Para
escapar o para meterme más en mi soledad
no sé
cuándo ni cómo te di forma y sustancia.
Tampoco
sé por qué una zozobra creciente se iba apoderando de mis sueños y de mi vida.
Creía
que aquella felicidad apenas encontrada sería indestructible y para siempre.
Me
repetía a cada instante: mi hermosa creación es sólo mía.
No
puedo ser víctima de la perfidia y del engaño.
Hoy,
has decidido abandonarme.
Y me
arrojas a la cara tu decisión en estas pocas palabras:
¡tú
ya lo sabías! ¡Nunca te quise!
Entonces,
y esto sí duele muchísimo,
Te
aprovechaste aviesamente de mi credulidad
y de
mi sed de ternura.
La
invención supuesta,
tú la
habías programado en todos sus detalles.
Sin
saberlo, yo seguía un guión preparado
por
ti hábilmente.
Ni
siquiera puedo llorar mi tragedia
Porque
he dejado de existir hace 23 segundos.
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feb. 12, 2015
Autor: José R. Romero González.
Mexicali, Baja California, México.