Medio Siglo y Uno Más
Panamá, conmemora hoy el día de los difuntos y son muchos
los que una vez al año enaltecen al pariente, amigo o conocido que se marchó en
ese viaje sin regreso, visitan esa última morada como una forma de reminiscencia
de la vida compartida, así los panameños, honran a los difuntos, no obstante,
en México, esta conmemoración es toda una fiesta nacional, se arman altares, se
degusta el mole, el típico dulce de calabaza y por supuesto las famosas
calaveritas que no pueden faltar
No precisamente hoy quiero hablar de muertos y sepulcros,
cumplo cincuenta y un años, no me avergüenzo, ni siento aprensiones de decirlo,
envejezco con orgullo y dignidad, asumo mis errores,
soy una mujer madura, se me han quedado sueños, historias y proyectos en el
tintero, eso sí con esperanzas de continuar tejiendo esta cruzada que llamamos
vida.
Al repasar sobre mi medio siglo y uno más, propiamente no me
siento senil, sí admito que estoy más cerca de entrar al clan de la tercera
edad o lo que han nombrado los geriatras como Adultos Mayores. Conservo la calidad de una mente joven, no desgastada por la lucha, la
pena, los esfuerzos constantes y me siento con un espíritu a la mujer que tenía veinte
años, lógicamente no lo soy, desafío con actitud positiva mi proceso
menopáusico, mis cuantas canas impertinentes, con un cúmulo de experiencia
generado de esa muchacha enamorada, soñadora, siempre pensando que el amor es
eterno, que la luna es de queso y que está al alcance de todos los que amamos
con el alma, corazón y vida.
No me arrepiento de los caminos recorridos y momentos
importantes que han marcado mi vida como fue el hecho de la ceguera y el
divorcio, lo superé y logré ser una profesional, aunque me haya decepcionado,
porque invariablemente creí posibles tantas cosas, me estrellé igual número de
veces contra ese muro de concreto que se llama realidad, óigase bien, lo
confronto con sabiduría.
En mi medio siglo y uno más, he sido muy feliz y he sufrido
mucho, imagino que estoy en el promedio. Si no conociéramos el sufrimiento no
saborearía la dulce miel de la felicidad. El vestigio del
sufrimiento, aunque pueda pasar por el valle del dolor, permanece indemne
[...].
Estoy entre las mujeres tozudas, persistentes y obstinadas
que se anticipa a los acontecimientos y me preocupo tanto por lo que podría
pasar, que tal vez nunca pase, en vez de equiparar la vida como Mahatma Gandhi,
debo aprender a vivir el día como si fuera a morir mañana.
El futuro es impredecible, desconocemos el día y la hora de
nuestra partida, lo único que existe es el presente, pues bien, mi firme
propósito para este cumpleaños (y pondré todo mi empeño en cumplirlo de ahora
en adelante) será aprovechar al máximo cada día. Sé que suena trillado, pero definitivamente
encontré, hasta ahora, al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y
sus grandezas, descubrí que puedo permitirme el
lujo de no ser perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades y de
equivocarme, de no responder a las expectativas de los demás Y a pesar de ello,
sentirme bien.
Agarraré por los cachos las pruebas y haré como Scarlett
O´'Hara con las cosas malas: pensaré acerca de ellas mañana.
Agradezco a Dios las riquezas que me ha regalado, empezando
por la propia vida que disfruto con salud, mi madre que es un corazón extendido
al sol, mis hermanos, que me han dado tanta alegría, mi trabajo, mis amigos e
incluyendo los virtuales que a pesar de los miles de kilómetros que nos
separan, me han enseñado la valía del ser humano en todos los sentidos,
regalándome tiempo, compañía y ratos gratificantes, acompañándome en mis
tristezas y triunfos, así como la independencia que nos asegura el sistema
Braille, el ordenador, el bastón blanco y el celular con su lector de pantalla
y por último pero no de última, por mi esposo que es la nueva oportunidad que
me ha dado la vida de reencontrarme con el amor y estar ilusionada.
Es el Recuento de Medio Siglo y Uno Más.
Autora: Elodia Magdalena Muñoz Muñoz. Panamá, Panamá.
Comunicadora social.