En
qué sentido va la reforma educativa mexicana.
El
actual gobierno de la república apenas en su segundo día de mandato y bajo un
clima de escepticismo, dejó ver el orden de sus preferencias en los temas de la
agenda institucional en el denominado “Pacto por México”. Este documento
signado por el jefe del ejecutivo y los presidentes de partido de las mayores
fuerzas políticas, centra sus líneas en tres ejes:
·
El
fortalecimiento del Estado Mexicano,
·
La
democratización de la economía y la política, así como la ampliación y
aplicación eficaz de los derechos sociales y
·
La
participación de los ciudadanos como actores fundamentales en el diseño, la
ejecución y la evaluación de políticas públicas.
La
primera acción que se materializó fue la Reforma Educativa, la cual presenta
mayores tintes político-administrativos que propedéutico-educativos, esto, dado
que los dos pilares de la reforma se centran en la autonomía del Instituto
Nacional de Evaluación de la Educación (INEE) y en la formación de un Sistema
de Información y Gestión Administrativa a cargo del Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI). Ambos factores inmersos en una lógica de
políticas estatales basadas en la recompensa a través de resultados.
Es
importante considerar que con la reforma que brinda autonomía al INEE a su vez,
elimina toda posibilidad de que sea un comité colegiado quien designe al jefe
titular de dicho órgano público, esto, dado que se eliminó la normativa
establecida en el decreto de creación del propio instituto en el 2002. Bajo la
nueva norma, sólo el presidente de la república está facultado para nombrar a
los posibles miembros de la junta de gobierno así como al director del mismo,
esto con la aprobación de dos terceras partes de la Cámara de Senadores, que
para la presente legislatura cuenta con 41.19% de escaños por parte del PRI,
29.69% del PAN, 17.19% del PRD, 5.47% del PVEM y 4.47% entre PT, PANAL y
Movimiento Ciudadano.
Esta
condición politiza a un órgano que hasta antes de la reforma ha contado con una
imagen profesional, basada en un trabajo continuo de rigor académico y técnico,
más que político. A pesar de esta situación la reforma es valorada como
positiva por distintos actores políticos y educativos, a excepción del propio
sindicato de docentes, que ha dejado ver su inconformidad con la modificación
constitucional, sin embargo, hasta el momento el magisterio no ha contado con
el peso suficiente para alterar las acciones de los legisladores por lo que parece
que en general, la reforma a pesar de no ser necesariamente educativa, puede
que tenga efectos positivos en la parte de gestión.
El
segundo factor al que se debe de estar atento en los próximos meses es en la reforma a la Ley General de Educación, la cual estará
bajo un continuo cabildeo, el cual puede hacer que la reforma constitucional ya
aprobada cuente con canales apropiados para llevar a cabo la propuesta
establecida en el Pacto por México, o que vuelva a la iniciativa
un
falso negativo en el camino por mejorar la educación en el país.
Autor: Daniel Cuellar
Martínez. Atizapán de Zaragoza, estado de México. México.