Leído en
la feria del libro de Buenos
Aires en San Isidro.
El ruido estrepitoso, estremeció esa parte de la ciudad. Los vidrios
rotos cubrían toda la calzada y los hierros retorcidos envolvían el poste de
luz, algo quebrado. Algunos gritos y gemidos desgarradores, emergían del
interior de los restos pertenecientes, a lo que fue un automóvil…
La ambulancia no tardó. Casi coincidieron la policía y los bomberos…
Ya eran las cuatro de la madrugada, y el teléfono sonaba hiriente… sin
cesar…
Marina despertó aletargada, tanteando el tubo.
_¿Cómo?... ¿Dónde?... De un salto repentino, vistió con un tapado,
cubriendo apenas su pijama, mientras con gestos desesperados buscaba las llaves
del auto.
Prácticamente, voló hacia el hospital… Era inevitable pensar, en que
todo era una pesadilla, pero que a su vez, siempre temía que algo así,
sucediera…
La guardia, parecía un mundo diferente, de intensa convulsión entre el
gentío desesperado por las tragedias…
Marina, buscaba la mesa de entrada, para preguntar por Camila…
_Por favor… ¿dónde está mi hija? Apenas podía atropellar sus palabras
con el llanto inevitable.
No supo cómo llegó a la salita de ingreso del quirófano… esperaba
noticias… Ella albergaba esperanzas. Otros también lloraban, y culpaban al
conductor alcoholizado.
Marina, no tenía fuerzas ni para culpar, ni para imaginar la suerte que
le había tocado a su hija de apenas 16 años.
El cirujano anunció su nombre y le indicó las lesiones pero adujo
traspaso a la unidad de cuidados intensivos.
No pudo dialogar con Yamila, solo verla… intubada, adosada a conexiones
con aparatos, sueros y transfusiones.
Le parecía imposible encontrarla en ese estado… en coma… ¿Hasta cuándo?
La enfermera le sugirió volver a casa… Yamila no iba a despertar, al
menos por un tiempo prolongado. Su hija estaba en cuidados permanentes por
personal especializado. Cualquier cosa, le avisarían.
Marina pasó por la capilla y, ante la Cruz, suplicante, pedía un
milagro. Regresó y tenía pensado tratar de descansar por lo menos una hora,
para luego buscar ayuda, hacer los trámites, preparar ropa, y organizarse por
unos días con su trabajo. Mientras pensaba todo esto, su accionar era
automático, casi inconsciente. Finalmente, vencida por el agotamiento, quedó
dormida.
La despertó el celular de un sobresalto agitado.
_¿Señora Miguens?… Le hablo del colegio de Yamila…
Titubeando, y con miles de ideas dando vueltas, Marina contesta:
_Si, ¿qué necesita?
_¡Le entregamos nuestras felicitaciones! Ya le enviamos una esquela a su
domicilio para invitarla al acto de entrega de los premios… Su hija… ¡ha ganado
el primer premio en el concurso intercolegial de ciencias!... Y para nuestro
colegio, ¡es una alegría y un honor!
_Gracias… –contestó perpleja. Marina balbuceando por el lógico estado
emocional adquirido desde hacía pocas horas atrás…
La docente continuó:
_También le llamábamos porque Yamila hoy se ha sentido algo
descompuesta, y no le hemos dicho sobre este premio… Ese privilegio se lo
dejamos a usted. Pero la hemos enviado a su domicilio y nos queríamos cerciorar
de su presencia… ¿Sabe?... Pronto regresará a su casa…
Marina miró el reloj… ya eran las nueve y media de la mañana. No
comprendía el diálogo con la secretaria del colegio.
Inicialmente, fue pensar en que todo había sido un sueño… un mal sueño.
Colgó el celular y de inmediato, sonó el teléfono fijo. Levantó el tuvo
angustiada. Era su hermana…
_Ay, Marina… ¡qué desastre!... ¡No entiendo como venían esos chicos!...
¿Tenés novedades de cómo está Yami ?...
¿Hablaste a la terapia?
_No, ahora me visto y voy para allá…
_Si, allí nos encontraremos. Te acompañaré todo el día. ¡Fuerza
hermana!... Todo va a salir bien… Ya verás.
Marina colgó el teléfono, y mientras se dirigía al baño, pasó por el
dormitorio de Yamila…
El sobresalto fue brutal, al encontrar alguien durmiendo sobre la cama.
Se acercó.
La sensación de desmayo y desvanecimiento, le invadían, no daba crédito
a lo que sus ojos le mostraban.
_Hola, mamá… ¿Qué te pasa?... ¡Estás muy pálida! Está bien… disculpame,
no te avisé, pero no me sentía bien, preferí quedarme a dormir en lugar de ir
al colegio… Anoche me acosté muy tarde estudiando…
Marina, mientras observaba la cama, con varias hojas y carpetas sobre
las cobijas, no daba crédito a esa realidad… Se acercó a su hija abrazándola
fuertemente y llorando desconsolada.
_Ay, mamá… ¿Qué te pasa, por qué llorás?
Marina se preguntaba… ¿Qué es lo que estaba sucediendo?
Posterior al relato de su madre, Yamila la consoló pensando en que todo
era un probable sueño… que se relajara, que nada de lo feo, y probablemente
imaginado, había sucedido…
Marina rumbo a la cocina, a preparar el desayuno para ambas, encendió el
televisor. El noticiero anunciaba el terrible accidente donde habían perdido,
junto a un poste de luz, la vida varios jóvenes alcoholizados…
Aterrada, escuchó el timbre de la puerta. La empresa de envíos le pasó,
para firmar, la recepción conforme mientras le entregaba la esquela con el
anuncio sobre el premio obtenido por Yamila…
Seguía parada bajo el dintel, y el estupor le invadía por completo al
verificar que se estacionaba una combi sobre el puente mientras bajaba una
adolescente.
_Hola, ma… ¿Te llamaron?… Me enviaron de vuelta, porque me dolía la
cabeza… –Esbozándole una sonrisa, la besa diciendo – ¡Ahora me siento muy bien,
bien porque estoy contigo!… ma… mi querida mamá.
Autora: Dra. Renée Adriana Escape. Mendoza, Argentina