Nada heredé

más que un poco de niebla

y el rojo deseo

de subir tras el himno

a las eternidades.

 

 

 

 

HUYENDO VA

la casa por los aires,

y en sus maderos

-que este ciclón convoca-

se teje una novela.

 

 

ALUCINANTES MUROS

Entre mi padre y yo está la guerra,

aunque a veces las balas sean este silencio,

un silencio que hiere

y levanta arrecifes con dragones,

mentiras herrumbrosas, alucinantes muros.

 

Cuando mis armas eran la inocencia,

año tras año fui

enumerando su demonios

hasta armarle una cruz para cada arponazo.

 

Ahora que la inocencia es un remo invisible,

descubro en mí demonios de mi padre

y la guerra renace como un lobo

que ha visto entre sus uñas

dos sables siempre grises condenados a muerte.

 

Autor: Agustín Labrada Aguilera. Chetumal, Quintana Roo. México.

agustinlabrada@hotmail.com

 

 

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