Sistema único de matrícula: una alternativa para conocer mejor a las trayectorias educativas.

 

En el escenario de las reformas estructurales del país, México ha comenzado a experimentar una serie de trasformaciones organizacionales, en las que premia la autonomía, descentralización, gestión independiente y rendición de cuentas. Estas nuevas organizaciones -tal es el caso del Instituto Nacional Electoral (reforma política), el Instituto Federal de Telecomunicaciones (reforma de telecomunicaciones y el Instituto Nacional para la Evolución de la Educación (reforma educativa)- han constituido una nueva ruta para buscar concretar los objetivos planteados en las modificaciones constitucionales.

En el caso de la educación, la reforma, promueve la modificación de las relaciones laborales y la trasformación del modelo pedagógico, siendo el INEE, uno de los actores esenciales en este nuevo sendero, y los sistemas de evaluación e información, herramientas clave para estos objetivos, por lo que replantear, repensar y reconstruir los instrumentos, esquemas y mecanismos de información es una tarea necesaria.

Ante este reto, la formación de un sistema que permita recuperar información de manera longitudinal de los estudiantes y sus trayectorias, es una alternativa de acción. Tomemos como ejemplo el tema de deserción escolar, siendo este uno de los fenómenos escolares con mayores repercusiones a nivel individual y social.

El concepto de deserción escolar, más allá de haber migrado del lenguaje militar y penal -que por sí mismo conlleva una atmosfera calificativa e ignominiosa-, el concepto de deserción contiene implícitamente un marco conceptual, que orienta el tipo de análisis y la forma como es observado, lo que en determinados casos llega a sesgar la visión y limitar la comprensión del fenómeno.

En México la Secretaría de Educación Pública (SEP) define deserción como “…el total de alumnos que abandonan las actividades escolares antes de concluir algún grado o nivel educativo, expresado como porcentaje del total de alumnos inscritos en el ciclo escolar.” (UPEPE-SEP, 2005: 35) Bajo esta definición, la deserción es entendida en términos de construcción de un indicador, es decir, reportar un estado, y no así, como el retiro del sistema escolar, es términos de informar sobre un evento. Esta distinción no es menor, ya que si se define como un estado, la forma de operacionalizar el concepto se hace en términos transversales, considerando la diferencia de matrículas reportadas, pero si se define como un evento, la forma de operacionalización se hace en términos longitudinales, lo que permitiría generar información de trayectorias de individuos y así contar con la certeza de saber si los llamados “desertores” migraron a otro plantel o sistema, decidieron postergar sus estudios, optaron por una modalidad diferente para completar su grado o realmente se retiraron del sistema educativo, en otros términos, estamos observando trayectorias helicoidales y no lineales. 

Esta situación puede estar sobredimensionando el fenómeno, ya que los resultados de distintas investigaciones en deserción[1], destacan que buena parte de los encuestados se encuentran interesados en continuar sus estudios en otros planteles u otras modalidades, por lo que no pretender retirarse, si no mirar dentro del sistema.

Es importante reconocer que construir una definición pura de deserción es complejo, ya que sólo se está seguro que el individuo no vuelva al sistema educativo cuando fallece (Furtado, 2003), sin embargo, definiciones como la que establece el NCES (National Center for Educational Statistics) del departamento de educación de Estados Unidos, al hacer una distinción entre los términos de ausentismo, abandono y dropout, para ser una ruta por explorar para el caso mexicano.

El informe de 2005 del Departamento de Educación del gobierno federal de Estados Unidos (NCES por sus siglas en inglés) desarrolló una distinción práctica entre tres estados que se llegan a emplear de manera indistinta al hablar de deserción: ausentismo (Absenteeism), salida o abandono (quit) y dropout. El primero de ellos no es estrictamente deserción, pero se refiere a la falta de continuidad en los estudios lo cual es considerado como un factor de riesgo asociado, ya que si es continua la inasistencia del estudiante, éste puede ser retirado del plantel por las normas establecidas en el reglamento. La categoría de abandono o salida, considera que los estudiantes pueden retirarse del sistema debido a características intra o extraescolares y se les atribuye un carácter de “estado reversible” en el que el estudiante puede optar por continuar sus estudios en otra escuela o sistema y así buscar culminar sus estudios. (Furtado; 2003 y Rumberg y Lamb; 2003) En el caso de dropout, esta categoría está referida al estado en que el individuo se aleja del sistema educativo, truncando así su trayectoria escolar, ya que no se encuentra interesado en retomar sus estudios.  (NCES, 2005) Fernández (2010).

Repensar en la definición de conceptos como el de deserción escolar -y por consiguiente en su operacionalización- es un reto que debe de atenderse como parte de la gran industria que representa la reforma educativa. Es claro que cumplir con esta tarea no se lograrán alcanzar todas las metas, pero si se logran construir estos mecanismos de información, lograremos pasar de los diagnósticos post mortem a diagnósticos en tiempo real y con ello, establecer líneas de intervención en materia de política educativa.

 

Autor: Daniel Cuellar Martínez. Atizapán de Zaragoza, estado de México. México.

daniel_cue_17@hotmail.com

 

 

 

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[1] ENDEMS, 2012, Valdez, et. al. 2008; Castro, J. 2011; CONALEP 2005, 2006; Navarro, N. 2001; INEE 2011; Didou y Martínez 2000; y otros.