EL PERDÓN-NELSON MANDELA.
Fue el día 18 de Julio, el
día que Nelson Mandela cumplió 95 años.
Yo, lo recordé con el
número de preso46664, puesto en su cuerpo durante veinte y siete años,
Agasajado en las televisiones
Apagué la mía, para sentir el gesto de magnanimidad, que transmite en su
mirada profunda. Y me adentré en el.
Hombre ejemplar, sin duda.
Recordé una frase, que yo
guardaba y la busqué para poder escribirla textualmente.
Es esta.
"Si yo tuviera un
corazón escribiría mi odio sobre el hielo,
Y esperaría que saliera el
sol"
(Gabriel García Márquez)
Esa imagen, de que hablo,
junto al pensamiento de Gabo, descriptivo, sabio y esclarecedor, me llevaron a
pensar que la liberación auténtica que Mandela había hecho, no fue su libertad
después de haber luchado contra ella ,fue su liberación auténtica desde el
interior.
Su valentía, coraje. Y
perdonar tanto.
Es un hecho que conocemos
todos .Es su imagen la que hemos reconocido, admirado y querido a lo largo de
su vida.
Es todo eso.
Pero para mi, el hecho de
haber perdonado todo lo sucedido, a tantas personas, tantos días, tantos hechos
y tanto sufrimiento es lo que me hizo pensar, sobre lo que, escribo ahora. Su
grandeza.
Sentir la necesidad de
perdonar es un reconocimiento auténtico, con una necesidad de mirar la
realidad, sucedida desde otro lugar, desde otra cara del poliedro, desde lo mas
profundo. Otra forma de ver el hecho.
La desvinculación
emocional.
El momento de esta
decisión es tan auténtico, que ,la nueva vida, no pesa tanto y esa necesidad de
flotar y ser etéreos es lo que indica que estamos en un nivel diferente, no
superior, porque desde ahí, no se encontraría la soledad interior, que es la
que despeja, como cortinajes, paisajes donde uno se reconoce y se necesita entonces,
la liberación de un pasado. Esa carga.
El perdón, es necesario
para poder vivir.
El perdón acerca, es
curativo y sanador.
El perdón es situarse
junto a, no frente a, ni sobre quien.
Perdón, perdón es un hecho
de desnudez, en el que uno necesita vestirse con otras ropas, coloridas y
etéreas.
Se de lo que hablo.
He pedido perdón algunas
veces, unas, más fáciles que otras.
Cuando tu sabes que no has
dañado y la otra persona necesita que lo hagas, pues se hace
-Perdona, perdona, si tu
lo quieres.
Y brotan las lágrimas y se
necesita abrazar y besar.
No ha pasado nada y ha
pasado tanto.
Es una liberación
emocional e íntima.
Una vez hecho, como ya se
sabe la experiencia, el resto de las veces cuesta menos.
En esta sociedad, esta
palabra no cabe.
No se usa en política,
cada vez se acentúa sobre el otro la culpa agrandada, y multiplicada.
Tenemos una sociedad muy
enferma. Estamos llenos de capas inútiles, que nos ocultan.
Tenemos unos medios de
comunicación, vendidos al poder económico y a la rentabilidad y la cotidianidad
del diario corrupto.
Unos partidos políticos
que luchan por el poder, ese poder que esta en las familias y en las relaciones
personales, que nos encumbran y nos llenan de soberbias, que nos impiden que el
perdón sea el paso natural siguiente al conflicto.
Una espiritualidad
inexistente, donde al decir perdón, supone, un peyorativo matiz religioso ,pero
que es absurdo, porque no es necesario. Ayuda, y facilita pero se propicia
aunque no se tenga esa creencia.
El perdón lo concibo como
salud mental.
Estamos en unas posturas
enfrentadas. Con el perdón en la boca, ¿cuantos nudos estarían deshechos?
Socialmente sería un lo
siento, una disculpa.
Lo más auténtico es esto,
frente a la persona, mirarla y decir con la
mirada y la palabra:
perdón.
Perdón.
Me encuentro en una
situación en donde reivindico mi negación a la intoxicación mediática, mucha
información, mucho dato, mucha palabra y mucha letra.
Intoxicación de opiniones.
Me niego a la manipulación
ideológica, pudiendo ser instrumento de algún poder
Son míos mis sentimientos
y mis opiniones.
Tengo claro mi pensamiento
y por supuesto mis sentimientos, y no deseo ser traqueteada emocionalmente.
Vivo, pienso y siento.
Este es mi patrimonio, el
que poseo y desde el
que libremente puedo tener
la serenidad de poder decir, siempre que sea necesario perdón.
Perdón.
Liberación de un pasado
que me quería secuestrar.
El perdón nos reconcilia
con nosotros mismos, y nos libera para que amando una tras otra aprendamos a
amar más y mejor.
Perdón.
Sin ruidos externos y sin
condicionantes interesadas, más que, en este caso Perdón.
YO DECIDO LO QUE QUIERO
QUE SUCEDA EN MI INTERIOR, YA MI ALREDEDOR
Recién despertada, la
radio dice de la muerte de Mandela, que pena mas grande.
Muere UN HOMBRE.
Escrito premonitorio y
oportuno, que tenía hecho desde el mes de JULIO y que envío en este momento.
Autora: Enriqueta
Adriana Martínez Pérez. Almería, España.