia arriba, haciendo un hueco con las dos manos para darle una cuna a esa
estrella, porque María piensa que si hay paz y silencio la estrella no se
asustará a al llegar a sus manos.
María debe esperar, pero se
rompe el silencio y nuevamente la voz de sus mayores llamándola.
María cultiva el jardín con
su madre, le gusta hacerlo y su mamá le enseña y le da libertad para crear y
hacer su pequeño jardín, es allí donde las flores y plantas toman vida, pero no
se ve con los ojos de los que no entran en ese mundo, ese que ahora María sabe
que los adultos no conocen.
Por eso no comprenden que no
habla sola, que no está enferma, que igual puede saber las lecciones de la
escuela.
María tiene la realidad de
lo que los libros le cuentan, su madre se los ha comprado, en la escuela se los
prestan de la biblioteca, entonces, por que los mayores no leen y entonces
sabrían de esos mundos que parece que ignoran.
Hoy todos están serios,
hablan mas bajo, se suspenden algunas tareas, se visten diferente, y ella debe
acompañar en todo eso, dicen que falleció Doña Adela, y no se oye otra cosa:
pobrecita, con tantos hijos… y aquello de : lamento la desgracia…
María piensa: pero…si dicen
que la vida es un ciclo… ¿cual es la desgracia?
Cuando llega con sus padres
a la casa de Doña Adela, todos están taciturnos, hablan bajo, los hombres están
mas alejados, también hablan mas bajo, pero son las mujeres las que lloran, se lamentan,
y en una habitación está muy rígida y con flores Doña Adela, todo está
diferente, es feo, la gente no cuida el jardín y pisan por todas partes, seguro
que Doña Adela no le gusta eso.
Eso no le gusta a María, ese
mundo no se puede entender, la vida es un ciclo, ya se lo han dicho y ella lo
comprueba a diario, como en todos los reinos se nace, crecen, son adultos y
tienen hijos y luego mueren.
¿Es que los humanos no
quieren morir?
¿Entonces como es que se
dice que todos son ciclos?
¿¿Donde está ahora la voz y
el pensamiento y los sueños de doña Adela?
¿Fue como quería hasta la
ciudad, para ver las cosas nuevas de las tiendas?
Regresan, los niños no deben
preguntar, pero a María no le interesa preguntar sobre Doña Adela, quiere saber
por que la gente cambia y se porta mal, y hace lo que no se debe, tal como le
dicen a ella cuando se pasa la mano por la boca en lugar de la servilleta, eso
está mal, pero ella vio hoy muchas cosas que están mal y nadie dijo nada, vio
como la gente hacía cosas que seguro a Doña Adela no le gustan, y luego dicen
pobrecita!
Debe callar, mañana debe ir
a la escuela, dicen que los hijos de doña Adela no van… son cosas de ese mundo
que María no entiende, y que dicen que cuando sea grande lo entenderá, María
dice que no quiere ser como esos grandes que tienen un mundo solo, y bastante
feo.
Autora: Marie Diaz.
Montivideo, Uruguay..