Al filo en la penumbra.
Los cansados pasos de un joven caballero, llegaron hasta su
destino y sus negros ojos se encontraron con el templo abandonado. Hace algunos
días atrás había oído, que en aquel lugar un demonio se ocultaba, y ahora estaba
dispuesto a eliminarlo. La paga consistía en tres mil monedas de oro y eso era
suficiente para arriesgar su vida en semejante hazaña.
Como protección portaba, una brillante armadura de acero,
que no traía yelmo alguno, dejando al descubierto su moreno rostro. Por sus
hombreras caía su largo cabello, y además, una cinta de piel, que sostenía la
vaina de su arma fija en su espalda. Su espada, forjada de acero puro, colgaba
de su hombro derecho y descansaba en una vaina de madera.
El templo, estaba edificado en piedra sólida. Por fuera, no
se veía muy bien; poseía un color bastante degradado, pero al menos aun se
lograba divisar que anteriormente, había estado pintado de un tono blanco
invierno. La puerta poseía un tamaño enorme, y estaba hecha de hierro; el color
de esta demostraba que los años ya la habían oxidado. Sobre este templo, se
distinguía una cruz de madera, de aproximadamente cincuenta centímetros.
El arrastre pesado de la enorme puerta metálica, dejó el fin
de la tranquilidad en aquel sector, pues con los primeros rallos de luz que se
filtraron, unos ratoncillos huyeron desesperados hacia lo más profundo. Como el
piso estaba hecho en piedra, el avance metálico del caballero quedó marcado
allí en aquel espacioso lugar cerrado. Los ojos del hombre se encontraron con
un templo vacío que posiblemente tenía más de trescientos años abandonado. De
lo alto de la puerta, calló gran cantidad de tierra que dejó un desagradable
hedor a polvo mezclado con otros mucho más nauseabundos; como, al excremento de
las ratas, posibles cuerpos en descomposición y el húmedo hedor desprendido de
los hongos crecidos en los muros.
Con ambas manos, terminó de abrirse paso hacia el interior,
ya todo estaba al alcance de sus ojos, pero con gran dificultad, debido a la
profunda oscuridad que allí existía. Parecía un nido de ratas, pues del suelo
surgían raíces y no estaban con vida, ya habían pasado por el periodo de
putrefacción y ahora solo le brindaban un hogar a los roedores que se adueñaron
del sistema. De los muros crecieron hongos, gracias a la gran humedad y la
falta de luz. Dirigió sus ojos hacia el final del primer cuarto y se percató de
que había un pasillo, que de seguro lo llevaría hacia otras habitaciones.
Gracias al enorme valor
que traía, el guerrero se internó en aquel ambiente de tinieblas, sin pensarla
dos veces. Su avance provocaba crujidos a sus pies, debido a las raíces secas
que aplastaba; lo único malo de esto, era que le perturbaba al momento de
escuchar un ruido extraño, pero ese no fue factor para dar pie atrás. Iba con
su propósito bastante claro, y ese era eliminar al demonio para poder cobrar la
recompensa. Apretó sus manos y dirigió su avance hacia aquel pasadizo, si ese
demonio estaba oculto, tendría que estar mucho más a dentro; eso fue lo que
pensó el guerrero al ver el entorno que lo envolvía. Cuando entró al corredor,
sus pupilas se dilataron naturalmente, debido a la profunda oscuridad que allí
estaba presente; intentaba estar pendiente de todo su entorno, pero el crujir
de las raíces secas a sus pies, lo perturbaban considerablemente. Llegó hasta
otro cuarto y este estaba bloqueado por una puerta pequeña de madera, a su
costado derecho, poseía una manilla giratoria, posiblemente de plata, por lo
que se lograba divisar producto al brillo intenso que mostraba, a pesar de lo
oxidada. La tomó con la mano derecha y mucho antes que pensase en girarla,
escuchó una respiración profunda al otro lado… El temor no lo invadió y llevó
velozmente su mano derecha, de la manilla a la empuñadura de su espada.
Del interior de
aquella habitación se generó una fuerte explosión, que no solo hizo volar en
pedazos la puerta, también sacó disparado al valiente hombre hacia atrás… El
cuerpo recubierto por la armadura se impactó contra el piso, y sobre él cayeron
los trozos de madera… Del interior de aquella habitación, emergió una extraña
criatura, de enormes alas oscuras y afiladas garras que desprendían brillo,
cortando la penumbra; de la parte superior de su cuerpo se lograban ver un par
de ojos brillantes, que centellaban; poseía una altura considerable,
aproximadamente unos dos metros, mucho más alto que el promedio de los hombres.
Con mucho valor, el joven se puso de pie y apretó con
fuerzas la empuñadura de su espada, luego de eso la jaló con gran
determinación, blandiéndola al frente. Esta criatura no pareció temer y lo
confrontó… Se le fue de frente y los feroces ataques dieron inicio. El primer
manojo de garras le cayó encima; para el mortal esto no fue problema alguno, pues
solo sostuvo su arma con ambas manos y cargando su peso hacia
adelante, pudo detener la arremetida, luego de eso
efectuó su jugada, su ataque consistió en dar un zarpazo de derecha a
izquierda, que el demonio logró esquivar gracias a sus alas, que agitó
rápidamente y logró usar para retroceder. A pesar de que la criatura era realmente temible,
el joven caballero no parecía querer dar pie a tras, estaba demostrando que no
portaba su armadura solo de lujo, sino por el gran honor y dedicación que esta
se merecía, realmente era un luchador valiente de corazón.
El piso se estremeció, al apoyar sus patas en este, a causa
de su gran peso; se trataba de una criatura enorme y pesada. Los pies cubiertos
por la gruesa armadura de acero, fueron avanzando llevando la filosa espada
hasta su objetivo, y cuando lo tuvo una vez más a su alcance dio el corte, pero
antes de que lograse llegar a su destino un fuerte golpe de cola lo derribó,
arrojándolo unos cuantos metros hacia atrás… Gracias al impacto, el hombre se
logró dar cuenta de que la cola era de temer, ya que poseía un grosor
asombroso, y parecía que no solamente estuviese formada de huesos y piel, sino
además de músculos, y todo porque el latigazo fue brutal, como para haberlo
sacado de su lugar, y no sutil, como para provocarle dolor quemante.
Tras el impacto, que lo hizo acabar en el suelo, se levantó
una cortinilla de polvo. Cuando ya
se dio cuenta que estaba tirado y quiso levantarse, se percató de su hombrera
izquierda ¡estaba trisada! De seguro que el choque había sido más pronunciado
en su hombro izquierdo, ya que la protección de acero se había dañado.No logró
pensar en nada, porque tuvo que colocarse de pie rápidamente debido a que su
enemigo se abalanzó sobre él con su manojo de garras derecho… Como ya se veía
sobre su cuerpo, el guerrero rodó hacia la izquierda, por lo tanto la punta de
las filosas uñas se fueron a incrustar en la piedra.A pesar de que se trataba
de tejido, al momento del contacto con el suelo se oyó un ruido metálico, algo realmente extraño. El
valiente se puso de pie una vez más y antes de que aquel ser lograse extraer
sus zarpas de la piedra que se las mantenía presas, intentó acometerlo con su
arma; este corte fue ejecutado de arriba hacia abajo, queriéndolo aplastar con
su poder. El ser inicuo alcanzó a escapar por unos pocos centímetros, pero esto
no cesó ahí, el héroe repitió su hazaña y esta vez el maligno individuo no
consiguió correr, recibiendo el filo en su torso… Seguido de un chillido
adolorido, salpicó una gran cantidad de sangre, que se propagó por todo su
alrededor. Como este ente no pertenecía
naturalmente a este mundo, la sangre derramada mostraba un color café,
completamente anormal a todos los seres vivientes conocidos. La hoja de acero
acabó con su recorrido y al momento de desprenderse del tejido viviente,
retrocedió junto a unos pasos completamente asombrados. Justo en estos momentos
la siguiente pregunta se le pasaba por la cabeza ¿cómo me vine a meter en esto? Mientras veía como las garras escapaban
de su prisión de roca. Además, fue
conducido hasta aquel sitio infernal por su valor y honor, pero ¿realmente su
vida valía las tres mil monedas? Claro que no, su vitalidad tenía mucho más
valor, incluso se podía decir con bastante facilidad, que no tenía precio alguno,
pero ya era realmente lamentable, porque sin pensar eso antes de conducir sus
pasos hasta ese templo, llegó a dejar pendiendo de un delgado hilo su
seguridad.
El par de ojos rojos se contrajeron y de entre las ranuras
se lograron ver las pupilas deslizarse con suavidad hacia donde estaba el
hombre; ya con su objetivo fijado, la criatura quiso acabar con todo ahora ya.
Su víctima, aunque temblorosa producto de las dudas que ahora se le mostraban
más nítidas, elevó su hoja y se preparó para la colisión… Un pesado manojo de
afiladas garras se estrelló contra la protección que estaba dispuesta, y eso al
menos lo mantuvo a salvo, pero hubo un lamentable inconveniente… El ataque
rompió su guardia, por esto el siguiente asalto fue a dar directo a su cuerpo…
Sintió como el peto de su pecho crujió, mientras las puntas despedazaban la
única protección que se interponían con su carne… Y la certera estocada se
incrustó en su cuerpo…
¿Realmente esto valía las tres mil monedas de oro?... O
sería que ¿mi ambición segó mi sentido
consiente?... Muchas eran las preguntas que ahora lo atormentaban, justo en
este instante que solo quedaban unos pocos minutos de existencia.
Su cuerpo estaba alojado en la mano izquierda del demonio, y
cuando su agresor retrocedió su miembro, el cuerpo tembloroso del valiente
caballero se desplomó hacia atrás… Junto con una estela de sangre consiguió
darse cuenta de que todo esto que estaba
viviendo, era por su ambición. La espalda recubierta por la armadura marcó con
un estruendo su caída como un valiente señor del combate; seguido del choque,
se desparramó su cabello junto con la sangre y los trozos del peto, que
hasta solo un corto instante atrás protegía su pecho. Sus
mandíbulas temblaban, sin dejarlo
articular palabra alguna; su puño aflojó y
su valiente compañera reposó a su lado. En estos momentos, que solo esperaba dormir para
siempre, se arrepentía de todo lo que había vivido, pues lo único que añoraba
era poder tener una vida normal, con una
esposa, hijos y un trabajo de agricultor, que le brindase los recursos
suficientes como para subsistir junto con su familia, pero nada de eso tenía…
Las alas de la oscura criatura se agitaron furiosamente y
se abalanzó contra el herido
mortal, completamente cegado por el dolor. Su
ira era tal que no pudo evitar su
desgraciado final… Este hombre que reposaba moribundo, rápidamente se aferró a
su última posibilidad, que era su fiel compañera de batalla y… Sobre su rostro
se derramó la señal de su logro, se
trataba de sangre que salpicó al atravesar al ser inicuo antes de que lo
cortara en pedazos. La tenebrosa mandíbula articuló un ahogante quejido de dolor y vomitó sangre
mezclada con fluidos gástricos… Luego de eso
se desplomó muerto hacia su lado izquierdo…
Los ojos del guerrero
se fueron nublando lentamente y nuevas interrogantes se formulaban en su mente
¿Cómo será mi vida desde ahora?... ¿Mis pecados serán perdonados?
Siguió y siguió haciéndose preguntas, una tras otra y el fuego de lo
terrenal lo acabó por dejar definitivamente…
¿Ahora qué queda? Solo soledad, un silencio calmante que
serena a la mas revoltosa de todas las criaturas, pero sin ganancia alguna, sin
oro, plata o joyas, nada, solo una calma eterna que induce a un sueño profundo y placentero.
Autor: Luís Montenegro Rojas. Graneros, Chile.