INVENTARME EN
EL VACÍO
En la balanza,
otros ojos definirán mi luz y mi tiniebla.
Mi propia
nobleza fue la espada enemiga
y navegué muy solo,
sin poder elegir el arpa o el Infierno.
Qué denso es el camino de dos caras.
Si mentí, fue para inventarme en el vacío.
Si viajé sin llegar a la muerte,
fue para mí un misterio.
Vengo desde
un pozo
adivinando el mundo entre la incertidumbre,
mientras un viejo siglo cruza
ante ese juez más sabio que es el tiempo.
ASÍ
JUSTIFICAMOS EL TERROR
Uno se bebe el cielo cuando atardecen las ciudades, se
desliga del mito y tensa otra figuración de la anarquía, que nos fragmenta al
delinear la identidad en Juan o Pablo, el norte o el oeste. ¿Qué pensarán los
otros cadáveres del mío?, si vamos camino a una densa estocada al trasegar los
imperios que nos signa el espíritu, el peso de sus bajas profecías. Así
justificamos el terror de trascender la oscuridad vivida, en bodas que traducen
en cada lid algún significado: son muy breves las semanas del hombre.
***
EL FIN DE LA AVENIDA ESTA EN EL SABLE de Calixto García,
que a caballo se aquieta con la espuma. Yo lo contemplo acostado en el muro,
que escinde la ciudad del universo, y alucino el jazz y las mujeres de aquellos
trasatlánticos, apenas dibujados por sus luces.
Hace dos horas ardió un viñedo que una mujer y yo
sembramos sin mucho corazón. Ahora estoy solo mirando al general tan lejos de
su pueblo, que es el mío, cuyos bordes no lamen el océano sino la infinitud, el
campo donde él también ardió siguiendo una bandera.
Le cifro mi secreto a un delfín que predice el día en
forma de batalla y azulado como vuelo de danzón. Sé que así girará la rosa
náutica, y en esa redondez que une a las confusiones: le invade al general la
desmemoria y comienza a nevar sobre mi enigma.
Autor:
Agustín Labrada Aguilera.
Chetumal, Quintana Roo. México.