Comentario al libro “Ami, el niño de las estrellas” de
Enrique Barrios.
Me pareció
un libro muy bueno si se lee desprejuiciadamente. Similar al Principito o a
Juan Salvador Gaviota. Similar pero distinto: es sólo para ponerlo en un marco
comparativo.
Quizás
en algún momento de la historia pareciera que el libro tiene una finalidad
dogmática muy explícita: y eso le quitaría calidad artística. Pero también un
lector desprejuiciado puede ir sorteando estos obstáculos y continuar con su
lectura.
El
Mensaje es bueno. Quizás a ratos parece que va a predicar sobre Dios pero luego
se aleja hablando del amor. Políticamente podría pensarse que es capitalista
pero es anticapitalista. Lo único que a mí, en lo personal, me choca un poco es
que aunque sea en un sentido de evolución espiritual, el autor habla mucho de
lo que es superior y de lo que es inferior. Es como si hubiese un solo camino
de desarrollo o evolución espiritual. Y este es hacia el amor. Eso, aunque
bueno, podría aparecer dogmático. Es una contradicción mía porque también creo
que el amor es el fin, pero al decirlo tan explícitamente el autor podría estar
cayendo en lo normativo.
Se
puede leer con gusto; es mejor que muchos de los libros superventas que andan
por las estanterías del comercio mundial. Como en todas las cosas de la vida,
uno puede tomar de él lo que le sirve y dejar a un lado lo otro.
En
resumen, mi calificación es entre bueno y muy bueno, 6,5.
Agregado
después
Hay un
tema que se me había olvidado mencionar. El autor habla de un mundo ideal sin
países, sin regionalismos… En el siglo XX se pensaba en una cultura planetaria
como en algo ideal. Jesús le pedía a su Padre dos mil años atrás: “Que todos
sean uno como yo soy uno contigo”. Y en el amor: muy lindo. Pero la
“globalización actual” nos permitió darnos cuenta que una cultura tan homogénea
puede ser dictatorial; el poder estar más concentrado y todo más fácil de
dominar.
Quizás
el equilibrio esté en una cultura planetaria pero aceptando nuestras
diferencias, nuestros localismos. Lo que haría el mundo menos monótono. Todos
distintos pero igualmente valiosos. Esa sería la cultura del amor: todavía hay
que trabajarla.
Para
finalizar: en este comentario no les estoy contando el libro; es una invitación
a leerlo… Más bien es una reflexión que el libro me produjo y necesité
escribir… Si alguien lo quiere leer y no puede encontrarlo por sí mismo en
Internet, puede pedírmelo a mi correo y se lo enviaré adjunto en la medida de
mi tiempo.
Autor:
Luis Alberto Méndez Quezada. Santiago de Chile, Chile.
lamq_57@yahoo.es
Primer
Premio Especial “Tiflos” de Poesía, España 2005
http://lanuevatitanomaquia.blogia.com