Navidades en el Sur
Navidad en el Sur
Por Giann Franco Auditore.
Me pidieron, en La empresa que contara como es
?
Como en todos los sitios en Uruguay Diciembre es un
mes mágico, para mi lo era por donde lo mirara, terminaba la época de clases,
comenzaba el verano y con ello la playa, era mi cumpleaños y llegaba Papá Noel.
Navidad en el sur es atípica ahí no hay nieve tampoco hay renos y sobre todo no
hay frío. Pero aún así cada 8 de diciembre mi hermana Carla y yo montábamos el
pino de navidad. Con la ilusión latente que tiene un niño por esa fecha tan
especial. Una vez colocado todos los adornos esperábamos que llegara nuestro
papá del trabajo para encenderlo y con las primeras luces que encendían y
apagaban jugábamos a pedir un deseo. Llegaba entonces, el momento especial;
abrir las cajas y con cariño y delicadeza coger las piezas de yeso del Pesebre
(Belén) estas envueltas en papel de periódico, en una carrera contra reloj, por
que aquél que encontrara al niño Jesús ganaba, aún así en casa no era navidad
sin algo que daba el sello. Una imagen de Papá Noel frente a la chimenea en un
simple paño estampado de cocina que todavía conservo. Ya que navidad no es
navidad, para mi sin él. 38 grados de temperatura hace que Navidad en verano
sea una fiesta, la cena como cada año era cordero o lechón a las brazas,
ensaladas variadas y como postre claro era el helado. A las 23:59 todos en casa
con la copa en mano esperando ese segundo para desearnos feliz Navidad, y
enseguida una metralla de fuegos artificiales y a quemar el Judas. Éste era un
muñeco de trapo confeccionado con tu propia ropa vieja, relleno de pasto seco y
periódicos y papel. Él se hacía para
sentarlo, en la calle para pedir monedas. Más adelante se comprarían los
petardos algunos eran puestos dentro del Judas y el resto para tirar en la
hoguera, junto con el muñeco. Las distintas casas del barrio abiertas sus
puertas y ventanas de par en par, dando paso alguna brisa que aliviara el
intenso calor. Siendo esto la invitación segura a brindar con una copa y
desearce muchas felicidades. Enseguida corriendo a casa para abrir los regalos.
Con el tiempo entendí por que papá nunca saludaba a los vecinos, su trabajo era
esperarnos en casa con el árbol a rebozar de regalos. Una vez mayores la
diversión era concurrir con tus amigos aquellas fiestas o simplemente al mar a
celebrar. Ya hace 10 años que mi Navidad ha cambiado radicalmente y asimilé
nuevas costumbres casi olvidando las mías propias, ahora al terminar de
escribir esto doy las gracias a esa llamada en la que me pedían recordar mis
costumbres y como es nuestra Navidad en el sur. Este relato pasó por mi mente
removió mi memoria y no solo eso, si no que también mi infancia, esa pasada
juventud, aquel mi país, toda mí familia y amigos que dejé atrás por perseguir
un sueño.
Navidad en el Sur 2
Continuación Por Walter Auditore.
Que hermoso relato el que ha hecho mi hijo sobre sus
recuerdos y su visión de las navidades de nuestro país Uruguay, vividas en su
infancia.
Dicen que todos tiempos pasados fueron mejores, esto
no es probable, ni mejor ni peor solo distintos.
El planeta gira y gira y los hechos y los avances son
notorios, ellos van cambiando todo así que para giann Franco las navidades
fueron así para mí un poco distintas. No en su espíritu si no en la forma.
Mi padre su abuelo llegada mi adolescencia delegó en
mi hermano y quien escribe la preparación de todo lo concerniente al árbol de
Navidad y el Belén o pesebre.
Se corrían unos muebles del salón comedor y en una
esquina de éste se armaba todo.
Ese ocho de diciembre al igual que todos los años se
sacaban las cajas que contenían aquél tesoro acumulado en años.
Disponíamos de una chata plataforma de unos 0,60 por
un metro cincuenta de largo. Esta confeccionada con tablas de pino, un eje
trasero fijo con dos rulemanes como ruedas. El eje delantero giraba sobre un
perno en cuyos extremos se ataba una cuerda para tirar de ella. Con unos
cajones de verdura y unas bolsas de arpillera íbamos a la playa cercana en
busca de arena y piedras que le darían al Belén un aspecto más real.
Es tradición agregarle todos los años alguna pieza al
pesebre.
Recuerdo que varios vecinos en muchas cuadras a la
redonda tenían unos pesebres dignos de admirar. Estos los armaban y unos días
previos al 24 de diciembre Noche Buena abrían sus persianas y se lucían
compitiendo en sana armonía con los otros.
Es así que los vecinos tenían un pequeño itinerario
que los llevaba a ver uno tras otro y así juzgar el mejor.
Pasada esta hermosa recordación me pondré sí puedo y
no me tiembla el pulso a relatar los que en sí era
El lugar de reunión era año tras año la casa de mis
abuelos maternos.
Es que todos vivíamos muy cerca uno del otro.
La casa bullía de hesitación unos venían otros salían
las mujeres con sus delantales dale que dale preparando una y otra comida panes
dulces budines pastas pizzas que se yo se hacían tantas cosas que parecía que
se estaba aprovisionando para una futura catástrofe. Los hornos a pleno las ollas
humeantes todo era calculado a minuto, nada podía fallar.
En el fondo de la finca donde había un extenso terreno
lleno de plantas, higueras, naranjos y flores más algún cuadro de hortalizas.
Los hombres estaban en lo suyo.
¿Qué era lo suyo?
Pues una larga mesa armada sobre dos caballetes
dispuesta a la sombra de una de esas grandes higueras.
Un medio tanque de esos de doscientos litros con hielo
y botellas de cerveza, vino, agua mineral y distintos refrescos tapando este
improvisado refrigerador con una bolsa de arpillera mojada.
El fuego encendido y chisporroteante un gran
trasfoguero. Delante de el la gran parrilla y el cordero o lechón adobado desde
el día anterior y dejado al sereno. Es decir que tomara el fresco de la
madrugada. Tiras de asados o mantas de éste, sumado chorizos, morcillas, y
todas las achuras que son tan tradicionales en nuestro país.
Sobre la mesa con su respectivo mantel de hule, era lo
mejor por que no siempre los vasos ce apoyaban sobre su culo.
Algo volcado un trapazo y a otra cosa mariposa.
Las tablas de picar, las grandes cuchillas, los
pinchos largos con mangos que eran para uso exclusivo del asador.
Éste no permitirá que nadie ose tocar nada de lo que
esté sobre la parrilla.
Todo un arte llevar cada una de las distintas facturas
las cuales no se cocinan al mismo tiempo.
Platos con queso parmesano, y otros quesos,
longanizas, pizzas sumados a trozos de torta Pascualina toda una preciosura.
Hago un pequeño intermedio para explicar esta torta, ella es o puede ser de
acelga o espinaca, con una preparación con cebolla, condimentos, puede llevar
algún chasinado. Y huevos duros en mitades o picados. En una asadera se pone
una masa estendida no muy gruesa y el relleno. Otra masa de tapa y al horno. También
tortas de jamón y queso en fin para todos los gustos. A demás decir todo esto
casero elaborado por las expertas manos de las féminas de la casa. Las casadas
y las solteras que día a día iban aprendiendo los secretos de la elaboración de
todos esos manjares.
Nosotros los cinco nietos yendo de arriba y abajo de
la casa al fondo o de la casa a la calle a corretear con los otros niños.
Llegada la noche ya todos cambiados menos el asador
que solo se había dado una refrescada y cambiado el short y una camiseta. Se
disponía al armado final de esas ahora dos mesas y sus respectivos bancos
largos. Los manteles ahora cambiados por algunos de la abuela y otros traídos
por sus hijos. Se han rellenados aquellos platos de vituallas que han sido
vaciados. Una tía prepara el vermouth algo clásico con sus aceitunas cacahuetes
y empieza el primer brindis en forma. Aunque ya varios han brindado más de una
ves.
Ya sentados a la mesa y medio llenos por lo comido
traen las entradas, fiambres ensalada rusa, tomates cortados a la mitad y
rellenos de un preparado de arroz con atún y huevos duros cubiertos de una
generosa mayonesa como y a seguir comiendo.
El batallón de mujeres van y vienen unas llevan los
platos vacíos una lavada y de nuevo a la mesa.
Son traídas ahora nuevas fuentes de ensaladas frescas,
estas confeccionadas con cebolla, lechuga, tomates y Morrones.
Cada uno va comiendo lo que el hábil asador luego de
fraccionado en la gran tabla y puesto en fuentes que las damas irán sirviendo a
cada uno de nosotros. El ploc de cada botella de vino descorchada, el sonido de
las botellas de refrescos al ser abiertas todos sonidos que han quedado para
siempre en mis oídos y en mi memoria.
Las horas van transcurriendo y entre victorees y
aplausos para los cocineros y el asador,
El recorrido mencionado por giann Franco por las casas
vecinas a llevar un augurio de felicidad para todos. El regreso a la casa,
ahora para seguir comiendo, no todos han salido a saludar. Han retirado todo y
ahora sobre los blancos manteles, fuentes y platos con avellanas almendras,
nueces, pasas, uvas, higos, ciruelas, fruta abrillantada, generosos trozos de
zapallos, peras, cáscaras de naranja y limones glaseados etc. Rodajas de
panetones o pan dulce rellenos de trocitos de fruta abrillantada pasas y
maníes, budines ingleses sabrosos que se deshacían en la boca. Todo esto
acompañado de un exquisito clericot confeccionado con fruta fresca picada, dos
litros de aquella botella gigante de vino blanco Budú, jugo de naranjas y otros
restos de bebidas espirituosas, sí aún estabas fresco con eso cataplún. Los
hombres ya algo mareados y cansados charlando animadamente y riendo, las
mujeres ahora sí sentadas a la mesa saboreando las migas dejadas, en una paz,
armonía y alegría de ver a todos los suyos reunidos.
Sí señor ni mejor ni peor simplemente muy distinto.
Autor: Walter Auditore. Barcelona, España.