AGRAVIO A LOS DERECHOS HUMANOS.
Hoy me atrevo y saco fuera lo que muchos
callan... Mansos, pobres, sumisos... Soportamos con velado malestar lo que
afrontó el comienzo de la civilización.
Pues mucho de lo malo que hoy soportamos está
gestado en antiguas memorias. Escondemos la insidia porque la sufrieron “Los
Otros”. Los que antes eran los verdaderos dueños de estas tierras a las que hoy
titulamos ¡Nuestras!
Y hasta el día de hoy, siguen soportando
las consecuentes, e ¡Injustas diferencias! Con la mayor injusticia. Desde niños
nos mintió la usanza y nos siguen desnaturalizando burlando derechos a desfavor
del nativo. Desde niños nos enseñaron a rechazarlos porque nos decían que eran
innobles, maliciosos... Que estuvo bien matarlos, echarlos, correrlos para
liberar lugares de gente avanzada
Que venía del mundo conocido, viejo y
contaminado ya, ¡de ambición y barbarie! Corridos por las guerras. Ese viejo
mundo del otro lado del mar... que venían a adueñarse de lo impropio.
Gato por liebre nos inculcaron a través
de la educación, los libros, las escuelas, violando disfraces para confundirnos
con las fantasías de hacer lógico, lo ilógico. Porque todos sabemos, aunque lo
callemos, ¡Que los derechos eran de los nativos! A los que mal llamaron indios,
por confundirlos con la India.
Esos indios a los que se les robó todo,
sus vidas, sus pertenencias, sus creencias, su envestidura, su esencia... Para
convertirlos primero a esclavos... Luego al casi exterminio. Y por último, y
hasta hoy, al exilio hasta lugares inhóspitos donde nadie podría subsistir.
Usando las armas de las que Ustedes
carecían los echaron de la pampa, de los extensos valles, de las cuchillas
verdes, de los bosques productivos, de las zonas costeras, para privarlos de la
pesca, y de los bosques extensos, despojándolos de la caza.
Fue milagro de Dios que algunos pocos
sobrevivieran recostados a la cordillera, sin ninguna protección. Mientras sus
tierras eran ocupadas por el invasor extranjero. Los que se repartieron todo,
según sus conveniencias. Enriqueciendo sus alforjas, con riquezas naturales.
¡Pero nos enseñaron que ellos, los indios
eran los malos, criminales que merecían morir por defender lo suyo! Hay veces
en que me pregunto “¿Qué pasaría con nosotros si otros seres de otros mundos,
nos invadieran? ¿Y nos quitaran todo? ¿Mataran a nuestros hijos? ¿Destruyeran
nuestras familias? ¿Se adueñaran de nuestras pertenencias?... Y al estilo como
ocurrió en el mil cuatrocientos ¿Nos echaran de aquí, hacia los polos
helados?... Donde lo más seguro, nos esperaría la muerte.
Calificados de rebeldes, por defender lo
nuestro... Insurrectos, por negarnos a abandonar nuestra querencia... Bravíos e
incendiarios por hacernos frente con el valor de lugareños... Insumisos por no
acatar sus exigencias, costumbres y creencias.
¡Porque eso fue exactamente Señores!
Cuando la colonización europea en estas tierras vírgenes la que llamaron con
total desparpajo “El Nuevo Mundo”
Por el solo motivo de que no lo
conocieran. Este parte de mundo que ya estaba ocupado por personas con
sentimientos, con familias, con arraigo a la tierra. A su “PACHA MAMA” Y a un
cielo limpio que los cobijaba de toda maldad. Un aire puro, sin pestes, ni
plagas, ni epidemias. Con ríos de aguas cristalinas, sin pestilencias, ni hedores...
¡Vergüenza ajena es la que siento señores
por toda la versión que antecede a nuestra propia historia!
Agosto del
2014
Autora: Clara Sofía Santana Miranda.
Paraná, Entre Ríos, Argentina. clarasofiasant@hotmail.com