¿GLOBALIZACIÓN VERSUS CULTURA LITERARIA…?

 

Pues resulta que hay ocasiones en que la mente se desvía por rutas un poco o un mucho confusas, como queriendo encontrar caminos hacia pretendidas proposiciones; ¿llaman a esto tesis…? Nuevas vías entre la historia y la filosofía, es decir, se quiere encontrar un sendero a través de la escritura, o sea de las letras. ¡Rediez!, ¡filosofía y letras!, igual que aquella carrera y facultad tan apreciada por los intelectuales pijos de la pasada juventud.

Bien, ¡basta de desvíos, ergo “desvaríos”! Los deseos en estos momentos se dirigen a la actualidad pseudo cultural intentando observar determinados aspectos de ella, ciertamente reñidos con la palabra escrita. ¿Están enfrentados dichos conflictos con la tecnificación globalizadora? Resulta que parece ser que sí.

                            En “ Un Mundo Feliz” el británico Aldous Huxley nos describía una humanidad futura altamente comunicada y tecnificada, de alguna manera absolutamente dependiente del poder y adormilada por un pretendido confort. Hoy en día observamos una enorme masa poblacional totalmente dependiente del móvil y de la informática en general. SMS, whatsApp, Factbook, twiter…, todos en aras de estar comunicados cual meta esencial y casi única. ¿Qué se hace con la palabra, agente principal de la comunicación lingüística? En el lenguaje coloquial solemos utilizar el término, “palabro”, ciertamente incorrecto y horroroso, para aludir con él a determinadas situaciones, cuanto menos, molestas o fastidiosas… Miremos porque, intentar leer o traducir algunos mensajes enviados a través de los móviles es como querer descifrar multitud de abreviaturas inventadas caprichosamente, que constituyen en su conjunto la esencia de modernos jeroglíficos frutos del artificio de sus propios autores; o sea auténticos fonogramas presentes en la vida corriente. Podría pensarse que ello nos obliga a convertirnos en Champollion a los no versados en las nuevas estelas de Rosetta.

Parece ser, por consiguiente, que la gramática normativa se halla bastante vapuleada por las recientes tendencias. Hablando en plata: para que las reglas o normas dadas, ortografía, cumplan la misión establecida por las autoridades académicas correspondientes, es preciso que los usuarios las acepten, de lo contrario sería imposible mantener la unidad ortográfica del idioma. O lo que es lo mismo: sin aceptación general es imposible la democracia.

Difícil está la cosa. Preguntemos a los profesionales de la enseñanza que se las ven y se las desean para hacer que los alumnos aprendan lo que se está destruyendo constantemente. Para comprobarlo nos basta simplemente leer escritos de jóvenes y menos jóvenes e, incluso, de profesionales de cualquier rama. Denominador común aplastante: faltas y más faltas ortográficas.

Ocurre, por tanto, que en este “desvío” mental uno llega a plantearse si no estaremos equivocados y si no será útil y conveniente emprender rutas más “progres”.

Dos puntos más de reflexión:

                   -En cierta colaboración escrita, no recuerdo para que medio, reflexionaba sobre el vapuleo al que se ha sometido al digno pronombre “usted”. Aquello fue hace años. Ahora confirmo lo que expresé: la paliza recibida ha sido de tal naturaleza que el pobre pro/nombre, ha casi desaparecido en combate. Y ¿saben lo que más duele? El empobrecimiento cultural que ello supone porque si antes se utilizaban dos líneas expresivas sintácticas y sintagmáticas –tú/usted-, en estos momentos la segunda ha sido desfenestrada, si no totalmente, sí en la práctica diaria. Habrá que cuestionarse nuevamente: ¿debe ser así, o no? Ardua tarea iniciada ya durante la época de la Revolución Francesa entre los partidarios del “tu” y los del “vous”, clásico dilema galo entre el “tutoyer” y el “vouvoyer”.

Por último me gustaría concluir iniciando otro punto más para cavilar íntimamente. En esta ocasión relacionado con ese maravilloso e imprescindible medio cual es “Internet”. Desde hace tiempo vengo advirtiendo un hecho real y cierto que afecta grandemente a la expresión literaria, ergo cultura de las letras. Lo lamento, pero echo de menos la imaginación al servicio de la literatura. Cada vez se publican –o publicamos- más trabajos investigativos, de los que me malicio la mayoría fruto del botoncito al que un día me permití bautizar como “la lámpara fantástica de Internet” a la que todo el mundo acude con demasiada frecuencia cual redivivos Aladinos. ¡Bienvenido sea toda esa práctica! Pero, ¿dónde dejamos el espíritu creador, imaginativo y literario que brota del interior, que nos convierte en creadores artesanos, genuinos y auténticos?

Es lo que más echo de menos. Mucho estimaría, por tanto, que alguien respondiera al interrogante/título del presente trabajo. Sería inestimable ayuda que agradezco anticipadamente.

 

Autor: José Mª Dabrio Pérez. Huelva, Andalucía, España.

jmdabrio@gmail.com

 

 

 

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