ESTACIONES.
Aquella última y definitiva
noche
Exhaló en mi boca novicia
el hálito primigenio
el sabor inolvidable
de
mieles desconocidas.
Acarició mi agotada frente
herida
de fiebres turbulentas.
deslizó su mano diestra
sobre mi piel salobre de verano.
Rasgó mi espalda severa
con sus negras uñas de fuego.
Congeló mi terca euforia
en la tibieza de un cuerpo indulgente.
A tientas desperté
desamparado
percibido el reciente vacío.
La
busqué en las bocas
de todas las mujeres
en las frescas grutas
de las hembras oscuras
en las suaves hebras
de pálidas jóvenes
en las escabrosas miradas
de circunspectas viejas
hechiceras
en insomnes madrugadas de rocío.
La busqué en el fuego
sagrado
de todas las hogueras
en las tribus del sur
En el color del desierto,
en el amarillo violento
de un sol extranjero
y en el profundo verdor
de selvas remotas
en la iracunda piedra
volcánica
en el plumaje salvaje
de un pájaro huyendo
en el congelado río a los
pies
de la altiva montaña.
La busqué desesperadamente
en mis venas
inflamadas de veneno
en las enajenadas
aspiraciones
de mi famélico vientre
en el narcotizado mutismo
de mis pulmones macilentos
en las dóciles niñas
prostitutas
y en los rincones mas
sórdidos
de las ciudades pobres.
La busqué en los
contaminados mares
en las aguas putrefactas
de arroyos corrompidos
en el caprichoso viento
gélido
azote de las nieves eternas
en la sombra miserable
de añosos árboles invernales
en las purulentas llagas
mezquinas
de hombres desdichados
marginados por dios
en los indigentes ojos
fatigados
de combatientes que volvían
de la guerra
La busqué en desterrados
pasillos de la memoria
en los penosos huecos
de interminables jornadas
agotadoras
en el agobiante paso
de miles de rostros
inexpresivos
en los polvorientos senderos
que languidecían al velado
poniente
en fermentados licores
ambarinos
responsables de mis
temblorosas destrezas
en mi afilado tacto
agudizado por las tenaces
espinas
en las píldoras para el
dolor
que suministran
escrupulosamente
a mi agridulce olvido
hasta sucumbir,
derrotado
en mi naufragada conciencia.
NOBIEMBRE
2009.
Autora: Silvia
iroldi. Montevideo, Uruguay