NUEVAS FORMAS DE IMPERIO.

 

Pues resulta, amigos, que el mundo occidental tan pagado de sí mismo por su soberbia, su superioridad científica y tecnológica –algo menos la cultural-, las está pasando “canutas”, dicho sea con perdón por el término o expresión en ese román paladino tan útil él, a la vez que socorrido. La crisis hace estragos en muchas economías, bien entendido que no en todas con la misma virulencia que en la nuestra. Hay quien se consuela con algunos éxitos deportivos –“….el que no se consuela es porque no quiere”; en lo demás somos los primeros, cabeza abajo, en paro, deuda externa, malos resultados educativos y peores perspectivas de cara a un próximo futuro, o sea, que no levantamos cabeza a pesar del optimismo fingido o pretendido de nuestros dirigentes.

Es que a uno le duele esta devaluada España de cada día, al igual que le duele –más íntimamente-, su pueblo o su provincia. ¿Qué le pasa a este país..?, ¿qué le ocurre que , apenas levanta cabeza, vuelve a inclinarla penosamente?

Tengo en mis manos unos folios de un comentario histórico que realicé sobre una interesante obra de Anthony Pagden, distinguido profesor de Ciencia Política e Historia en la Universidad de Los Ángeles, California , titulada: “Señores de todo el mundo. Ideologías del Imperio en España, Francia e Inglaterra…”. En dicha obra Pagden lleva a cabo un completo estudio de historia comparada, por cuyas páginas pasan el Imperio Romano, el español, el francés y el británico. En su denso contenido el autor expone como los dirigentes de las máximas potencias coloniales de la Edad Moderna, España, Gran Bretaña y Francia, reivindicaron para ellos el mismo título de Señores del Mundo. Fue precisamente en la España de Carlos V donde se inició la idea o preocupación por el “señorío del mundo”; recordemos la tremenda expresión creada por Hernando de Acuña: “Un monarca, una espada, un imperio”, compartida por otros personajes de la época y ambicionada  por los dirigentes de los imperios británicos y francés, que también ansiaban enseñorearse del planeta.

Frente a estas ideas participada por los grandes, hubo importantes diferencias de criterio y de actuación. En Francia e Inglaterra se temía el desarrollo de este gran proceso que, por otra parte, se consideraba inevitable. El realismo se fue imponiendo en la gran potencia colonial británica: “Es mucho más aconsejable ocupar una zona pequeña y poblarla bien, que expandirse y tener muchas colonias débiles…”. El paradigma de estado moderno con posibilidades de eludir este proceso lo tenemos en la pequeña Holanda. Este país se negó a embarcarse en guerras que no persiguieran una ventaja comercial, limitó sus asentamientos en ultramar y esa fue la causa del extraordinario éxito económico holandés. Un camino similar siguió Gran Bretaña.

En España, antes como ahora, todo al revés. Sin embargo son de mucho interés las opiniones vertidas por ilustres personalidades españolas contrarias al poder absurdo por excesivo.

Del Padre Victoria: “¿Con qué derecho han sido sometido los “bárbaros” al dominio español?”

Saavedra Fajardo: “….la riqueza ilimitada que había proporcionado a la Corona el oro y la plata, terminaron mermando los recursos humanos naturales de la nación…”.

Lope de Vega: consideraba que “era mejor concentrar las energías en mejorar lo que ya se poseía.

Olivares por su parte: “el regalo del imperio ha sido un cáliz envenenado”

Montesquieu: “el oro y la plata son símbolos abundantes, al conquistar Méjico y Perú, los españoles abandonaron la riqueza natural por una simbólica que se desvalorizó”.

El piamontés Botero decía que España movida por ambiciones mal concebidas había mandado a las Indias no a los superfluos, sino a los que podían ser útiles… España irá a la bancarrota, igual que los bancos que desembolsan grandes cantidades y no tienen entradas. El abandono de la madre patria provoca su desmembración”.

Es decir, mientras que otros países supieron reconducir su poder, España se fue perdiendo en locas aventuras imperiales.

En la actualidad, mientras los más importantes países de Europa reconducen más bien que mal la crisis, España empezó negándola y continúa actuando tarde e insuficientemente.

En otro sentido es posible que el actual universalismo marcado por los modernos sistemas de comunicación acerque más a las naciones. Sin embargo, es necesario estar alertas porque el multiculturalismo debe recordarnos que, hasta ahora, por lo menos, todas las formas de universalismo, se crearon para convertir a un grupo de pueblos en imperio.

 

Autor:  JOSÉ Mª DABRIO PÉREZ. Huelva, Andalucía, España.

jmdabrio@gmail.com

 

 

 

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