Una evocadora canción.

 

 

Quizá para comprender la fuerza expresiva que tiene para mí esta canción, convenga remitirnos a los años en que debió publicarse el disco del Dúo Dinámico donde se contiene.

A comienzos de los años sesenta, este dúo integrado por Manuel de la Calva y Ramón Arcusa ya había obtenido gran éxito con otros temas, que hoy todavía se recuerdan como unos clásicos.

Yo estudiaba por entonces interno en uno de los colegios para ciegos, donde escuchábamos la radio de dos maneras: o a través de una emisora de consumo interior, o en la sala de radio, en grupo, cuando las personas que dirigían el Centro nos permitían hacerlo, esto es, en momentos de rabiosa actualidad, po para escuchar el fútbol, por ejemplo.

Entre nosotros los chavales existía una cierta rivalidad musical con los partidarios de las canciones del mítico Paul Anka, quienes se consideraban ellos mismos más modernos, más atrevidos por idolatrar a los cantantes de habla inglesa, y los fans del Dúo Dinámico.

Andaría yo por los ocho o nueve años. Acababa de tomar la Primera Comunión y, siguiendo la estela de la educación religiosa que nos ofrecían allí, mis sentimientos se elevaban a las zonas trascendentes del ser humano.

Además, no era lo menos importante el hecho de que aquel colegio estaba muy lejos de mi pueblo, por lo cual me sentía muy separado de mi familia. Ni qué decir que las comunicaciones con ella eran impensables, salvo absoluta urgencia; y que yo regresaba a casa por Navidad y en verano solamente.

Creo que tales circunstancias, a las que habrá que añadir un tono nostálgico en la música y la letra de aquella canción, provocaron en mí un aprecio por ella que se continúa hasta el punto de considerarla, sin exagerar, como una de las que más me han marcado del sinnúmero de las que habré escuchado y conocido.

Su título, por concluir con la adivinanza, lo expresa todo: “Perdóname”

 

 

Yo distinguiría seis partes englobando la descripción de la música y la letra conjuntamente:

1ª-- Una introducción orquestal precedida de un redoble de la percusión. En una entrada que yo destacaría como solemne, va elevando los registros y en las últimas notas se incorpora un coro de voces femeninas, para concluir en un silencio absoluto que prejuzga algo muy trascendente.

 

2ª-- La voz solista de Manolo de la Calva, en una íntima conversación con los violines, canta:

 

“Te perdí por culpa de un error.

Te perdí y destrocé mi corazón.

Y ante ti, vuelvo al fin

A llorar y a suplicar”.

 

El hecho sucedido lo remarca repitiendo dos veces la afirmación “Te perdí”. Tras la primera de ellas se insinúa el reconocimiento expreso y doloroso “Por culpa de un error”.

Tras la repetición, vienen las consecuencias: “Y destrocé mi corazón”

Acompañando al cantante, el coro femenino y la orquesta, que rítmicamente refuerza la determinación adoptada:

“Y ante ti vuelvo al fin” Volver con el significado de regresar, creo; y además, tras haberlo meditado mucho, se presenta ante ella desarmado.

“A llorar. (Una pausa) “Y a suplicar”.

He aquí la palabra que nos da el espíritu del tema. Todo lo que sigue, es la petición acompañada del dolor (remordimiento) y de las consecuencias y situación actual del implorante.

 

3ª-- Ahora, cambiando el ritmo que se torna muy marcado por un grupo de cinco notas interpretadas por la orquesta, se decide a cantar la segunda voz del grupo; proseguirá ya el dúo hasta la conclusión de la obra. También se irá repitiendo el grupo de cinco notas, con distintas variaciones, hasta el final de la melodía. He aquí la letra:

 

“Perdóname, he sido ingrato.

Perdóname, te quiero tanto,

Que yo sin ti

No sé vivir, mi amor;

Que yo sin ti

Voy a morir de dolor”

 

Observo una estructura paralela respecto de la parte anterior. Si allí se repetía “Te perdí” y se reconocía el error y se asumían sus consecuencias, aquí se aproxima un poco más al referir una ingratitud seguida de un arrepentimiento a causa del amor que todavía siente por ella. ¿Una posible infidelidad?

Este amor no deja vivir y anuncia que, de no obtener el perdón, morirá de dolor.

 

4ª-- Creo que dividir el texto en estas dos partes, me parece adecuado porque, manteniendo el ritmo y las voces con la misma instrumentación, aquí se expresa con claridad la súplica:

 

“Perdóname, te necesito;

perdóname, te lo suplico.

Vuelve otra vez,

Recuerda aquel ayer,

Vuelve otra vez

A darme tu querer”

 

Ya son cuatro veces las que se implora el perdón. Ahora es por la necesidad de que vuelvan a estar juntos; y, por fin, para suplicarle a ella que vuelva y le dé su querer.

El coro refuerza de nuevo la petición. El mismo sentido adquiere la repetición de “tu querer”. Y antes, eso de “recuerda aquel ayer”, como última carta para alcanzar la absolución.

 

 

5ª-- Bueno; ya hemos conocido y desmembrado todo el sentimiento de esta canción, que retrata una pérdida a causa de una ingratitud, no exenta de la esperanza de recobrar a la amada mediante la súplica, acudiendo al recuerdo del ayer en que estaban unidos. Aparece un intermedio instrumental, que podría tomarse como una espera acerca de la decisión de ella, o como una pausa para reincidir en la súplica esperanzada. Cuando escuchábamos esta melodía instrumental, decíamos que la interpretaba una trompeta con sordina. Lo dejo así, porque me parece más propio este comentario retrotrayéndolo a aquella etapa de mi vida.

 

6ª-- Repetimos:

 

“Vuelve otra vez,

recuerda aquel ayer.

Vuelve otra vez

A darme tu querer.

Dame otra vez

Tu querer”

 

La orquesta y el coro de voces femeninas acompañan en toda su plenitud la letra, como si la petición se tornara un clamor en el que tomaran parte todas las energías del orbe, sintiendo la pena del compositor. Por fin, la insistencia de “Dame otra vez tu querer”, y apoteosis con aquellas cinco notas interpretadas con gran solemnidad, presuponen el final feliz y el reencuentro inmediato. Nada hay de despecho, de resentimiento, de dureza por parte de ella. Él ha cometido un grave error y todos los pasos debe darlos sólo él. De este modo, la recompensa será mucho mayor.

 

¿Dónde pudo residir esa fuerza evocadora para que a mí, siendo entonces un niño, me produjera aquel impacto? Ciertamente la escucharía en numerosas ocasiones, pues ya comenté lo importante que para nosotros era la radio. Creo que, además, las circunstancias personales apuntadas al comienzo y, sobre todo, la letra de la canción, imprimieron una huella tan profunda y destacaron valores como el perdón, el arrepentimiento, el cariño, y emociones como la tristeza, la nostalgia.

Acaso el sentido que yo le daba al texto no resaltaba sólo la pérdida de un amor; incidía mucho más en el perdón y el arrepentimiento, porque eso es lo que me inculcaban como remedio a una posible culpa. Detectaba más bien un sentido religioso, como el reconocimiento de un grave error, de una falta, del pecado propio o ajeno. Ese estado donde a veces te refugias cuando el mundo no te ofrece satisfacción a tus expectativas concretas de ese momento.

Y la distancia…. El recuerdo de los míos abonaba un estado general de tristeza, que me parecía escrito y reflejado en cada nota de la melodía.

Sí me gustaría conocer cuál es para cada persona la fuerza evocadora de los distintos sonidos, tonos, instrumentos, melodías…. Pero debo confesar que no he llegado a comprenderlo.

 

Autor: Antonio Martín Figueroa. Zaragoza, España.

samarobriva52@gmail.com

 

 

 

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