Menú
de hoy: SPAM ¿Usted gusta?
Cuando emergió Internet en la vida moderna, y por tratarse no solo de una
complejidad tecnológica, sino también un basto universo de información, idiomas
y palabras, era natural que paralelamente fuera creado un lenguaje a doc, a fin
de facilitarle la tarea a los usuarios de la red y hacer más fácil y práctica
la comunicación con sus contactos. Para este lenguaje híbrido se echó mano de
palabras propias y novedosas como pixel, megabit y hacker; de otras más familiares
como bandeja, portal, pestaña, muy adecuadas para la función asignada y
fácilmente asimilables para los principiantes.
Por último, hubo otras más bien pintorescas, que ya expresaban algo como
es el caso de la famosa arroba (@) que originalmente se refiere a una medida de
peso que equivale a 11.5 Kg., o bien a 25 libras. Ya los mayas peninsulares la
empleaban como expresión de castigo: si la pena impuesta por el juzgador era de
una arroba, el castigado debería recibir 25 azotes con bejuco verde.
En la jerga de algunos pueblos se decía que llevar la arroba, era como
hacer negocios con ventaja. Muy usual y contemporáneo es el empleo que tiene
entre ingenieros y arquitectos, para quienes es un símbolo que indica la
separación del acero de refuerzo en el hormigón armado; es decir a cada cuántos
centímetros deben colocarse las varillas o el alambrón en una losa o una viga.
Finalmente, un empleo novedoso de la arroba, como todos saben, es el que
doña Internet ha puesto al lado de cada uno de nosotros a la hora de anotar
nuestro correo electrónico. Con el SPAM la cuestión es un tanto inverosímil, un
cuanto caprichosa, ya desde que la palabra fue acuñada medio siglo antes que la
misma Internet, es más, tiene su propia fecha de nacimiento: el 5 de julio de
1937, de modo que este mes está cumpliendo sus respetables 77 años. Spam, como
es bien sabido, es una de las partes oscuras de la red y, en mayor o menor
grado, ningún usuario de computadora puede escapar a esta calamidad. ¿Quien no
ha recibido uno de esos correos fantásticos enviado por una pobre viuda, cuyo
marido pereció en un accidente aéreo durante un viaje de negocios por
África?... y no cualquier negocio, sino diamantes, oro o petróleo. Según la
trama, ella llegó a saber sobre ciertas cuentas secretas que si no se rescatan
a tiempo, el banco se quedará con una cuantiosa suma, que bien puede ascender a
15, 20, 25 o 30 millones de euros. Para que esto no ocurra, la viuda y su
abogado encontraron una fórmula, que consiste en hacerse de un socio en América
y, "casualmente" lo han descubierto a usted como la persona idónea, y
para llevarse la mitad de la recompensa (o botín) en principio solo tiene que
enviar sus datos, incluido claro, el de su cuenta bancaria. ¡Pobre de aquel que
lo haga! porque tendrá que hacer frente a las consecuencias.
Otro mensaje frecuente es el de las seductoras cibernéticas, como una tal
Yulia, que de entrada, para ella usted es como la miel, y le invita a disfrutar
de una sorpresa: Hi honey... Hi, my name is Yulia... It my surprise for you...
enjoy. Por fortuna
doña Internet sabe cómo se las gastan los hackers, e ipso facto remite todo
correo malicioso a bote del spam. Todo está muy bien, pero ¿por qué
precisamente se les ocurrió denominarlo spam y dónde hallaron esta palabra para
reciclarla? Esa es la parte sabrosa del asunto... ¿desea probar?
El nombre "SPAM" apareció en Norteamérica, como acrónimo de
"Shoulder of Pork And haM", una marca registrada del producto
alimenticio hecho de paleta de cerdo y jamón, de muy alto consumo en los frentes
soviéticos y británicos durante la II Guerra Mundial. Luego se convertiría en
sinónimo de toda clase de carnes enlatadas, extendiendo su popularidad a todo
el mundo, gracias a su innovadora anilla de apertura que sustituía al
abrelatas. Los campamentos chicleros de Quintana Roo y Belice fueron grandes
consumidores de spam como el "Tulip" y el "Corned beef",
las carnes tratadas con sal, agua, azúcar y nitrito de sodio.
Sin embargo, al paso de los años el spam también formó legiones de
detractores en todas las latitudes, claramente anti Yankees. Ejemplo de ello
fueron los comediantes británicos, "The Monty Python", quienes hacían
burla de la carne en lata en diversos tonos y situaciones: "En la mesa del
restaurante --cantaban--, se les ofrecía huevo y placenta... huevo, salchichas,
placenta y spam... placenta, salchichas y spam, comían grupos de ruidosos
vikingos... ningún plato que no contenga spam". Y así, en repeticiones sin
fin. Lo extraño parece ser que no haya demandas de la marca SPAM, contra los comediantes
ni la Internet, que ha hecho una metáfora refiriéndose al correo electrónico no
deseado.
Más lejos fue el escritor Curzio Malaparte, en su gran novela
histórico-biográfica La Piel, en la cual dedica tres páginas al spam, que tiene
una grotesca aparición durante una cena entre gente de la aristocracia europea.
El italiano refiere: "Después de la minestrina de crema de zanahorias,
adicionada de vitamina D y desinfectada con una solución al 2 % de cloro,
apareció en la mesa el horrendo spam, la pasta de carne de cerdo, orgullo de
Chicago, cortada en lonjas de color púrpura, puestas sobre una capa espesa de
maíz hervido.
"Reconocí el que los
camareros eran napolitanos, más que en la librea azul de vueltas rojas de la
casa ducal de Toledo, en la máscara de espanto y de asco dibujada en su rostro.
No he visto jamás unos rostros más llenos de desprecio. ¡Spam frito y maíz
hervido! Los camareros sostenían las fuentes con las dos manos, volviendo la
cara como si llevasen la cabeza de la Meduza. El rojo violáceo del spam, que
frito adquiere una tonalidad negruzca como de carne podrida al sol, y la
palidez amarillenta del maíz, estriado de blanco, que con la cocción se hincha
y parece el maíz de que está lleno el buche de una gallina muerta ahogada, se
reflejaban pálidamente en los altos espejos empañados de Murano que en las
paredes del comedor alternaban con los antiguos tapices de Sicilia. Los
camareros inclinaron las fuentes hacia los comensales y el horrendo refrigerio
comenzó".
Es suficiente. No hace falta nada
más para conocer sobre la mala fama que precedía a la palabra spam; y ni qué
decir que fue un acierto de los ingenieros de la red aplicarla al correo no
deseado, ese que tanto perturba la comunicación en Internet, además de ser una
trampa para los incautos que son tentados por la diosa fortuna, y lo mejor será
no consumir este producto nada confiable.
Autor: Francisco Bautista Pérez. Chetumal, Quintana Roo,
México.