Ficha técnica
Dirección: Ettore Scola.
Actores:
Fanny Ardant, Vittorio Gassman, Stefania Sandrelli, Marie Gillain, Giancarlo
Giannini
Producción: Franco Committeri.
Guión: Ettore Scola, Furio Scarpelli
Música: Armando Trovajoli.
Fotografía: Franco Di Giacomo.
Montaje: Raimondo Crociani.
Sinopsis
Diversos
personajes se reúnen para cenar en un restaurante de Roma administrado por
Fiora (Fanny Ardant) recrean en dos horas de conversaciones, un sabroso entorno
humano degustando sus vidas y sus emociones alrededor de una mesa.
Comentario:
Todo
transcurre en el espacioso, no por ello menos íntimo salón de una trattoria
italiana atendida por sus dueños. No es que les falten mozos pero la veterana,
aún atractiva y esencialmente encantadora propietaria (Fanny Ardant) no deja de
estar todo el tiempo allí, tras la caja registradora, entre las mesas, en la
cocina, para darle al restorán, (y al film) cierto calor de hogar y
camaradería.
Todo
transcurre al cabo de una larga cena, que en realidad son varias: tantas como
las mesas dispuestas en el local, por las que la cámara de Ettore Scola no
dejará de pasearnos. Una de ellas reúne a la madre (Stefania Sandrelli) y la
hija, que tocan temas como el primer novio y la conflictiva vocación de la muchachita.
Otra tiene por animadores a un profesor adúltero (Giancarlo Giannini) y su
mucho más joven alumna-amante. Una pareja que se está por casar (o no); cuatro
personas maduras (falsamente) preocupadas por la política; una morocha que
sienta frente a sí a cada uno de sus amantes, etc. Etc.
Vittorio
Gassman está solo en la suya, lo que le sirve para volver a jugar su rol de
viejo cascarrabias, que para las orejas y mete las narices en las
conversaciones de los otros. Sus palabras y gestos parecen querer traducir
algunas opiniones del propio Scola sobre cada uno de esos personajes que, en su
conjunto, dibujan una de las caras posibles de la clase media italiana
contemporánea. Pero lo mejor de Gassman no son esas palabras ni esos gestos
--casi siempre ampulosos-, sino la ternura y la sabiduría que afloran cuando
baja el tono y se aquieta. Algo parecido le ocurre al film.
Con el
correr del metraje, Scola exprime a fondo la mayor parte de los intercambios y
hace vibrar las mejores cuerdas de sus intérpretes. Fanny Ardant es sobriamente
espectacular, llegará a expresar cabalmente el espíritu de la situación. A
comprenderlo todo, y hacérnoslo saber, sin decir una palabra.
El paisaje
humano al que nos asoma Scola se completa con la “tripulación” del restorán. El
cocinero en jefe, al igual que el realizador, es un viejo lobo de las aventuras
eurocomunistas. Y como tal, escéptico, bienintencionado, algo cerrado y amargo.
La clave no es formal, sino dramática. Que parece postular que todavía es
posible cierta comunión entre las almas. Que se pueden franquear pequeñas
diferencias. Comunicarse.
Cine
sencillo, directo, amable, sutil, divertido y sabio, que combina dramatismo y
humor. Vitalista, exaltador de los placeres más mundanos: La comida, la charla,
la compañía. Deliciosa película para paladear tranquilamente, que deja un
residuo de satisfacción y el sabor dulce de un buen postre.
Autor: Rafael Fernández Pineda. Cancún, Quintana Roo. México.