Amparada
tu sombra, abrigada tu suerte.
Donde
quiera que estés, recibes mis mensajes.
Cual
sutil melodía en murmullo de voces,
llega
a tus momentos, un alo de querencia.
En
este preciso momento,
es
posible que transites por ahí...
¡No
importa dónde!
Mi
voluntad, sigue tus sendas.
Sin
importar trechos, ni cansancios…
Aquí
o allá…
Filtro
los espacios, por estar a tu lado.
Rondo
caprichosa tus lugares.
Y
si anulas tu razón, por tenerme demasiado.
Cegando
tus sentidos en natural molestia.
Me
haré cadencias, convertida en melodías.
Para
acompañar tus noches y además tus días.
Y
cuando por fin, el sueño agote tu organismo.
Y
caigas en letargo, irremediablemente…
Tácito
silencio, invadirá tu habitación.
En
custodia a tu descanso.
Y
me acomodaré despacito
en
el resto de tu lecho, para velar tus sueños.
Y
poder volver a caminar contigo…
Porque
me quedaré en ti, siempre…
Como
tu propia sangre.
¡Sosteniéndote!
DAME TU MANO.
Es potencial que pueda resultarte increíble...
La inesperada propuesta que hoy es factible.
Dame tu mano amigo, y hagámoslo posible.
No prometo lustre, ni mar de aguas mansas.
Te invito al cultivo en cielos de esperanzas.
Abordemos la vida con ternura y sin prisas.
Visitemos lugares sin presillas, ni enconos.
Acunemos sentimientos ingenuos, perpetuos.
Y aprenderás a mirarme sin pudor a los ojos.
Ven, dame tu mano, enmendemos osadías.
Los dos gestaremos frutos a las paciencias.
Superflua la piedad, las culpas innecesarias.
Anímate y ven conmigo, gestando verdades.
Esas que nos alivian y que nos hacen grandes.
Valorarás entonces… las buenas aptitudes.
Atrapemos estimas, en aprecio de esencias.
Arriésgate a los sucesos innovando posturas.
¡Ven a oír las voces que antes fueron mudas!
Ven, caminemos juntos con inédito equipaje.
Partiremos despacito a disfrutar de lo simple.
Y verás que es fácil emprender nuestro viaje.
Autora: Clara Sofía Santana Miranda. Paraná, Entre Ríos,
Argentina.