Regreso.
¡Qué
dichoso día aquél de mi regreso
Cuando
en el silencio de la madrugada,
sobre el
enlosado de la calle nueva
suenan
mis zapatos en su alegre marcha.
Reverbera
el eco en los portones viejos.
Reverbera
el eco en las paredes blancas.
En las celosías,
bajo los aleros,
palpitan
los sueños de azuladas alas.
¡Cómo se
despiertan las calles desiertas!
Cómo me
saludan las tranquilas plazas,
con sus
jardincillos repletos de aromas,
con su
fuentecilla del tiempo olvidada!
Rebulle
en la alcoba la naciente luna,
callandito
toca mi tambor de plata.
Brincan
los palillos, como dos gemelos
en el
fértil vientre virginal del alba.
Cuanto
más mi paso se aproxima quedo
al edén
forjado de mi espera holgada,
el
espacio todo comprime mi pecho.
El
tiempo silente mi anhelo dilata.
Mi calle
semeja sereno navío
en las
aguas quietas de la mar en calma.
Y de
proa a popa, con pausado acento,
cabriolea
la brisa cual muñeca ufana.
Yo bailo
con ella, asido a su talle.
Yo bebo
en sus labios dulcísimas dádivas.
Y es la acera
mía, un mueble repleto
de
emociones íntimas que en casa me aguardan.
Subo el
escalón. Extiendo los brazos.
Toco las
paredes flanqueando mi entrada,
ásperas
y lisas, con mi mano abierta.
?Cómo no
acordarme? Con mis manos ávidas.
En mi
puerta oprimo el tirador dorado.
Cual del
tirachinas sus gomas tensadas.
Y la
aldaba oblonga su maza al extremo,
cual del
tirachinas manita aferrada.
Venid a
mi encuentro, ninfas de la trébede,
envueltas
de aromas y ricas fragancias.
Venid a
mi encuentro con los sones nuevos
de
añoranzas bellas. Tocad bien el arpa.
Tocad
tan bajito que lo oiga yo sólo.
Muy
quedo, muy quedo, no llaméis al alba.
Dejadme
sorber en mis rincones todos
el
divino néctar de ilusiones blancas.
¡Qué
frescor tan suave entre los muros gruesos!
¡Cómo
mis pies besan la baldosa amada!
que
serena duerme ¡Cuánto olor a limpio,
almidón
y menta, los lienzos regalan!
Penetrara
yo en mi acogedor calvero,
su
mesita de ébano, niquelada cama.
Contemplándolo
todo con fervor intenso,
acunara
el rostro en maternal almohada.
¡Qué
emoción tan grande en tan feliz Regreso
Cuando
en el secreto de la madrugada,
con el
soplo ardiente de mi hogar bendito,
se
inflama mi pecho. Se empapa mi alma.
Autor: Antonio Martín
Figueroa. Zaragoza, España.
samarobriva52@gmail.com