Anarquía.

 

Analizando los recientes movimientos sociales en México, que por cierto no son diferentes en muchos otros países del mundo, se pueden observar dos aspectos, por un lado el motivo de protesta ante lo que un grupo de personas consideran injusto, arbitrario o contrario a sus intereses, bien sean estos manifestados o subrepticios y por el otro la forma como las protestas se llevan a cabo, buscando notoriedad pero lesionando los intereses, ingresos y seguridad de una inmensa mayoría de ciudadanos que nada tienen que ver con los hechos que motivan las protestas o incluso están de acuerdo con ellos.

Es importante hacer notar como se altera la conducta de las personas que se manifiestan, cómo afloran las emociones negativas, cómo brotan los instintos y los resentimientos sociales acumulados, dando lugar a hechos delictivos en contra de ciudadanos que desafortunadamente se encuentran a su paso, de cuerpos policíacos que a fin de cuentas solo obedecen instrucciones de cuidar el orden, y que desafortunadamente algunas veces resultan heridos seriamente, de negocios legalmente establecidos, que pagan impuestos y que son asaltados o ven dañados su patrimonio, con bombas incendiarias, ruptura de ventanas o escaparates o pintas en sus fachadas.

Es triste que algunos jóvenes o adolescentes sean manipulados por grupos políticos o por delincuentes para sembrar el caos, que sean adiestrados en técnicas de guerrilla urbana, en la manufactura de bombas explosivas, y se les proporcionen armas blancas o armas de fuego.

Cabe hacer notar que existen simultáneamente distintos motivos de una misma protesta, el motivo oficial que es el anunciado y el o los motivos ocultos, tales como desprestigiar al régimen en turno, a algún gobierno local o a algún político en especial, a mejorar la imagen de algún opositor, o favorecer los intereses económicos de algún grupo.

Creo que la forma más eficiente de combatir la anarquía es analizar los hechos y entender el mensaje escrito entre líneas, planeando así la respuesta mas adecuada.

 

Autor: Dr. Bulmaro Landa Quezada.

Tlalnepantla, Estado de México, México.

editor@revistaesperanza.com 

 

 

 

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