IVONNE

 

En muchos lugares de San Martín de Porres, habían grandes montículos de basura que no solo eran foco de contaminación ambiental, sino, también centro de labor de los recicladores, meretrices, delincuentes y hasta hábitat de los roedores que se enseñoreaban orondas a la luz del sol, compartiendo con los hambrientos los desperdicios que arrojaban los vecinos.

En verdad, si observamos con el espíritu en la mano, comprenderemos que ellos construyeron su propio mundo en base a su realidad, allí disfrutaban la vida a su manera, ahí hilvanaban sus sueños dorados y esperanzas largamente acariciadas los hombres que  carecían de oportunidades, por ser los olvidados de los aristócratas que ostentan cargos públicos, aunque sin justificar plenamente sus responsabilidades como los actuales congresistas y otros funcionarios, que gozan de privilegio sin merecerlo a costa de nuestro sacrificio.

En el paupérrimo mundo de la miseria, se suscitan anécdotas como historias insólitas que el tiempo muchas veces archiva en sus paginas del anonimato, pero hoy, me permito escribir una de ellas, no para mofarnos, sino, para enarbolar la magnanimidad de un noble corazón que exhibía a todas luces, un sentimiento de amor transparente y sincero a pesar de su situación, de su inexperiencia juvenil, como es el caso de nuestra hermosa protagonista que llevo por nombre, IVON, que a los 15 años de edad fue desalojada de su hogar por sus progenitores, por el hecho de padecer  esquizofrenia desde muy tierna, desde ahí las calles limeñas fueron su hábitat, y caminaba por ellas sin rumbo, sola, sin que nadie se acordara, llevaba siempre consigo una vara metálica para capear las asechanzas  que pondrían poner en riesgo su integridad física, no era agresiva mientras nadie la molestara, agradecía las dádivas gentiles que le otorgaban de buena fe, pernoctaba donde el cansancio rendía sus pies y el sueño nublaba trémulo sus ojos verdes, para saciar su hambre y su sed tenía que disputar la merienda con los perros en los basurales muchas veces, en una ocasión, según me contaron, que cuando le mordió la pierna uno de los canes, enfurecida le aplicó un varillaso en la cabeza partiéndola en dos, para terminar en lágrimas luego acariciando con ternura al occiso.

Mis fuentes fidedignas me informaron que cuando IVON, se hallaba en su estado de lucidez, tenía la mirada pasible e inocente, la sonrisa angelical siempre a flor de labio, su rostro de piel sonrosada mostraba la quietud de su adolescencia afable, su abundante cabellera de color castaño tendía hasta su cintura, era de contextura delgada y estatura mediana, de modo que lucía bella a pesar de andar mal trajeada ante los ojos lujuriosos; pero cuando la esquizofrenia turbaba su sistema nervioso, se mantenía a la defensiva agitando su varilla constantemente, ya que había varones inescrupulosos que deseaban hacerla suya de una u otra forma, ella solo permitía que se acercaran  damas adultas. En una oportunidad se produjo una batida policial en diferentes puntos de la capital, las comisarías estaban llenas de personas de conducta dudosa, incluso IVON fue arrestada y se hallaba sola en una celda por orden del señor comisario, fue aseada y vestida con prendas nuevas por tres policías femeninas, luego le dieron de comer y beber lo que su jefe les había alcanzado, apenas hubo terminado de cenar la joven se quedó dormida profundamente, luego de acomodarla sobre una colchoneta las policías se retiraron a su domicilio por autorización del comisario, quien dijo a su vez a sus subalternos lo siguiente: “muchachos, las meretrices son vuestras por esta noche, disfrútalas con cariño, que yo no se nada”.

Una de las tres policías envés de retirarse a su casa, se había ocultado en un lugar discreto por que según ella tenía cierta corazonada que inquietaba su pensamiento, diciendo para su adentro: “demasiada gentileza con la loca por parte del imbécil de mi jefe” hasta que a media noche cuando estaba todo en silencio, quitándose las botas el comisario se a personó a pies puntillas a la celda de IVON, aprovechando que aun se hallaba inerte, la ultrajo sexualmente a su gusto y placer, una vez satisfecho su instinto depravado, procuraba dejarla en orden para evitar sospechas posibles instante en que oyó en un rincón cualquiera, una voz femenina que dijo: “maldito depravado, adiviné tu intención” y entonces el soldadote corrió como un gato ladrón para guardarse en su oficina hasta el día siguiente, como si le remordiera la conciencia  y para que nadie descubriese su fechoría, dejó en libertad a la incauta joven que siguió deambulando como siempre por las calles de Lima señorial.

Al cavo de nueve meses unas señoras hacían de parteras en medio del basurero, IVON alumbraba una criatura que llevaba en su vientre sin saberlo, desde entonces le ofreció a su bebé protección y cuidado sumo que lo cumplió religiosamente hasta que Abel cumplió 6 años, tiempo en que el destino los separó indefectiblemente por agravarse la salud de su madre, siendo internada en un hospital y el niño en un orfelinato; mientras estaba a su cuidado, IVON no confiaba su hijo a nadie, de tal suerte que si alguien se atrevía arrebatarle era su vara su mayor defensa, incluso cuando la acorralaron a la altura del puente el ejercito, ella con su niño en brazo intentó arrojarse al río pero una orden superior evito que sucediera tal tragedia, mendigaba alimentos y ropa para él, en las noches   lo arrullaba tiernamente en su regazo aún en su crisis nerviosa, jugaban y bailaban en los parques como dos hermanitos, cuando IVON se hallaba en su lucidez entre lágrimas dolida solía decir:

“¡DIOS mió, que será de mi hijo si algo me pasara, quien amor y ternura le dará en su tristeza, quien compartirá su alegría, OH DIOS mío!”.

 como a Abelito le era permitido visitar a su madre dos veces por mes, solícito le gustaba hacer mandados a sus profesores a cambio de una propina que las juntaba  y con ellas, compraba frutas, pasteles y algunas otras cosas que le sirviera a su madre, al estar juntos le daba de comer en la boca, después de abrazarla y besarla con profunda emoción de hijo afectivo , “era conmovedor  ver la escena” decían médicos y enfermeras, esta actitud se repetía hasta cuando Abel cumplió  15 años, el jovencito aprendió diversas manualidades que vendía, cuyo dinero juntaba con la esperanza de comprar una casa para vivir con su abnegada madre, sin importarle su enfermedad, hasta que en una fatídica tarde, le informaron que su señora madre había fallecido por un infarto, el pobre lloró desconsoladamente hasta desmayarse en varias oportunidades, todo lo que había ahorrado con cariño lo empleo en el sepelio de IVON su madre muy amada, que le cuidó con abnegación y ternura como lo hacen las verdaderas madres, sin importarles su condición de mujer frente a su sentimiento mezquino que muchas veces les obliga seguir al hombre abandonando al hijo que llevó en su vientre.

 

 

Autor: Mauro romero. Lima, Perú.

maximotrujillocor@yahoo.es

 

 

 

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