La Campaña Electoral y sus
Distorsiones
Vivimos una descomposición que es visible en todos los
órdenes. Pero quizás en el orden de las palabras es más obvia que en ningún
otro, porque los vocablos son el vehículo para expresarnos.
Y nuestras palabras han perdido peso. Y es que perdiendo
peso pierden significado, pierden contundencia, pierden esencia. Nos hemos
acostumbrado a usar otros términos que además de reemplazar las palabras
oportunas, en muchos casos distorsionan y banalizan los hechos que éstas
describen.
Escribo este artículo por la efervescente campaña política
en la que nos encontramos todo los panameños. El próximo cuatro de mayo
elegiremos un nuevo presidente y al equipo de gobernantes que lo acompañará
hasta el 2019. El voto comprende un expectante e intenso componente emocional,
no obstante, es importante apartarnos por un momento de la pasión y con
sapiencia analizar los significados que manejamos al referirnos a la campaña
política y lo que ello envuelve
Me sorprende poderosamente la atención la ligereza con que
muchos hablan y escriben, tomemos como ejemplo, el uso indiscriminado de los
conceptos publicidad y propaganda, distorsionados tanto por políticos como por
comunicadores sociales.
Nunca olvidaré mi paso por las aulas universitarias y a mis
respetados amigos, los catedráticos: Edilma González y el fenecido Santiago
Samaniego, responsables de la cátedra de Publicidad y Propaganda y el estilo
tan pedagógico en la que nos marcaron su diferencia y como a la vuelta de los
años, me siento orgullosa de todo lo aprendido.
Ahora bien, La propaganda es la difusión de ideas políticas,
filosóficas, morales, sociales o religiosas, es decir comunicación ideológica o
valores culturales. Informa a la población, genera conciencia y modifica
conductas. A pesar de que tanto la propaganda como la publicidad pretenden
modificar la conducta de la gente, ésta se diferencia de la publicidad por su
afán de lucro, es decir que no tiene fin comercial. Ejemplos claros de la misma
son las propagandas de educación vial, de la prevención contra el sida,
campañas de conservación del medio ambiente, contra la discriminación. En
tanto, La publicidad es una actividad en la que interviene activa, pasiva y
receptivamente una diversidad de profesiones, ocupaciones, hechos, acciones y
funciones. Es una forma de comunicación masiva, destinada a difundir un mensaje
impersonal y pagado, a través de los medios, con el fin de persuadir a la
audiencia, siendo su meta, entiéndase bien, el consumo de productos o servicios
específicos.
Además, la publicidad es considerada un hecho comercial, la
empresa la debe manejar para promocionar el producto y concretar ventas
mediante el método más lógico, eficiente y económico. Es una herramienta de
comercialización, la utilidad, el beneficio o el placer que un producto o
servicio pueda aportar, permiten establecer la apelación apropiada para influir
a un receptor escogido y específico con el propósito de que compre o utilice lo
publicitado.
Pero aunque en estos días y por causa de la campaña
electoral los ciudadanos de a pie nos sintamos eufóricos y a la vez abatidos a
más no poder, no justifica la deformación conceptual e imperdonable en quienes
son responsables de la opinión pública. Lo cierto es que solo pretendo llamar la
atención sobre esta diferencia entre ambas definiciones, porque las palabras,
sí pesan y mal usadas golpean el oído.
Elodia Muñoz
Comunicadora Social.
Vivimos una descomposición que es visible en todos los órdenes.
Pero quizás en el orden de las palabras es más obvia que en ningún otro, porque
los vocablos son el vehículo para expresarnos.
Y nuestras palabras han perdido peso. Y es que perdiendo
peso pierden significado, pierden contundencia, pierden esencia. Nos hemos
acostumbrado a usar otros términos que además de reemplazar las palabras
oportunas, en muchos casos distorsionan y banalizan los hechos que éstas
describen.
Escribo este artículo por la efervescente campaña política
en la que nos encontramos todo los panameños. El próximo cuatro de mayo
elegiremos un nuevo presidente y al equipo de gobernantes que lo acompañará
hasta el 2019. El voto comprende un expectante e intenso componente emocional,
no obstante, es importante apartarnos por un momento de la pasión y con
sapiencia analizar los significados que manejamos al referirnos a la campaña
política y lo que ello envuelve
Me sorprende poderosamente la atención la ligereza con que
muchos hablan y escriben, tomemos como ejemplo, el uso indiscriminado de los
conceptos publicidad y propaganda, distorsionados tanto por políticos como por
comunicadores sociales.
Nunca olvidaré mi paso por las aulas universitarias y a mis
respetados amigos, los catedráticos: Edilma González y el fenecido Santiago
Samaniego, responsables de la cátedra de Publicidad y Propaganda y el estilo
tan pedagógico en la que nos marcaron su diferencia y como a la vuelta de los
años, me siento orgullosa de todo lo aprendido.
Ahora bien, La propaganda es la difusión de ideas políticas,
filosóficas, morales, sociales o religiosas, es decir comunicación ideológica o
valores culturales. Informa a la población, genera conciencia y modifica
conductas. A pesar de que tanto la propaganda como la publicidad pretenden
modificar la conducta de la gente, ésta se diferencia de la publicidad por su
afán de lucro, es decir que no tiene fin comercial. Ejemplos claros de la misma
son las propagandas de educación vial, de la prevención contra el sida,
campañas de conservación del medio ambiente, contra la discriminación. En
tanto, La publicidad es una actividad en la que interviene activa, pasiva y
receptivamente una diversidad de profesiones, ocupaciones, hechos, acciones y
funciones. Es una forma de comunicación masiva, destinada a difundir un mensaje
impersonal y pagado, a través de los medios, con el fin de persuadir a la
audiencia, siendo su meta, entiéndase bien, el consumo de productos o servicios
específicos.
Además, la publicidad es considerada un hecho comercial, la
empresa la debe manejar para promocionar el producto y concretar ventas
mediante el método más lógico, eficiente y económico. Es una herramienta de
comercialización, la utilidad, el beneficio o el placer que un producto o
servicio pueda aportar, permiten establecer la apelación apropiada para influir
a un receptor escogido y específico con el propósito de que compre o utilice lo
publicitado.
Pero aunque en estos días y por causa de la campaña
electoral los ciudadanos de a pie nos sintamos eufóricos y a la vez abatidos a
más no poder, no justifica la deformación conceptual e imperdonable en quienes
son responsables de la opinión pública. Lo cierto es que solo pretendo llamar
la atención sobre esta diferencia entre ambas definiciones, porque las
palabras, sí pesan y mal usadas golpean el oído.
Autora: Elodia Magdalena Muñoz Muñoz. Panamá, Panamá.
Comunicadora social.