Pedro Infante, el Galán Mexicano.
No soy puntualmente referida sobre el Cine Mexicano, pero le
guardo un amor especial a esta nación, su hospitalidad pues de adolescente
disfruté las inconfundibles telenovelas, que en el transcurrir del tiempo entre
las lecturas de: Pascual Serrano, Atilio Morón, Armando Matelar, descubrí el
menoscabo que generan a sus consumidores. Sin embargo, es la llegada de José
Luis, el que despierta mi atención y acentúa mi afecto hacia ese pueblo azteca.
En la actualidad conservamos un caudal de películas en audio
descripción, (narradas especialmente para las Personas con Discapacidad
Visual), aquellas que no figuran en la colección, nos apoyamos con la de los
amigos cinéfilos.
Es así que llegó a mis manos y el agrado por las películas
de Pedro infante, (Mazatlán, Sinaloa, 1917 - Mérida, Yucatán, 1957), el
muchacho humilde, sentimental y aprendiz de carpintero que durante el siglo
pasado se destacó por su versatilidad como actor cinematográfico, cantante e
intérprete del género de las rancheras en su efímera e intensa trayectoria.
Pedro Infante Cruz, nació en México en el seno de una
familia humilde, sus habilidades creativas, simpatía y naturalidad artísticas
lo catapultaron a la fama, llevándolo a la radio, el cine y la televisión.
Pocos jóvenes sabrán de este personaje, pero más de uno lo recordará por su
aptitud interpretativa, su inspiración por la música y su voz, amigo de los
amigos y sobre todo pícaro soñador.
En tiempo real instituyó una gran empatía con las
vicisitudes de la clase marginada de su país, que escenifica magistralmente en
sus protagónicos. Falleció el 15 de abril de 1957, dejándonos la admiración de
una carrera brillante, un gran legado de películas, cediéndonos el valorar en
su justa dimensión su inimaginable talento encarnado en sus personajes
ejemplares, que nos recreamos en cada uno de sus trabajos cinematográficos.
Pedro Infante, encarna el representativo mexicano honesto,
alegre, responsable, querendón de sus amigos y parientes pero sobre todo
consciente de su papel como padre y esposo. Sus hijos y nietos tendrán por
siempre el gran orgullo de decir que lo son, a la vez que quedan comprometidos
por las acciones de quien fuera un excelente ser humano.
Estoy segura que amar, recordar y vivir van de la mano y el
sentir de todos los mexicanos, dejaron enterrado su corazón en la huella
indeleble del charro de Sinaloa, Lo digo con nostalgia, porque ha debido
quedarse mucho más tiempo entre los que amamos a México como la segunda Patria.
Autora: Elodia Magdalena Muñoz Muñoz. Panamá, Panamá.
Comunicadora Social.