DESESPERACIÓN.
ESCENARIO:
Escena hogareña en el
siglo diecinueve. Época de transición entre la esclavitud y la libertad.
Una casa de campo. Living amplio, gran ventanal
con visillos, sillones de altos respaldos, otros muebles de época, y un reloj
de pie.
PERSONAJES:
Rosario: mujer de
mediana edad, atuendos del 1800
Mayordomo: joven
negro, vestido con ropa clara
Pablo: un joven
vestido de gaucho (peón del campo)
Esposo: hombre de
mediana edad, con ropa de época.
1º ACTO
1º ESCENA
Rosario: (llama en voz muy alta) -¡Elías,
Elías ven enseguida!
Mayordomo: (entra apresurado) -Si doña
Rosario ¿qué necesita?
Rosario: (impaciente) ¿Dónde estabas? ¿Sabes
dónde está mi esposo?
Mayordomo: (Se apura a contestar) -Perdón
doña Rosario, estaba en el jardín, regando las rosas, el señor me lo ordenó
antes de irse esta mañana, salió en el coche, no me dijo dónde iba.
Rosario: (más alterada) -¿Qué dices, en el
coche? Pero si al coche acabo de verlo entrar al galpón y lo manejaba ¡uno de
los peones nuevos del campo!
Mayordomo: (titubea) -Sí doña Rosario el
señor amo pidió al peón Pablo lo llevara.
Rosario: -¿Por qué no te lo pidió a ti, como
siempre lo hace, y quién es Pablo?
Mayordomo: -Es el muchacho blanco que entró
hace muy poco a trabajar a la estancia.
Rosario: (razona) -Ah, por eso no lo conozco
¿y por qué lo buscó a él, si es un novato?
Mayordomo: (inquieto) –No lo se doña Rosario,
disculpe usted.
Rosario: (impaciente) –Pero y tú ¿dónde
estabas? (ordena) -¡Ve inmediatamente y pregúntale al peón, dónde lo llevó y no
vuelvas sin una respuesta!
Mayordomo: -¡Inmediatamente doña Rosario!
(sale de prisa)
Rosario: (da vueltas por la habitación
mientras balbucea en voz alta –¡Son unos ineptos, todos son unos inservibles!
(mira el viejo reloj) -
Mayordomo: (vuelve casi de inmediato) -Doña Rosario,
dice Pablo que llevó al amo hasta la residencia de los Pérez Acosta.
Rosario: (interrumpe muy alterada) – ¿A qué
fue a esa residencia? ¡Nada tiene que hacer allí! (sin guardar cordura, ordena
nuevamente) –Ahora ve y dile al peón que necesito hablar con él y que venga de
inmediato a verme.
Mayordomo: -Sí, doña Rosario, le diré que
venga rápidamente (sale raudo).
Rosario: (sigue dando vueltas por la
habitación, mientras murmura en voz alta) -Más vale que sepa decirme este peón,
porqué ha llevado a mi esposo a ese lugar ¡tan luego a esa casa! ¡Tan luego con
esa familia!
Mayordomo: (entra apresurado, se excusa)
-Disculpe doña Rosario el peón fue a recorrer la hacienda, pero ya envié a
avisarle que usted desea hablar con él, y vendrá tan pronto como le sea
posible.
Rosario: (agresiva) -¡Vete a buscarlo y no
vuelvas hasta que no lo traigas!
Mayordomo: -¡De inmediato doña Rosario! (sale
apresurado)
Rosario: (dando vueltas como león enjaulado)
-¡Ya decía yo que son unos incapaces, ineptos, incompetentes! (llevándose el
índice a la mejilla) -¿A qué habrá ido mi esposo a esa casa? ¿Qué tiene que
hacer allí? ¡Y este peón que no viene! (mirando por la ventana a través de los
bisillos)
Mayordomo: (empujando apenas la puerta
entreabierta, llama) -Doña Rosario ¿está usted ahí?
Rosario: (da un paso hacia la puerta) -¡Sí
Elías, aquí estoy, pasa de una buena vez! ¿Has traído por fin a ese peón?
Mayordomo: -Sí, doña Rosario, está aquí ¿lo
hago pasar?
Rosario: (con gesto descortés) -¡Por supuesto
que puede pasar y tú retírate hasta que
vuelva a llamarte!
Mayordomo: (agachándose apenas, hace una
reverencia, da paso a Pablo y se retira)-La señora Rosario te autoriza a pasar,
¡gracias doña Rosario!
2º ESCENA
El peón: (entra al recinto con paso firme,
mira de frente a su interrogante, y en leve gesto de cortesía, saluda) –Buenos
días doña Rosario, ¿me necesitaba usted?
Rosario: (despectiva, observa al muchacho de
arriba abajo por tiempo prolongado) -Eres muy elegante, no tienes el aspecto de
los otros peones del campo ¿cómo te llamas?
El peón: (sin perder su gallardía responde de
inmediato) -Pablo, mi nombre es Pablo doña Rosario ¿para qué me llamaba usted?
(apura el trámite)
Rosario: (displicente) -Pablo ¿cuánto?
Imagino que tienes apellido ¿no?
El peón: (soberbio)-Hasta los negros tienen
apellido doña Rosario
Rosario: (desdeña) -¡Enzima eres arrogante,
limítate a contestar lo que te pregunto y la arrogancia déjala para las
personas de tu clase!
El peón: (interrumpe con ímpetu, pero sin
perder el respeto) -Disculpe doña Rosario, pero ser peón, no es un delito, es
sólo un trabajo como tantos otros.
Rosario: (confundida y altanera se para
frente al joven, y replica amenazante) -Te repito peón engreído, limítate a
responder lo que te pregunto o te haré echar de tu trabajo para que aprendas a
respetar a personas honorables ¡soy tu patrona, y tú mi sirviente!
El peón: -Disculpe doña Rosario, no pretendo
ofenderla con mi actitud ¿qué desea saber?
Rosario. –¡Tu apellido! (grita)
El peón: (Se inclina donoso colocando su mano
derecha sobre su estómago y la izquierda en su espalda) -Pérez Acosta, para
servirla a usted.
Rosario: (fuera de sus cabales)-¡¿Cómo has
dicho?!
El peón: (en arrojo de valentía) -Si aún
llevo el apellido de mi madre (suspira, la mira airoso y continúa) hasta que mi
padre tenga el valor de darme su apellido.
Rosario: (bajando el tono) -Me parece que
estás confundido muchacho ¿dices que perteneces a la familia Pérez Acosta?
El peón: -¡Así es doña Rosario! (estoico)
Rosario: -¿Allí, donde llevaste a mi esposo
esta mañana?
El peón: -Ese es mi hogar, allí viví con mi
madre, hasta que vine a trabajar aquí, a sus tierras.
Rosario: (indaga curiosa) -¿Y tus abuelos?
¿Qué fue de ellos?
El peón: -Mis abuelos estaban en bancarrota,
y el año pasado murieron en un accidente, mi madre quedó sola y sin dinero con
una estancia empeñada a su cargo, por eso he tenido que salir a trabajar para
ayudar a mi madre a subsistir (esgrime una pregunta atrevida) ¿Satisfecha doña
Rosario?
Rosario: (desplomándose en un sillón, a punto
del desmayo, no reacciona ante el excesivo ímpetus del peón, y expulsa otra
pregunta) -¿Para qué has llevado a mi esposo a tu casa?
El peón: -Desconozco los motivos doña
Rosario, eso pregúnteselo a su esposo (continúa en actitud franca) -Y ahora
disculpe usted, pero debo ir a continuar con mis tareas, ¿puedo retirarme?
Rosario: (abatida, casi sin fuerzas, sin
levantarse del sillón, cambia su actitud prepotente) -Tienes razón muchacho, ya
te he quitado mucho tiempo, puedes irte, ya hablaremos en otro momento.
El peón: -Gracias doña Rosario, sabía que
usted iba a comprender, que tenga un buen día (se agacha levemente, y se
retira)
3º ESCENA
Rosario: (lo ve irse y luego que ya el peón
se ha retirado, razona en voz alta) -¡Se parece tanto, se parece en muchos
aspectos!
2º ACTO
ESCENARIO:
Comedor con muebles
de época (mesa, sillas, percheros, espejos, arañas con caireles de cristal,
etc.)
1ª ESCENA
Rosario: (sentada sola frente a la mesa
puesta) – ¡Ya la una y media de la tarde y este hombre que no viene a almorzar!
(desesperada, se levanta y se asoma a la
ventana, se escucha la puerta de entrada)
Esposo: (entrando apurado, se quita el
abrigo, lo cuelga en el perchero, bajo el espejo, va al encuentro) -Hola mi
amada esposa ¿cómo has estado, cómo ha estado todo en la casa?
Rosario: (increpa enojada) -¿De dónde vienes
tú, y a esta hora tan retrasado? ¡No me avisaste que saldrías!
Esposo: -¡Bueno mujer, no es para tanto, tú
dormías esta mañana al levantarme y decidí no despertarte, por eso me fui sin
avisar! (exclama convincente)
Rosario: (impaciente) -No has respondido
parte de mi pregunta (repite remarcando cada palabra) ¿De dónde vienes, o no me
lo quieres contar?
Esposo: -¿A qué se debe ese cambio de actitud
en ti esposa mía? (la mira inquieto) -Tú ya sabes dónde estuve, ¿porqué
insistes en lastimar nuestra relación? Pablo me lo contó todo.
Rosario: (con manos en la cintura y lágrimas
en sus ojos) ¡Cuándo te lo contó, si ese muchacho está revisando la hacienda de
nuestra estancia!
Esposo: -¡Pero mujer, tú no entiendes, a ver,
te explico, yo pedí a Pablo que alrededor del medio día tomase un caballo y
fuese a buscarme, él se quedaría con su madre y yo regresaría en el caballo! y
así lo hice, ¿cómo piensas que he regresado?
Rosario: -¿Y qué fuiste a hacer allí durante
toda la mañana? sabes muy bien que esa estancia está prohibida para ti, que
Bernarda fue tu novia, y que no tienes que ni pasar cerca de esa casa, ¡más
ahora que Bernarda vive sola! (toma aire, se acerca un poco más a su esposo que
la mira preocupado) -¿Qué tienes que ver con ella? ¡Dímelo ahora! ¡Quiero
saberlo ya!
Esposo: (se defiende) – Tú eres mi tierna
esposa, no mi carcelera, no tienes derecho a hablarme en ese tono acusatorio en
el que lo estás haciendo ¿qué estás pensando? (da una vuelta sobre sus talones
en ademán de retirada, prosigue) –Demos por terminada esta conversación, no voy
a almorzar, se me fue el apetito, puedes hacer lo que desees con el almuerzo,
los platos, las copas y el vino, puedes levantar la mesa ya y cuando nos
tranquilicemos hablaremos sobre algunas cosas que hace tiempo quiero hacerte
saber (va a retirarse)
Rosario: (desesperada lo toma del brazo) -¡No
esposo Pablo, quiero saberlo ahora! (golpea la mesa con el puño) ¡Ruego me lo
digas aunque me rompas el corazón, no quiero esperar más! (llorando insiste)
¡Ahora esposo mío, ahora habla por Dios te lo pido!
Esposo: (la toma por la cintura, le ofrece
una silla) –Tranquilízate mujer, he callado hasta hoy una realidad que cargo
desde hace años, y hoy la circunstancia me obliga a blanquearlo ante ti, (toma
otra silla y se sienta frente a su esposa, apresa sus manos entre las suyas,
apoyándolas sobre sus rodillas) -Escúchame con atención Rosario, porque te
hablaré con la verdad, por años quise evitarte esto que sé, te hará sufrir
mucho, por eso callaba, pero tal como están dadas las cosas, es tiempo de
aclararlas, por el bien de todos.
Rosario: (más calmada y muy atenta a las
expresiones de su esposo) -Creo suponer lo que tienes para decirme y quiero
sepas algo, sea lo que sea, entenderé.
Esposo: -Si esposa mía, es necesario que así
sea, ¿recuerdas el año y el mes en que nos conocimos y comenzamos nuestra relación
del amor que nos unió hasta hoy?
Rosario: Sí llevo contado los años y los
meses y hasta los días, fue un 14 de octubre del 1866, al otro día de mi
cumpleaños, por eso lo tengo tan bien agendado en mi memoria.
Esposo: -Ahora saquemos cuenta cuánto tiempo
ha pasado hasta hoy, a ver vivimos el día 14 de octubre del año 1889, hoy se
cumplen 23 años de habernos conocido.
Rosario: -¿A qué viene todo esto? ¡Estoy
muriendo de ansiedad amor mío, habla ya de una vez! (sacudiendo las manos que
su esposo trata de aquietar)
Esposo: -Tienes razón Rosario, lo que ocurre
es que se me hace difícil confesarlo, pero debo hacerlo, no tengo ningún
derecho a prolongar más esta incertidumbre, aquel mismo día en que te conocí en
el club, yo había estado en un hotel durante la mañana, con Bernarda, esa fue
la única vez que tuvimos relación sexual y ese fue el día en que sin saberlo
engendré a mi único hijo (hay un silencio largo, en el que los esposos no dejan
de mirarse).
Rosario: (tomándose la cabeza con las dos
manos)-Entonces Pablo, nuestro peón ¿es tu hijo?
Esposo: (asiente expectante) –Mi único hijo
Rosario, ya que lamentablemente tú y yo, no hemos podido tenerlos.
Rosario: (palidece) -Ahora entiendo todo,
ahora si lo tengo claro, ahora sí ya no quedan dudas, por eso el mismo nombre,
por eso el mismo brillo en la mirada, la misma arrogancia en su conducta
(levantándose se aparta de su esposo con decisión) -Este es el momento en que
he caído de la palmera como un mono en su primer salto a la vida ¡he sido
engañada durante 23 años! He sido burlada en mi confianza (se quiebra, mira
hacia al vacío, sigue hablando con si misma, y con voz entrecortada, parada
frente al público)
-He dedicado mi existencia al amor y a
nuestro matrimonio, creo no me lo merecía ¡Esto es más de lo que puedo
soportar! ¿Por qué tanto fraude? ¿Por qué tanto tiempo? ¿Desde cuándo lo
sabías? ¿Quién más conoce esta historia?
Esposo: (trata de abrazarla, pero ella le da
la espalda) -Callé para que no sufras, callé por miedo a perderte, callé por
cobardía, te amaba tanto Rosario, te amaba y te amo con todas las fuerzas de mi
alma, ruego para que me entiendas y me perdones ¡por favor esposa mía! (suspira
y continúa)-Si, tienes razón, todos están enterados, fueron enterándose con el
tiempo, sólo faltabas tú, por mi cobardía, mi sentimiento de culpa, mi miedo a
perderte no te lo dije.
Rosario: (mirándolo abatida) -¿Sabes qué
Pablo? Ahora tengo de golpe el peso de 23 años sobre mi corazón, hubiese sido
mejor habérmelo comunicado apenas lo supiste, (remarca) ¡Cuándo esto ocurría!
Para enterarme junto a los demás. -Hubiese sido menos doloroso ¡qué vergüenza!
(camina hacia la salida tapando su cara)
Esposo (intenta seguirla) -Ven Rosario, aún
no he terminado con esta verdad que me atormenta.
Rosario: (se vuelve un instante más, y parada
en el marco de la puerta dice) -¡Es bueno te quedes tú con un poco del
tormento, con la parte que ya escuché, tengo bastante! (sale y vuelve al
instante) -Me voy a descansar ahora, pero antes te daré un consejo, al que
espero cumplas a la brevedad, ese muchacho Pablo, hace 23 años está esperando
tu apellido, después de todo, será tu único heredero y merece ser reconocido en
vez de estar trabajando como peón en tus tierras (sale)
Esposo: (petrificado en el lugar,
balbucea)–¿Porqué me habrá dicho eso? (se cuestiona ) -¿Porqué demoré en
decírselo?¡La dejaré descansar!¡Es tan comprensiva mi amada Rosario! (hay
segundos de absoluto silencio, suenan las campanas del reloj marcando las 15
horas, de pronto el silencio se rompe en mil pedazos con el estallido de una
bala saliendo por el caño de un revolver, un balazo desde la habitación
contigua) -¡No Dios mío,¡Rosario mi amor! ¡Por qué, por qué! (sale corriendo)
2º ESCENA
Mayordomo: (aparece en el recinto emitiendo
este razonamiento, parado solo en la habitación vacía y mirando al público)
-CUANDO MÁS ANTIGUO ES EL SECRETO, MÁS TREMENDA SERÁ
TELÓN
Autora: Clara
Sofía Santana Miranda. Paraná, Entre Ríos, Argentina.