NOSTALGIA

Despertó súbitamente con lágrimas en los ojos. Le acompañaban espasmos sollozantes con gemidos muy angustiosos. Tomó rápida conciencia que acababa de despertar… y que, además, se encontraba en su habitación. Aún le dolía algo el brazo derecho, al que se vio a sí misma friccionar para calmar la molestia.

¿Serían las fotos de su amiga, las que provocaron ese inesperado sueño?

Trató de levantarse suavemente, para prepararse un café bien espeso. Todavía las imágenes persistían vívidas en su memoria… Inclusive aún, luego de lavar su rostro con agua bien fría.

El teléfono sonó agresivo. Nancy le preguntaba por su estado gripal, porque se habían acostado muy tarde la noche anterior. Las dos amigas, habían permanecido hasta pasada la madrugada mirando fotos del último viaje a Europa realizado por Nancy. Las fotos de las plazas italianas, los monumentos y castillos de las ciudades romanas y napolitanas, impactaron a Felisa. Habían cenado algo liviano y gozaron de los recuerdos de Nancy en su paseo efectuado dos años atrás. Bebieron un Strega mientras reían, lloraban y se admiraban por semejantes trazos arquitectónicos antiguos. Imposible no impactarse por las obras europeas, pétreas, artísticas, inteligentemente creadas en la plenitud de civilizaciones esplendorosas. Sin embargo, Felisa quedó como detenida en una de las miles de imágenes del conjunto. La misma se trataba de una escalera curva, realizada íntegra en piedra de tonos marrones grisáceos con barandas curvas a modo de brocales, todas revestidas en las mismas piedras. La escalera parecía haber sido atrapada en su imagen, por su vista superior, como si el espectador estuviera descendiendo por ella. La escalinata se curvaba hacia la derecha… y culminaba en dos leones hechos en piedra esculpidos seguramente por avezados picapedreros; terminaba en una gran plaza, cuya explanada construida con grandes rocas, casi idénticas, no permitía visualizar sus límites laterales debido a lo espaciosa. Las arboledas, arbustos y canteros cubiertos de coloridos tulipanes, se encontraban lejanos en un horizonte algo indefinido.

Nancy, mientras evocaba sus recuerdos, paseos y anécdotas, pasando de una mano a la otra, cientos de fotos tomadas en sus magníficas visitas, notó el estado absorto de su amiga. Al interrogarla curiosa sobre su fascinación, Felisa se sobresaltó… y no encontró respuesta alguna a la inquietud de su amiga. Manifestó solo el gusto por esa imagen llamativa.

_¡Ah!... Si, la Plaza de San Giovanni es hermosa… ¿verdad? Allí fui con Camila, mi compañera de viajes ocasionales. Ella viajaba sola igual que yo. Juntas sacamos la mayoría de las fotos. A ella también le gustó esa escalera… Decía que sostuviera la máquina, que deseaba bajarla corriendo…

_Y… ¿Lo hizo? – Preguntó Felisa.

_Si. ¡Era una loca de aquéllas! Ja ja ja.

Siguieron tomando el licor de los amigos, mientras continuaban con una caja de fotos nueva. Ésta contenía, según su rótulo en la tapa, todas imágenes de Francia.

A pesar de las bellísimas fotos obtenidas en el precioso viaje, que mostraban ahora parques y catedrales góticas extraordinarias, Felisa se sentía algo extraña. Nancy lo notó y no pudo evitar la pregunta:

_ ¿Te pasa algo? Te quedaste rara con esa foto de la Plaza italiana.

_No, bah, si… es que siento una sensación extraña… nostálgica, como si algo necesitara. Es como si deseara encontrarme con lo perdido… o quizás con lo que espero pero no lo voy a obtener en este mundo… ¿Me comprendés?

_No, jaja, no te entiendo. Nunca me pasó algo así.

_Está bien, estas fotos son hermosísimas. Tienes un verdadero capital en el que has atrapado lo mejor de los países europeos… ¡Felicitaciones!

_ ¡Gracias... Felisa me felicita! Jaja, ¡Qué bien!

Ambas mujeres eran amigas pero también compañeras en la docencia universitaria. Pertenecían a la cátedra de Historia III en la Universidad. Eran unas apasionadas de las bellezas culturales del mundo. Amaban todo aquello donde el hombre ha manifestado su expresión artística, y donde el alma de las civilizaciones pasantes impactara en sus obras los instantes vividos en sus distintas épocas. El arte en todas sus manifestaciones, les fascinaba.

Entre risas y maravillas, notaron lo avanzado de la noche.

Nancy le ofreció acercar a Felisa a su departamento con su camioneta, quien estaba cursando un leve resfriado.

Ahora los pajarillos trinaban (¿gorjeaban?) sobre la enredadera florida del patio interno, que la ventana de la cocina dejaba entrever. El sonar armonioso del alborotado conjunto de aves, le trajo aún más a la realidad. Continuó con el diálogo telefónico…

_Estoy bien, mucho mejor del catarro, solo que tuve un sueño raro…

Era domingo y Nancy también acababa de levantarse. Mientras tomaba unos mates decidió llamar a Felisa, con el justificativo de haberse acostado las dos muy tarde, pero en realidad le había llamado la atención el rostro extraño de su amiga, frente a esa foto de la Plaza de San Giovanni.

El diálogo continuó. Felisa se esforzaba por atrapar sus recuerdos oníricos. A medida que los minutos avanzaban, las imágenes vivenciadas durante su sueño, se iban destiñendo… como diluyendo. Pero, le comentaba a Nancy, que toda la ensoñación se había realizado en tonos sepias. Sin embargo ella, se había visto a sí misma, bajando las escaleras de la grandísima Plaza San Giovanni, sorteando escalones de piedra en plena carrera. Seguía la curva de la misma mientras lograba el equilibrio con su mano derecha aferrada al brocal de la baranda curva de la amplia escalinata. Lo extraño del sueño… fue ver a su hermano Sergio subiendo en el sentido contrario al de ella.

Se encontraron frente a frente. Sus ojos luminosos y muy celestes, le observaron con su mirada limpísima y transparente. Sus cabellos lacios, sujetos a la brisa caprichosa, despejaban su amplia frente pálida. Sus labios rojizos le sonrieron descubriendo sus dientes blanquísimos. Emanaba bondad purísima a través de su esbelta figura luminosa. Portaba una carpeta plana y grande en su brazo derecho y su corbata, con rayas oblicuas en tonalidades marrones y claros, se volaba con el suave viento. El abrazo entre ambos fue muy intenso… Las lágrimas brotaban a borbotones de los ojos de Felisa. Su hermano separó su rostro del de ella y, mirándola muy fijo, le dijo…

_Si me quieres… si verdaderamente me quieres, deja por fin de llorar por mí.

Sergio le aseguró estar muy bien, contento y trabajando mucho. Le transmitió, en ese encuentro efímero, casi fugaz… que tenía demasiadas actividades y que su angustia no le permitía elevarse a diferentes planos evolutivos en sus permanentes quehaceres. Sus miradas se fundieron mientras la mano izquierda de Sergio presionaba fuertemente el brazo derecho de su hermana, quien, con sus lágrimas, que brotaban como cascadas por su rostro compungido, despertó violentamente…

Continuaba el lagrimeo y la sensación de opresión sobre su brazo derecho, mientras el relato encontraba asombrada a Nancy del otro lado del teléfono;Sergio, el hermano de Felisa, había fallecido hacía ya mas de cinco años, y sabía del dolor intenso de su amiga…de ese duelo no resuelto todavía. Culpaba entonces, por estas intensas sensaciones evocadas y soñadas …al dulzor alcohólico del Strega, en complicidad fundida con la nostalgia, esa nostalgia profunda que se había apoderado ahora… del alma de Felisa.

 

Autora: Dra. Renée Adriana Escape. Mendoza, Argentina

rene.escape@gmail.com

 

 

 

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