UN NUEVO AMANECER.

 

Otro día, amaneció y el lecho tibio, pero con el frío de la soledad.

Los ojos con los párpados pesados negaban levantarse, volver a ver la luz, el sol, la vida en movimiento.

Y otro día en soledad. 

Hay amor, ¿nunca vendrás? Pensamiento perverso que la angustia acelera, al corazón vacío que espera.

El teléfono mudo, testigo silencioso de la pena. Los pájaros cantan a  fuera.

 

No puede ser, un nuevo amanecer, y yo aquí sin entender.

Sin entender, por qué no tengo derecho a querer.

 

El desfile de las parejas, mirándose a los ojos, hablándose quedo con sus labios susurrando cerca de las orejas. Como se sonríen o se ríen ¿qué palabras los ponen tan eufóricos?

Tan ausentes como fuera de toda realidad, como niños alegres en  fiesta de Navidad.

 

Un nuevo amanecer, la misma pena, los días se suceden tan monótonos y me aferran a la triste soledad como si fueran eslabones de una cadena que ya nadie cortará.

 

Me pregunto: ¿Fue pecado amar tanto, o fue pecado escapar del quebranto?

Perdonar no es difícil, pero olvidar un engaño es imposible, en noches de soledad angustiosa, cuando no se huele el perfume de la rosa.

 

Hasta que vuelvas no abrirán las flores por las mañanas, ni cantarán los grillos, ni mis ojos volverán a tener brillo.

 

No amor, nada será cierto, mientras no llegues seguirá el desconcierto. Pero mi fe te espera, y mi angustia desespera.

 

Vuelve amor vuelve, para que las flores esparzan su perfume, para que las estrellas brillen con su fulgor, para que se oiga la risa de los niños, para eso y por eso, y por que yo te espero, con todas mis ansias.

 

Vuelve, vuelve amor.

 

 

Autora: Ariagna. Buenos Aires, Argentina.

maryssel50@yahoo.com.ar

 

 

 

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