El sistema
Braille, es insustituible, por ahora.
¿Qué es eso del sistema Braille? Es un sistema
convencional, como todos, mediante el cual, los ciegos, tienen acceso a la
lectura y a la escritura. Es un alfabeto o abecedario de puntos, que se adaptan
perfectamente a la yema del dedo índice, y que permiten a los ciegos mediante
el tacto, leer. También les permite escribir. El sistema Braille es capaz de
producir hasta 64 combinaciones, de modo que los ciegos pueden escribir todas
las letras del alfabeto, los signos de puntuación, los números, la signografía
matemática y todos los signos musicales.
Esta introducción de mi trabajo, la creo
necesaria, por dos razones fundamentales: La primera, es que muchos de nuestros
lectores, no saben ni bien ni mal, de qué estamos hablando. La segunda es, que
la mayoría de los ciegos del mundo, no conocen el sistema, y ni si quiera, han
oído hablar de él. Pero hay una tercera e importantísima razón; y es que existe
un nutridísimo número de ciegos teóricamente cultos, que tampoco conocen bien
el sistema, o incluso no saben de su importancia, porque nunca palparon una
letra en Braille.
El sistema Braille hace posible que los ciegos
tengan acceso a la educación, a la cultura y a mucha información. Parece que
hay una cierta reserva cuando digo, “cierta información”, y las comillas son
mías, porque la principal desventaja o inconveniente que tiene el sistema es el
de su extensión en el espacio, en el papel. Los caracteres Braille, son muy
grandes, ocupan mucho espacio. Ello, dificulta extraordinariamente su
almacenamiento. Una obra en Braille, generalmente contiene más de un volumen, y
además el papel, no puede ser un papel normal y sí un papel especial.
El inconveniente, que no es pequeño, ni mucho
menos, ha comportado que las organizaciones de ciegos y para ciegos, lo estén
desterrando. No estoy diciendo nada que no se ajuste a la verdad.
Es claro, que la tecnología ha reemplazado al
sistema de lectoescritura Braille. Las computadoras, parcialmente accesibles a
las personas ciegas, con sus lectores de pantalla o síntesis de voz, pueden
hacer y hacen maravillas; pero, tienen un enorme inconveniente: No hay lectura
efectiva, y sí escucha o audición del texto, lo que impide ver o conocer la
grafía. Cuando en el texto surge una duda o hay una palabra poco usada o rara,
la persona ciega, con los cursores de la derecha o de la izquierda, puede
conocer la grafía de la palabra de que se trate. Indudablemente, la lectura
escuchada, no tiene nada que ver con la lectura leída, valga la redundancia,
por uno mismo. Y por si lo que expongo no fuera suficiente, las organizaciones
de ciegos y para ciegos, graban con voz humana, libros de texto diverso a un
coste sensiblemente menor que el que genera la producción de libros en sistema
Braille. La información de los periódicos, documentos de todo tipo, revistas,
etc. Etc., y que suministra un lector de pantalla o síntesis de voz, instalada
en una computadora, no es discutible; pero la grafía, que también es
información, formación y en definitiva, conocimiento, se pierde. Los ciegos
bien capacitados, bien cualificados, muy instruidos y con buenas posibilidades
económicas, tienen líneas Braille, eso es Braille computerizado y poseen
impresoras Braille; de modo que cuando quieren ver, con mayúscula o con todo
detalle un documento o un texto que se considera importante, se ve en Braille.
Yo, no lo tengo, porque a estas alturas de mi vida, creo que no lo necesito.
Los ciegos, también vemos, porque ver es percibir; pero vemos de otra manera.
El ver de otra manera, o mejor dicho, de otra forma, no significa en modo
alguno que tu información sea parcial. No obstante, tenemos que convenir que el
oído es el pariente pobre de los sentidos, la vista abarca una información más
global y de síntesis y el tacto es más analítico y ofrece una información muy
pormenorizada.
Siempre que puedo, me gusta leer por mí mismo
y no escuchar.
Madrid febrero de 2015
Autor: Hilario Alonso Sáez-Bravo. Madrid, España.