No me di cuenta cuando
las primaveras regalaron sus flores,
ni cuando los inviernos
desnudaron los árboles.
Solo el trabajo intenso
marcó mis monótonos días peores,
haciendo cada vez más
sólidos de mi alma los fríos mármoles.
Pero, sin esperarlo ni
desearlo jamás,
un brillo muy mágico
impregnó de luz mi interior todo.
Un sentimiento potente
me avasalló con fuerza voraz
dominando mi voluntad y
mi moral, dejando mi pudor muy solo.
Fue entonces, cuando de
las lágrimas conocí su invadir,
y la dulzura clamorosa
se mezcló con el amargo del dolor.
A pesar de otras
historias tristes que me dio el vivir,
nunca antes alguna me
había enseñado el verdadero sufrir.
Mas la extraña mezcla,
entregaba a mi espíritu un marcado fragor
que se Impregnaba de
cánticos y hermosos sonetos.
Muy débil abrí
ampliamente mis manos ofreciendo mi corazón al amor,
guardándolo todo como un
profundo y precioso secreto.
El poder del auténtico
sentimiento pudo más que todo valor,
sin embargo, la intensa
luz que contenía no podía provenir sino de lo Divino.
Fue capaz de darle a mi
triste existencia mucho color,
y todo era muy puro, sin
importarme en esos momentos cómo fue que vino.
Nadie podrá arrancar
nunca más de mi alma,
la luz poderosa del
haber sentido el exponer mi ser a una sensación celestial y hermosa.
Ahora busco encontrar en
mis profundidades la calma,
gozando de los dulces
recuerdos que me regaló tu ternura candorosa.
Autora: Renée Adriana
Escape. Mendoza, Argentina