Si no lo ven, que lo escuchen.

 

En tiempos de Jesús, eran muchos los seres humanos con algún tipo de discapacidad que morían en sus hogares bajo el anonimato de la sobreprotección o mal vivían de la mendicidad.

De ellos uno logró saltar la barrera del tiempo para ganarse un espacio nada más y nada menos que en el libro más leído de la historia (La Biblia).

Se trata de Bartimeo el ciego.

¿Qué hizo este personaje para que aún hoy nos ocupemos de él?

Dejó sus cálculos a corto plazo, aunque implorar una moneda a un grupo de peregrinos inmersos en el amor de Jesús a lo mejor por convicción o apariencia, le hubiera supuesto tanto dinero que por algunas semanas no tendría que preocuparse de su sustento diario pero eso no estaba entre sus planes.

Bartimeo apuntó al cielo y gritaba: Jesús hijo de David….

No era cosa de conversar con mandos bajos o intermedios, su petitoria tendría que ser hecha al mismísimo hijo de Dios.

ES posible que por primera vez, una persona con discapacidad, se atreviera a dejarse escuchar, demandar atención al más alto nivel y no dejarse persuadir por propios y extraños para que en silencio, le prometieran hacer llegar su inquietud.

En la actualidad, son muy frecuentes las veces en que una persona con discapacidad, es invisibilizado por los otros integrantes de la sociedad, al formular preguntas y respuestas de su sola incumbencia, a su acompañante de turno.

Estas personas con discapacidad, aceptan el rol y a preguntas planteadas a terceras personas, en forma automática responden por lo que el círculo vicioso se mantiene.

Bartimeo rompe con el silencio, no le importan las promesas económicas, no lo persuaden por la vía de las amenazas ni acepta comisiones negociadoras.

Ante tal obstinación del “cieguito limosnero” y la complacencia del Señor, bartimeo reivindica a las personas con discapacidad al lograr que con su voz en cuello, oídos sabios le escuchen.

La historia tendría su final feliz si dijéramos que Jesús lo sanó y Bartimeo fue uno de sus seguidores pero antes, habría que rescatar otro hecho muy relevante que tendríamos que copiar en la actualidad si pretendemos tener una sociedad respetuosa e igualitaria.

Jesús el Caballero, no solo lo atiende si no que además tiene la cortesía de preguntar “¿Qué quieres de mi?” a

Quienes están alrededor, a lo mejor les parece una pregunta “tonta” por obvia para ellos, Bartimeo el ciego quiere ver.

Jesús en cambio, no se conforma con las apariencias, quiere tratarlo como a un ser humano de primer orden y por eso le permite que se exprese, recibir su solicitud en forma personal y no por terceros como en la actualidad sucede muy a menudo con las personas con discapacidad.

Quien solicitó la entrevista y quien la concedió, nos ilustran en forma sencilla, como debemos conducirnos por la vida para respetar y ser respetados.

 

Autor: Roberto Sancho Álvarez. San José, Costa Rica.

robertosancho27@gmail.com

 

 

 

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