El Secretillo.
-Tina, hágase pa acá. ¿qué fue aquello que pasó ayá dentro? ¿Por qué se
petetearon José con Lionidas?
-A yo no pude oyir muy bien porque estos chanchos son tan majaderos y
gritones, pero María del Carmen venía llorando pa ajuera, tuvo que ser algo
grave.
-Ay Berta, si a yo le contara, usté cae patas pa arriba
-Entonces desembuche porque estoy que me jarto las uñas por sabelo.
-Ai onde la ve con cara de yo no jui, de las aguas mansas líbrame Dios
que de las turvias me libro yo.
-¿Pero quién?
-Diay, la poquita cosa de Rosario.
-¡Chayito! No puede ser, si es un ángel de Dios, no creo que haiga
alguien más mejor en el mundo que esa criatura.
-Siga durmiendo de ese lao pa cuando se dispierte se lleve el costalaso.
-¿Pero ya decime qué jue lo que pasó adentro con Chepe y Lionidas?
-¿Te acordás cuando esta mosquita muerta se enfermó?
-Claro, estábamos muy priocupaos porque no probaba bocao y se’iva poner
como un mecate e campanario.
-¿No comía?
Qué va, enfermo que está enfermo y come algo, no es enfermo si no galgo,
pero eso nu’es el asunto, es que trajeron al doctorcito y por más que hizo la
juerza, no supo que tenía la confitera.
Ña Chinta l’izo unos remedios caseros y na, porque diay, los males
de jareta no se curan con doctorcitos ni curanderas.
-Jetona más grande, ¿qué está diciendo usté? No me diga que…
-No, estese quieta que a yo no he dicho'eso. Resulta que la soplas esa
anda con intenciones de amoríos con Humberto Mejías.
-¿Y ese quién es?
-Diay, el nuevo capataz de las fincas de ñor Vianey Solís, como la mama
es la que le lava y plancha, ella hiso amistá con él entregándole y
recibiéndole trapos.
-Ajá, ¿y qué?
-Diay, por ahí empezó la conversadera, dicen que ella se le metió por
los ojos y el muy zángano qu'es casao la enredó.
Eso hará unos dos meses, anoche ella s’iva ir escondía con él, pero
él no le ha pormetido na y los muchachos se dieron cuenta.
-Seguro fue Chepe porque cuando le puse el aguaduce y las
tortillas con frijoles, se levantó como si lo juera picao un alacrán, endespués
andaba como gata e parto pallá y pacá.
Cuando lo espío asina, no le digo naitica pa que no la agarre con
yo. Yo sé la tusa con que me rasco.
-Pero Chepe no iva a desile na a Lionidas, que tampoco quiere a la
chiquilla.
-Si no la queremos por algo será, lo que pasa es que lojotros no somos
tan sorompos como ustedes, solo les falta resale y sacala en andaderas pal día
del santo patrón.
-Diay mujer, uno qué va aser, usted sabe que ella es motica de tata, y
dende entonces Chepe a estao a la mira, tampoco va a dejar que la familia se
malogre, a veces más qui’una sobrina la trata como a las mismas hijas, y no se
puede hablar mal de ella.
-Pues debería pelar las guayabas, porque esa safa lomo es bien
agazapaditica.
-¿Y qué, como se destapó el tamal?
-Que Lionidas se encontró con Chepe hace un rato en la cantina al
doctor, y este le preguntó por la salú de la niña, pues que él estaba
priocupado porque no era nada del cuerpo sino como una tristeza.
En eso se acerca aquel palmecas de Juan Bautista, todo almadiao y les
dice:
-“Chayito no tiene ninguna enfermeá, si no, no me juera preguntao por
onde se va uno escondío pa salir al tajo Hernández”.
-Claro, los muchachos lo sentaron y endespués de bajalen la mona le
sacaron la información. El pleito de ahora jue que Chepe insiste en matoniase
con Humberto y Lionidas no lo deja.
-¡Avemaría purìsima! Tina, por Tatica Dios, ¡cómo es eso!, ay no, como
va aser eso, me voy a buscalo, ¡cómo no me dijo de esa deseción!
-¡Chayo, Chayo! ¿onde estás?
-Aquí mama, ya voy. Es que estaba surciendo
una ropilla.
-¿Por qué tiene los ojos rojos? ¿Usté a estao
llorando?
-No mama, es que ando media resfriaa.
-Sí, me lo dimagino…
¿Y qué jue eso de Juan Bautista?
-¡Qué!
-Diay que me encontré con Berta qu’ iva
como alma que lleva el pisuicas ayá pal centro y casi sin
resueyo, me dijo qu’ iva a devitar un pleito.
Le pregunté de quien, pero ya ni atención me
puso, siguió soplada y solo pude oíla que me decía que le preguntara a
Chayo lo de Juan Bautista.
-Ay mama, qué sé yo, a Tista hace días no lo veo. Ni me arrecuerdo la
última ves que le hablé.
-¿Pues qué raro que Berta me dijera'eso?
-Bueno, vaíse y aparta los terneros, endespués se va po'nde mana Chavela
y me recoge unos riales que me va a prestar, porque esta tarde nos vamos tres
meses pa Matina.
-¡Cómo mama! ¿Qué dijo? Yo no voy, ¿Pa qué? ¿Allí p'onde?
-Aquí está muy dura la situación Chayo, allá está mi comadre Juana que
nos dará trabajo en su fonda, hace días nos hablamos en carta y ya tengo todo
listo.
-Mama, pero usté no me vía desío.
-Pa no priocupala m'hija, ya tengo resuelto con ñor Peña que sale pa ese
lado a las 3, nos vamos hoy mesmo.
-Hoy no mama, porque tengo que…
-¿Tiene que qué?
-Este, este…
-Tiene que qué, hora si me está priocupando, ende cuando se le
salió eso de contradesime, la oyera su tata que Dios en la gloria lo
tenga, ya le juera güelto la cara pa trás.
-Seguro tiene que ir al Tajo de los Hernándes, ja ja ja .
-¿Qués eso que dice Tina? Chayo, trepe la cara parriva, que le vea los
ojos.
-Es que a yo le pregunté a Juan Bautista que por onde s’iva uno al Tajo
de los Hernándes.
-¿Pero no era que no había hablao con él hace tiempo?
-Se me había olvidao.
-¿Y pa qué quería sábelo?, ese es un lugar muy peligroso pa una muchacha,
jue ahí onde esgraciaron a Ufracia, hora ningún hombre se le acerca con güenas
intenciones, dicen que el chiquillo que tuvo anda solito en la calle y que
ella… güeno, eso n’importa, ¿Por qué le interesa a usté el Tajo de los
Hernándes? ¿No tendrá que ver con eso de no querer ise con yo a Matina?
-O con algo más, cuéntele a su mama Rosario porque de todas formas
horita se entera, eso si no tenemos finao más tarde por su culpa o a
Chepe en la penis si se salva.
-¡Pero suélte ese chilillo mama!, así como le voy a contar na.
-¡Salga de destrás de esa tranquera!, ¡venga pa acà, o la saco del pelo!
-Cálmese mujer, así na logra, deje hablar a la criatura.
-Pues aligérese, que me tiene el alma en ascuas y se me regaron las
bilis.
-Es que … mama… espérese pa contále bien, pero que Tina se vaya, solo
lojotras.
-Sáfese a hablar di una vez o le rompo la jícara enseguida.
-Mama, es que yo iva a ime hoy en la noche con Humberto pa allá pa
Aserrí, él me priometió juntáse con a yo.
-¡Máma, mamita!…
¡Tina! que mama está esmayaa.
-¡Y qué espera pa trer arcol!, muévase trapalmejas si no quiere que esta
alcahueta se nos chifle pal otro potrero.
Solo esto me faltaba, Chepe defendiendo honras agenas, la naguas flojas
de Chayo que no quiere ise y esta tonta sin sentío.
-Aquí está.
-Heche pa acá, pa flotále el pescuezo, tome, empape la punta de ese
trapo y póngaselo en la ñata pa que güela… ¡cuidao li’oga!, es que es más
inútil que la quijaa de arriva.
-¡Ay me muero!, por mamacita Nena, que me muero, ¡me muero Tina!
¡M'iogo, quítenme el delantal,
quítenme todos los chuicas, siento un aogo! . Pero quítenme de la vista a esta
pasmada, es que si la agarro no le queda ni el pellejo.
-No se desespere Carmela, que le va a dar algo pior, guela el arcol, no
se lo quite, guela otro ratico.
-Yusté, váise a apartar los terneros que la mandaron, mientras hablo con
su mama y al ausilio.
-Güenas don Ángel, ¿no está por aquí Chepe?
-Buenas, no, no está, pero siéntese ña Berta que está muy ajitaa, Luisa,
tráigale un baso di’agua.
-No se preocupe, es que me precisa encontrálo.
-Tómese el agüita. Despacio, San Blas.
-Ya, gracias.
-¿Busca a Chepe?
-Sí.
-Yo lo vide pasar hace rato como pal bajo e los Sánchez.
-¡Dios mío! Hasta luego, gracias.
-Ya se estorrentó ña Berta, algo gordo tiene que ser, seguro es lo de
Chayo y el joránio …
-Déjese de chismes, váise pa dentro que si juera una hija suya no
le gustaría estar en la lengua de los vecinos.
-Ayá los espío, Tatica Dios, pero si están conversando sentaos, ¿qué es
eso?
-¡Mujer! ¿Qui`hace usté aquì?
-Berta, pero qué es esa carrera la suya, vea que cachetes mas coloraos.
-Pero… no entiendo, ¿qué esté pasando aquí Chepe?.
-Bueno señores, ay los vemos otro día, a yo tengo que ime a trabajar.
-Hacéle viento con el sombrero Chepe.
-Le voy a dar más bien con el sombrero, ¿usté qui'anda espiando, anda
detrás mío?
-A yo venía a devitar que se matoniara con Humberto.
-Si asina juera, ya estaría dijunto.
Las cosas di hombres las arreglamos los hombres.
-Pero es que Tina me dijo…
-A, ya apareció el peine, hora que llegue me arreglo con mi mujer, pero
vos Chepe, entre Berta y Chayo te están dejando mal parao y de los hijos de
Torivio Prendas nunca se a dicho na.
-Ni se dirá Lionidas, ya quedó claro que Humberto quiso jugar con Chayo,
pero como es hombre derecho echó pa trás, Chayo hoy mismo se va pa Matina con
la mama y yo le planté cara como hombre pa que sepa que si la gúila no tiene
tata, si tiene un tío pa defendela.
-Si usté no lo para, yo si lo juera partío en dos tucos, di un
solo machetaso.
-Gúeno, entonces dejemos esta baina en santa paz, lo que hablamos
con Humberto será el secretillo de los Prendas y no si able más del
asunto.
Fin.
Autores: Roberto Sancho Álvarez.
San José, Costa Rica.
rsancho@ccss.sa.cr
Y Vanessa González
Cruz. San José Costa Rica.