Las personas ciegas y los
teléfonos.
Hace pocas décadas, los teléfonos públicos tenían una gran
importancia en la vida de quienes estábamos en actividades fuera de casa y
algunas veces, teníamos que desplazarnos a sitios desconocidos.
Si era a la casa de un pariente o amigo, decirle que ya
íbamos a tomar el bus para que estuviera atento y no nos extraviáramos.
Si llegábamos al lugar acordado y no estaban, ir con
nuestros bastones preguntando donde había un teléfono público.
Si estaba bueno, estaría ocupado y si estaba desocupado…
mala señal, de seguro estaba fuera de servicio.
Recuerdo en una ocasión en que necesitaba avisar que ya
estaba en el lugar convenido y donde estaba un teléfono público tal como me lo
dijeron, por primera vez estaba libre y aparentemente bueno.
Tomé el auricular lo coloqué en la oreja para lanzarlo de
inmediato luego de llevarme un gran susto
¿Qué había pasado?
Alguien le había retirado la tapa que lo cubría y solo tenía
un alambre suelto que se me introdujo en la oreja.
Varias veces supe de personas ciegas que quedaron de
encontrarse en un lugar, aburridos por la supuesta irresponsabilidad del otro
tomaron la decisión de marcharse y justo en ese momento, la otra persona que
también tenía mucho tiempo de esperarlo a uno o dos metros lo escuchaba.
Todas estas situaciones se resolvieron con la aparición de
los teléfonos celulares.
Ya podíamos llamar desde el bus, pedir que fueran a la
cafetería o que nos esperaran un momento.
Si ya Gabriel García Márquez había notado que las personas
ciegas contestábamos saludos que no eran para nosotros, seguro hubiera escrito
una novela o para no ser tan ambicioso, por lo menos un cuento si hubiera
estado en el momento en que las personas con su celular saludaban y yo
respondía, se multiplicaron las respuestas y saludos dirigidos a personas al
otro lado del teléfono pero que quien las formulaba, lo hacía junto a mi
humanidad.
No es que ésta situación no siga pasando, es que ahora soy
más prudente a la hora de responder.
Llamar, enviar mensajes y recibirlos era todo un
acontecimiento.
Luego vinieron los teléfonos táctiles que paradójicamente
aunque la palabra táctil suponga para las personas ciegas ventajas, al retirar
las teclas y dejar la pantalla plana, supone mayor dificultad.
Ahora podemos acceder a Internet, enviar mensajes de voz,
fotografías y muchas cosas más pero conforme lo visual, llamativo y moderno de
vigencia muy reducida copa al mercado, para las personas ciegas como yo que no
somos muy expertos en el manejo de tecnologías, nos quedamos rezagados y a
veces tentados a buscar un teléfono celular no adaptado pero fácil de usar
aunque esto suponga solo acceder a las llamadas telefónicas.
Autor: Roberto Sancho Álvarez. San José, Costa
Rica.