-Hola señor
Deseo-
-¿Cómo está
usted señora Carne?-
-Hasta verlo a
usted estaba tranquila-
-¿Y de ahora
en más?-
-¡Intranquila!-
-¿Cómo ha
dicho?-
-¡Sí, verlo a
usted me incomoda, me saca de contexto!-
-¡Pero señora Carne,
no pretendo hacerle daño!-
-¡Ah no! ¿Y
porqué me persigue, me acosa, ronda?-
-Porque usted
me gusta mucho y además me pertenece-
-Yo no soy de
nadie, soy solo mía-
-¡Qué egoísmo
el suyo!-
-¡Pero qué se
ha creído usted señor posesivo!-
-Creo nada
más, que lo popular, lo que todo el mundo sabe-
-¿Se cree
dueño del universo acaso?-
-¡Nooo… de
todas las materias no! Dueño de usted señora Carne-
-Usted ha
enloquecido, pediré: lo encierren y lo pongan bajo siete llaves, para que no
escape-
-¡Haga lo que
quiera, póngame cadenas con muchos candados, ciérreme las puertas, sitie los
contornos, confíneme al infierno! Nada impedirá lo que por ley divina, está
escrito en la tierra-
-¡Me asusta
señor Deseo, ya imaginaba que usted era peligroso, pero nunca tanto! Por eso
tenía cuidado y ahora además, huiré a las montañas para que no me encuentre-
-Vaya donde
quiera, corra a los bosques, cruce los mares, sumérjase en las profundidades
del océano, vuele a los cielos. Nada impedirá que sea su dueño-
-¡Me ha dado
una idea genial señor Deseo!-
-Ah sí...
¿Cuál?-
-¡Me
convertiré en pájaro para volar tan alto como las nubes!-
-JA, JA, JA...
Igual será materia e iré tras de usted-
-Entonces seré
un pez para esconderme en las aguas del Mar Negro-
-Y... ¿Por qué
elije el Mar Negro?-
-Para que la
oscuridad del agua me guarde y a usted no le permita verme-
-¡Señora
Carne, es muy inocente! El mar Negro, no tiene las aguas negras, “Negro”, es
solo un nombre
-Mire señor Deseo
usted puede tener razón, pero yo también y como no me deja opción, a partir de
hoy, sólo saldré de noche ¡y soplaré las velas para quedarme a oscuras!-
-¿Y porqué
apagará las velas para quedarse a oscuras?-
-¡Para que no
me descubra!-
-¿De qué modo
se lo puedo decir para que me entienda? La hallaré en cualquier lugar y de
cualquier modo-
-¡No, no y no!
Si las sombras me cubren no podrá verme-
-¡Equivoco
concepto señora Carne! -
-¿Acaso sus
ojos ven en la oscuridad señor Deseo?-
-¡Pero Sra.
Usted no me ha observado!-
-Sí... ¡Cómo
que no lo he observado! ¡Si está frente a mí, hablándome hora y media, cansando
mis oídos y mi paciencia!-
-Pero ¿me ha
mirado en esa hora y media?-
-¡Sí... ya le
dije que sí y cada vez lo vigilo más!-
-Bueno señora
Carne, terminemos esta comedia, sáquese la careta, póngase anteojos, agréguese
audífonos y escuche bien lo que le voy a decir “Yo no tengo ni pupilas, ni
ojos, ni órbitas. Solo tengo garras muy fuertes y capaces para atraparla si se
me antoja” y si no la tomo, es por no faltarle al respeto ¿Entendió?-
-No... No
entiendo nada y me voy, no sé dónde, lo más lejos que me sea posible ¡y por
favor no me persiga!-
-¡Pero señora
Carne, será divertido, no huya más, usted es mi objetivo genuino, desde los
primitivos comienzos del mundo, somos el uno para el otro y lo demás, es
cuestión de gusto!-
-¡Bueno, por
fin dijo algo coherente “Usted, por ahora, no me gusta” y por eso me voy ¡Hasta
otra vez, señor Deseo!-
-Hasta la
próxima, señora Carne-
Y hablando muy
en secreto, hizo una reflexión para sus adentros-¡Tal vez pueda conquistarla
mañana!
Autora: Clara Sofía Santana Miranda. Paraná, Entre
Ríos, Argentina.